Las calles zalameñas, en la oscuridad de su intimidad más reservada, recogieron por última vez en este año, el tránsito cadencioso de El Rosario, que a ritmo de esquila, laudes, guitarras y violines, impregnaron la noche zalameña de la banda sonora característica de este mes de Octubre. Con inicio en el Hogar del Pensionista, un grupo de unas treinta personas, entonaron los cánticos en honor de la Virgen de El Rosario, a través de rincones singulares zalameños. En esta ocasión, La Plaza Talero, Don Manuel Serrano, las calles Castillo y Olmos, para desembocar en la Iglesia Parroquial, fueron las zonas elegidas por esta tradición viva que se perpetúa a lo largo del tiempo. Acompañando a la música y confinados en el recinto de los sueños, algunos vecinos de estos lugares, desafiando al cómodo descanso, hacían replegar sus persianas, por las que a través de las rendijas, plasmar en su retina esta longeva tradición zalameña en este último recorrido del 2006. Una vez culminada la visita a la Iglesia Parroquial, nuevas costumbres en tradiciones arragaidas en el tiempo. El Romerito, en la ya profunda oscuridad de la noche, acogió por sus carriles, los cantos de El Rosario, proporcionando a las personas que moran los fines de semana en esta finca, esta singular musicalidad, que transportada por la noche ventosa acaecida, tornó los recovecos del lugar del rumor propio del octubre zalameño.