martes, 31 de octubre de 2006

¿Eran otros tiempos?

La verdad es que no sé por qué me pongo a escribir, si es como el que siembra en un erial, y ya sabemos el refrán de que quien sermonea en desierto es un sermón perdido. No es mi intención echar un sermón ya que no es mi estilo, y si cuando podía echárselo a mis alumnos no se lo echaba ¿lo voy a echar ahora? ¿y a quién?, leches pues a nadie. Tan sólo quiero ir dando a conocer como un precursor (“ojú” que bonito me ha quedado lo de precursor y qué cursi) lo que nos puede ir pasando cuando los cuatro o seis que aman a su Zalamea con hechos y no de boquilla, como hacen algunos, ya no puedan luchar por ella y mantener TODAS nuestras centenarias tradiciones, algunas ya agonizando. (Qué catastrofista soy, y qué poca fe tengo en las gentes de mi pueblo, lo reconozco, soy una calamidad andante.)
Hoy me voy a referir al Rosario de la Aurora. Sé que ya he escrito mucho sobre ésto, mas creo que no es suficiente, y quiero escribir por estas anécdotas que a continuación cuento lo que me ha decidido a poner algunas líneas sobre esta tradición por la que habría que seguir luchando (como atraer a los muchachos que tañen algún instrumento de cuerda, aglutinar a niños que en edad escolar tengan voz para ejecutar los cantos, ensayar con ellos en fechas cercanas a estas fechas… como ocurre en pueblos de nuestro entorno) por, no tan solo conservar, sino aumentar esta tradición con más de cuatrocientos años (400) de andadura.
Es muy hermoso cómo en estas noches de sábados se ven padres con sus hijos compartiendo papel y linterna en los cantos, y muchachos en los alrededores aprovechando la luz de las farolas para ayudar a llenar de voz el aire de nuestra zalamea en alabanzas a la Virgen de El Rosario junto con la savia joven de instrumentistas de bandurrias y guitarras. Creo que está casi asegurada la continuidad de nuestro centenario Rosario.
Era el primer sábado en que desde hace muchos años comienza a “salir” El Rosario. Me había extrañado el que no me hubiera dicho nada el AMIGO Joselino de la hora ni el momento de salir. Llegué al lugar de donde se sale ahora y al ver al referido Joselino le espeté –porque fue así- el por qué no me había dicho nada, y me soltó con esa sorna que le caracteriza ¿qué día es hoy?... ¿y qué se hace en este día?.. coño con el Joselino de los co…, se podía decir las cosas mas alto pero más claro … imposible. Ello me hizo recordar el compromiso, no escrito, que los Zalameños tenemos con nuestros antepasados, que seguro, después de la feria, empiezan a afinar y preparar instrumentos y voces para acompañarnos en las rondas por nuestras calles.
La otra anécdota ocurrió con un muchacho, (del que no doy nombre porque puede ser que no le agrade), ¡y no era la primera vez!, que me comentaba la ilusión que en su mente albergaba. Siento haberle hablado siempre con demasiada dureza sobre la poca responsabilidad que nuestro pueblo tiene con sus antepasados, en todos los sentidos. Es una pena que este muchacho se pueda perder para la defensa de nuestro patrimonio por no encontrar quien le eche una mano, y por culpa de gentes, como yo, que sin querer le mato la ilusión, por ello entono un “mea culpa”. No obstante siempre ha encontrado en mí aportación de documentos, y conversación sobre nuestras “cosas”.
Su ilusión es, desde hace mucho tiempo, ver a la Virgen de El Rosario procesionar por nuestras calles como ocurrió hace ya muchos años, por ello le he facilitado una foto igual a la que ilustra este escrito junto con otros documentos.
No se si creer en la reencarnación de los espíritus de nuestros antepasados, ya que al ver esa dedicación que le profesa a la Virgen de El Rosario no tengo mas remedio que pensar en que sí puede ocurrir que el ánima de los anteriores moradores de la casa donde hoy mora puedan haberse afincado en su corazón, no obstante éstos tenían una gran dedicación a esta Virgen, y esta familia fue la que encargó al imaginero Bidón la imagen que hoy disfrutamos y tan poco honramos.
Como digo en el encabezamiento ¿eran otros tiempos? No, no eran otros tiempos, eran otras gentes, quizás, con otro sentido del progresismo.

Pastor, 2006