martes, 3 de marzo de 2015

Sentimiento y Pasión cofrade...


Si echo la vista atrás, y pienso en mis raíces cofrades, pienso: ¿de dónde me vienen estos sentimientos? Esta pasión, nervios, alegrías… que llevo dentro, no es ni la cuarta parte que tienen, en general, mis descendientes. Desde pequeña he estado ligada a la Semana Santa de una manera u otra. Comencé como casi todos los niños; procesionando vestida de penitente… recuerdo que era tan pequeña que ¡¡ no era capaz de aguantar toda la procesión del Jueves Santo y mi madre tenía que quitarme de las filas regañándome !! A medida que me fui haciendo mayor, fui teniendo amistades ligadas a la Semana Santa. Amistades, algunas pasajeras y otras que sigo y espero seguir conservando, que me fueron enseñando muchas cosas para seguir creciendo como cofrade y llegar hasta donde estoy hoy.

Debido a mi dedicación a la música, he pasado muchas Semanas Santas como música de la Banda de Música Don Justo Ruiz, una manera distinta de vivir la Semana Santa bastante bonita aunque no viese casi nada de las procesiones. Esas procesiones donde hemos pasado frío, dolores, hambre… recuerdo esas procesiones con mis compañeros saxofonistas, donde compartíamos la bolsa de gomitas porque no teníamos nada más que comer, esos bocadillos de chorizo que me acercaba mi madre y que compartía con mi amigo y compañero Alfonso que nos sabía a gloria… ¡¡ hoy día todavía me lo recuerda!!

Con 18 años dejé de participar en la Semana Santa como música para convertirme en mantilla cada Jueves Santo, esa primera procesión no la olvidaré nunca. Un Jueves Santo frío y húmedo, una humedad que te calaba hasta los huesos y no te dejaba ni andar, además de los dolores añadidos de los tacones que tanto nos gusta lucir y después a mitad de la procesión nos acordamos de lo mal que nos lo hacen pasar. En estos jueves Santos, gané una amistad veterana, que aunque no nos viésemos en todo el año, cada vez que se acercaba la Semana Santa me la encontraba y siempre me preguntaba, ¿nos veremos con la mantilla puesta y la vela en la mano este año, no? ¡¡Y cualquiera le decía que no!! Una mujer que me enseñó lo que es ponerse la mantilla y disfrutar de la procesión, cuanto más nos quejábamos del frío las jóvenes, menos se le notaba a ella, con ese traje de mangas de encaje calado, que no entendíamos cómo no pasaba frío, y si le preguntabas te soltaba una riña de las suyas. El año pasado me dio un gran susto y no terminó de acompañarme hasta la iglesia, pero con el tiempo, al verla por la calle supe que se quedó en eso, en un susto. Este año no me la encontraré la primera con su mantilla puesta y esperando a que se abran las puertas para caminar un año más delante de su Nazareno, pero estoy segura de que será la primera en estar asomada en los balcones del cielo para disfrutar de una Semana Santa más, pero este año desde un lugar privilegiado. Seguramente cada vez que procesiones con mantilla me acordaré de ella, pues el hueco de Josefina será imposible de llenar.

De otra manera llevo participando desde hace ya años, de la procesión que para mi gusto es la más bonita y que desprende recogimiento allá por donde pasa, esas madrugadas donde nada más abrir las puerta de la iglesia ya se ponen los pelos de punta, ese rachear de las zapatillas de los costaleros, ese susurro del capataz para no romper el encanto de esta procesión, ese respeto de la gente en silencio al ver a ese Cristo en la cruz, esos penitentes de promesa… y yo con mi incensario y mi compañera inseparable cada año, intentando impregnar de olor cada rincón por donde pasará nuestro Cristo.

Desde hace un año tengo el privilegio de ser miembro de la Junta de Gobierno de esta centenaria Hermandad. Papel que me ha hecho darme cuenta del trabajo que cuesta sacar adelante una Hermandad tan humilde, pues podrá ser Real y Fervorosa pero es ante todo humilde. Año donde he vivido momentos inolvidables e insuperables, que nunca antes había podido ver. Esa bajada del Crucificado de su altar, donde mi Baldomera se va por miedo. Lola le limpia el cuerpo entre lágrimas y estoy segura que entre rezos, donde únicamente se habla lo justo para hacer las difíciles maniobras para su bajada, donde sólo se escucha el chirriar de la carrucha que lo baja… en definitiva momento que no hay palabras para describirlo. Esas tardes y tardes de trabajo, de sofocones, de cansancio, de… pero también de risas, de buen ambiente, de trabajo en equipo, porque lo digo en mayúscula, que en esta Junta somos un equipo muy heterogéneo pero donde reina el buen ambiente y cuando tenemos que trabajar, todos arrimamos el hombro dentro de nuestras posibilidades.

Esta Junta también me ha acercado a personas que antes eran simples conocidos y ahora los considero verdaderos amigos. Aunque mi papel en la junta es difícil de describir con palabras, simplemente tengo que decir que es un privilegio que está al alcance de pocos, y tengo la suerte de estar cerca de unas imágenes que me desprenden miles de sentimientos cuando estoy a su lado. Este papel empecé a desempeñarlo años antes de perteneces a la Junta de Gobierno, y tengo que decir que gracias a una persona que confió en mi persona para acompañarlo en su trabajo, él sabe bien que me refiero a él.

Puede que no sea todo lo cofrade que debiera ser para desempeñar el cargo que tengo, pero el trabajo que hago, lo hago de corazón y con devoción. Y eso es lo que me alienta para seguir trabajando para esta Hermandad que se que nos necesita.

Rocío Ruiz Hedroso

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