Volvemos a encontrarnos ante un nuevo mes de Octubre, y junto a él, nuestras paredes volverán a impregnarse del canto nocturno del Rosario; fiesta que hunde sus raíces en nuestro más profundo patrimonio sentimental.
Este trocito de nuestro folclore tiene como rasgos definitorios los cánticos que, en honor de la Virgen del Rosario, tienen lugar todos los sábados del mes que ahora comenzamos y que se reparten por distintas partes del pueblo cada semana, así como en los días que deban hacerlo en la Iglesia Parroquial ante la imagen de la Virgen.
Está lejos de ser una de nuestras señas de identidad más multitudinarias o conocidas, pero fuera de esto, su magia reside en aunar los valores más típicos de nuestro pueblo: sus productos típicos, su religiosidad traspasada a las calles, cánticos heredados de tiempos atrás, instrumentos musicales propios de otras cantos o bailes que se realizan en otras épocas del año,…
Es por eso que cuando las frías noches se acompañan con nuestro aguardiente y dulces como roscos o bizcochos, hemos de prepararnos para escuchar los rumores de violín, guitarra, esquila y voces que desde las diversas esquinas del pueblo traerá el viento y que surgen desde el hogar del pensionista y buscan anunciar que nuestras fiestas típicas de otoño comienzan con las noches del Rosario, unas fiestas quizás menos arropadas, pero llenas como cualquier otra de la esencia zalameña. Fiestas de alto calado familiar y sentimental que ponen su granito de arena para aumentar la personalidad de un pueblo que tiene en su historia su mayor tesoro. Bienvenido Octubre, Zalamea y su rosario te esperan como cada año.
Este trocito de nuestro folclore tiene como rasgos definitorios los cánticos que, en honor de la Virgen del Rosario, tienen lugar todos los sábados del mes que ahora comenzamos y que se reparten por distintas partes del pueblo cada semana, así como en los días que deban hacerlo en la Iglesia Parroquial ante la imagen de la Virgen.
Está lejos de ser una de nuestras señas de identidad más multitudinarias o conocidas, pero fuera de esto, su magia reside en aunar los valores más típicos de nuestro pueblo: sus productos típicos, su religiosidad traspasada a las calles, cánticos heredados de tiempos atrás, instrumentos musicales propios de otras cantos o bailes que se realizan en otras épocas del año,…
Es por eso que cuando las frías noches se acompañan con nuestro aguardiente y dulces como roscos o bizcochos, hemos de prepararnos para escuchar los rumores de violín, guitarra, esquila y voces que desde las diversas esquinas del pueblo traerá el viento y que surgen desde el hogar del pensionista y buscan anunciar que nuestras fiestas típicas de otoño comienzan con las noches del Rosario, unas fiestas quizás menos arropadas, pero llenas como cualquier otra de la esencia zalameña. Fiestas de alto calado familiar y sentimental que ponen su granito de arena para aumentar la personalidad de un pueblo que tiene en su historia su mayor tesoro. Bienvenido Octubre, Zalamea y su rosario te esperan como cada año.