El encabezamiento de este escrito estoy seguro que sonará a muchos a música desafinada, ya que habrá quien piense que cómo se va a escribir sobre algo que no se ha vivido. Y tienen toda la razón no se puede escribir sobre lo que no se ha vivido, pero si de lo que la transmisión oral te ha dejado, aunque siempre habrá quien desvirtúe lo oído si es para buscar algún beneficio propio o de allegados.
Yo tuve un padre que siempre me contaba cómo era la Zalamea de sus años mozos, cómo era el campo, las calles, las fiestas, las costumbres… y por ello hoy puedo, con ese gran bagaje que me dejó, pasar a mis allegados las cosas cómo eran antes de mí y en mis tiempos, que ni mejores ni peores… sino distintos.
Estamos en Carnaval y en la lucha de Dº Carnal contra Dª. Cuaresma siempre gana doña Cuaresma, aunque al final, cuando vienen los llantos de los enterramientos. Siempre fue La Sardina, hoy en cada sitio se entierra a quien o qué, que a cada gentes les parece, se entierra el gurumuelo, la botella de aguardiente… más lo suyo es el entierro de la referida SARDINA, ya que la literatura y la pintura lo han inmortalizado.
Poseo documentación en forma de canciones de las Murgas que desfilaban por las calles de Zalamea y al final pondré unas estrofas de una de estas canciones. Esta Agrupación que data de 1893 y que según el documento era su segundo año, pertenecía a mi tía-abuela Gregoria González Caballero, exactamente es del 2 de Febrero.
Voy a referir cómo eran los Carnavales que mi padre me contó. Según decía se organizaban unos grandes bailes en el casino “El Nuevo Permanente”, al que asistían todos disfrazados y qué derroche de confetis y serpentinas no habría que cada cierto tiempo, personas encargadas de esta misión, sacaban a la calle de La Plaza con carrillos de mano las ingentes cantidades de estos confetis y papelillos para quemarlos (hay que hacer constar que la calle de La Plaza estaba empedrada), una vez hecha esta operación continuaba el baile.
También había murgas y chirigotas, que se desplazaban a los pueblos de alrededor donde cantaban por las calles. No había concurso de coplas en teatros ni lugares públicos, sólo se hacían pasacalles mejor o peor disfrazados o caracterizados. En cuanto a esto último quiero contar una caracterización que mi padre junto a un grupo de amigos hicieron uno de esos años. Pensaron realizar un gran gramófono, de aquellos de discos de pizarra. Lo realizaron en la carpintería de mi abuelo, y allí comenzaron a realizar la caja del gramófono. ¿Cómo sería la especie de parihuela de la caja que al intentar sacarla de la carpintería tuvieron que destejar el cuarto para saca
Yo tuve un padre que siempre me contaba cómo era la Zalamea de sus años mozos, cómo era el campo, las calles, las fiestas, las costumbres… y por ello hoy puedo, con ese gran bagaje que me dejó, pasar a mis allegados las cosas cómo eran antes de mí y en mis tiempos, que ni mejores ni peores… sino distintos.
Estamos en Carnaval y en la lucha de Dº Carnal contra Dª. Cuaresma siempre gana doña Cuaresma, aunque al final, cuando vienen los llantos de los enterramientos. Siempre fue La Sardina, hoy en cada sitio se entierra a quien o qué, que a cada gentes les parece, se entierra el gurumuelo, la botella de aguardiente… más lo suyo es el entierro de la referida SARDINA, ya que la literatura y la pintura lo han inmortalizado.
Poseo documentación en forma de canciones de las Murgas que desfilaban por las calles de Zalamea y al final pondré unas estrofas de una de estas canciones. Esta Agrupación que data de 1893 y que según el documento era su segundo año, pertenecía a mi tía-abuela Gregoria González Caballero, exactamente es del 2 de Febrero.
Voy a referir cómo eran los Carnavales que mi padre me contó. Según decía se organizaban unos grandes bailes en el casino “El Nuevo Permanente”, al que asistían todos disfrazados y qué derroche de confetis y serpentinas no habría que cada cierto tiempo, personas encargadas de esta misión, sacaban a la calle de La Plaza con carrillos de mano las ingentes cantidades de estos confetis y papelillos para quemarlos (hay que hacer constar que la calle de La Plaza estaba empedrada), una vez hecha esta operación continuaba el baile.
También había murgas y chirigotas, que se desplazaban a los pueblos de alrededor donde cantaban por las calles. No había concurso de coplas en teatros ni lugares públicos, sólo se hacían pasacalles mejor o peor disfrazados o caracterizados. En cuanto a esto último quiero contar una caracterización que mi padre junto a un grupo de amigos hicieron uno de esos años. Pensaron realizar un gran gramófono, de aquellos de discos de pizarra. Lo realizaron en la carpintería de mi abuelo, y allí comenzaron a realizar la caja del gramófono. ¿Cómo sería la especie de parihuela de la caja que al intentar sacarla de la carpintería tuvieron que destejar el cuarto para saca
rla a la calle. Bajo este artilugio se colocaban los músicos que cabían debajo, con sus instrumentos, y cuando en el desfile hacían una parada el encargado de dar cuerda hacía como que colocaba un disco, daba cuerda y movía el brazo de la aguja, en ese momento los músicos comenzaban a tocar la pieza elegida y las comparsas bailaban al son de esta música.
En mis tiempos no había carnavales, hasta que Bernabé y un grupo comenzaron a sacarlo copiando un poco a los de Cádiz. En relación con estos carnavales para mí debían tener un recuerdo triste, y no es así porque yo sabía que algún día se me concedería el privilegio de la resurrección, ya que fui ejecutado, si, si, ejecutado por los comparsas que formaban aquella chirigota.
Ni mi familia ni yo pusimos el grito en el Cielo, ni la sangre llegó al río, lo mismo que no cargamos contra ellos con insultos ni vejaciones, sino que se le siguió el juego de la broma, que es como pensábamos que era, aunque en el trasfondo, por parte de algunos, se intentó ridiculizarme y vejarme. Al siguiente día mi hermana mayor se presentó al entierro de la sardina toda vestida de luto, con manto y todo, y al ser preguntada sobre el por qué ese luto tan riguroso contestó “creo que mi hermano se lo merece”. No les guardé, ni les guardo, rencor porque sigo queriendo pensar que tan solo fue una broma, aunque como les he dicho a ellos, con muy mala leche. (Esto ocurría en el 1986). Ha llovido ¿verdad? Este carnaval obviamente, como dicen algunos, si lo viví.
Estas que siguen son las estrofas anunciadas anteriormente:
Saludemos al Alcalde
todos con sombreros en mano
démosle vivas a España
al Gobierno y Soberano.
Viva Zalamea
que es noble y leal
ella se ganó
titulo real.
Pastor, al que después de ejecutado no se le cantó ni un mal responso.
En mis tiempos no había carnavales, hasta que Bernabé y un grupo comenzaron a sacarlo copiando un poco a los de Cádiz. En relación con estos carnavales para mí debían tener un recuerdo triste, y no es así porque yo sabía que algún día se me concedería el privilegio de la resurrección, ya que fui ejecutado, si, si, ejecutado por los comparsas que formaban aquella chirigota.
Ni mi familia ni yo pusimos el grito en el Cielo, ni la sangre llegó al río, lo mismo que no cargamos contra ellos con insultos ni vejaciones, sino que se le siguió el juego de la broma, que es como pensábamos que era, aunque en el trasfondo, por parte de algunos, se intentó ridiculizarme y vejarme. Al siguiente día mi hermana mayor se presentó al entierro de la sardina toda vestida de luto, con manto y todo, y al ser preguntada sobre el por qué ese luto tan riguroso contestó “creo que mi hermano se lo merece”. No les guardé, ni les guardo, rencor porque sigo queriendo pensar que tan solo fue una broma, aunque como les he dicho a ellos, con muy mala leche. (Esto ocurría en el 1986). Ha llovido ¿verdad? Este carnaval obviamente, como dicen algunos, si lo viví.
Estas que siguen son las estrofas anunciadas anteriormente:
Saludemos al Alcalde
todos con sombreros en mano
démosle vivas a España
al Gobierno y Soberano.
Viva Zalamea
que es noble y leal
ella se ganó
titulo real.
Pastor, al que después de ejecutado no se le cantó ni un mal responso.
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PASTOR CORNEJO