sábado, 28 de octubre de 2006

Zalamea en los 50 años de Televisión Española

El 28 de octubre de 1.956 arrancó la primera emisión oficial de Televisión Española con el discurso inaugural del ministro de Información y Turismo, Gabriel Arias Salgado. Eso sí, sólo puedo verse en los apenas 600 televisores que existían en Madrid y que por aquel entonces costaban unas 30.000 pesetas. Primeras emisiones a la que sólo tenían acceso un pequeño grupo de privilegiados. Hoy se cumplen 50 años desde aquel momento de emisión, y Televisión Española celebra tal evento con una programación especial que se emitirá en los siguientes días. Nacimiento del famoso “Pirulí”, nacimiento de una nueva época en nuestra historia mas reciente.
A nuestro pueblo, la televisión, no vino hasta 5 años después. Un casino de época, “El Permanente”, fue el propulsor de traer a nuestro pueblo, por primera vez, un aparato de televisión. Junto al que se congregaban, todos los días, un asombrado grupo de telespectadores. Estampas antiguas que reflejan a una muchedumbre atónita y expectante por las imágenes que se emitían desde aquella “caja tonta”. Aquellas grandiosas corridas de El Cordobés en las Ventas eran coreadas en el salón del Permanente como si se tratara de un coso taurino. La expectación era máxima, el día que se televisaba al rubio torero, símbolo del franquismo y de la época. Los mineros al bajarse del tren corrían calle arriba para coger el mejor sitio para ver la faena. Faltaban sillas, subidos en las mesas por falta de visión, de pie estirando el cuello para contemplar ese “salto de la rana” tan característico. Hasta la bandera no, hasta la puerta se ponía El Permanente en aquellas tardes de toros por televisión.
Pero de igual modo se ponía de lleno con “Amigos del Lunes”, donde se daban cita un elenco de artistas que deleitaban a los curiosos televidentes. Folclóricas con bata de cola y desplegando el arte típico de una España culturalmente anquilosada y teledirigida, eran las grandes protagonistas en las noches televisivas de los lunes.
Los altos de “Educación y Descanso”, casino adherido al otro en el centro del pueblo, también era un punto de encuentro para ver la programación de Televisión Española. Partes de noticias, información sobre el tiempo y series de humor, eran seguidas con gran entusiasmo por los zalameños, hasta que las emisiones se cortaban por las interferencias propias de una sintonización muy pobre. Retransmitida desde Valencina de la Concepción, pueblo sevillano que mandaba una señal muy débil al recién construido repetidor de Almonaster.
Poco después los aparatos de televisión empezaron a tener acto de presencia en los hogares particulares. Juan Flores en su antigua tienda que tenía junto a la fuente del jardín, trajo los primeros televisores al pueblo para venderlos, en un principio, a un minoritario grupo de clientes. Es muy curioso que preguntando, hoy en día, por cuales fueron las primeras casas que compraron televisores, se discuta si fulanito fue el primero, que si menganito el segundo….en definitiva se trataba de un producto muy apetitoso, pero a la vez de lujo, y por aquellos entonces las familias zalameñas, en general, no estaban para muchas ostentaciones. De esta manera las pocas casas que tuvieron la oportunidad de tener un televisor se convertían en lugares de encuentro y reunión de amigos, vecinos y familias. La intimidad del hogar se veía afectado por tal congregación de curiosos, que se sentaban delante de los televisores sin reparar en las tareas domesticas que se realizaban en la casas ocupadas.
Desde aquellos tiempos hasta ahora la cosa ha cambiado bastante en nuestros hogares, hemos pasado de tener un aparato con una pobre emisión en blanco y negro, a tener dos con imágenes nítidas a color y de plasma. Nuestras vidas han girado, a lo largo de estos 50 años, en torno a la amplia programación que ha desplegado La Televisión Estatal. Para bien o para mal generaciones y generaciones hemos ido pasando por delante de este curioso aparato. Desde pequeños hemos estado expuestos a su doctrina, lo que ha conllevado que nuestro aprendizaje y educación se hayan empapado de los testimonios televisivos a lo largo de estos 50 años.