Impensable es el día de San Blas sin uno de los elementos más característicos de esta pequeña fiesta zalameña: los Cordones de San Blas. Todos recordamos haberlos tenido en alguna ocasión colgados del cuello, atados al cabecero de la cama, sobre la mesita de noche, sobre un cuadro de algún santo...Justo a la entrada de la ermita, en el dintel izquierdo de la puerta, se sitúa el punto de venta de estos objetos tan típicos de este día. Una pequeña mesa, con dos cajas de galletas de latón donde guardar los cordones, forman el pequeño puesto donde Manolita Trigo nos recibe con una sonrisa.Manolita es la principal mantenedora de esta antigua tradición “....su fabricación viene de mi bisabuela y mi tatarabuela, que yo sepa. A mi me salieron los dientes aquí. El pozo que hay en la sacristía lo hizo mi abuela. Ahí estaba la casa, junto a la sacristía, y ahí tenía su cama.”Observamos los cordones y podemos comprobar que su elaboración debe ser algo compleja. Manolita es quien se dedica a fabricarlos “...los cordones los hago yo, con la ayuda de Leonor, a lo largo de todo el año. Antes los hacían nuestras tías abuelas, nuestras abuelas, mi madre, y ahora yo, que soy quien sigue con la tradición.” En el rostro apreciamos un gesto que detona nostalgia “...antes, como había más tiempo y estábamos en Zalamea, se comenzaba a después de Feria, pero ahora, como somos menos gente, comienzo lo antes posible, y si puedo empezar mañana, mucho mejor”Mientras Manolita nos cuenta todos esto, la gente no deja de entrar en la ermita a adquirir el cordón de rigor “...yo uno verde,...yo rojo...yo azul” van solicitando los compradores.Entre venta y venta, nuestra interlocutora sigue respondiendo a nuestras pregunta “... la fabricación es laboriosa: compro las bobinas de seda, hay que ir torcindo los hilos para hacer el cordón, y después añadirles tres borlas. La seda viene muy mala y hay que mojarla para trabajarla, peinarla y después recortarla...lleva bastante trabajo”Entre los cordones podemos aprecian un gran variedad de colores “...no tienen una simbología específica, excepto el cordón amarillo y rojo, que es signo del Mártir. La gente le llama San Vicente. Entre risas nos confiesa “...después la gente me pide un cordón del Betis, del Barça, del Real Madrid, del Huelva...Yo los voy haciendo de todas las combinaciones de colores posible, para que todo el mundo tenga su cordón"Manolita tarda varias horas en hacer una docena, segundos en venderlos. La gente no deja de adquirirlos. “El dinero íntegramente se destina a la restauración y mantenimiento de la ermita”Manolita se lamenta que esta tradición, la elaboración de los cordones, se acabe con el tiempo, puesto que nos dice que la juventud no los hace. Aunque nos indica tajantemente “mientras yo pueda hacerlos, lo seguiré elaborando”Gente como Manolita Trigo siguen manteniendo en pie los entresijos de las más añejas tradiciones zalameñas.