Cualquiera de nosotros recuerda sus primeros pasos religiosos, en el colegio, en casa o en el pueblo…
Añoraréis días de fiesta, y en ellas las de tu patrón; tan bien vestidos por las madres, impecables y con caras de alucinados, observando lo que ocurría a tu alrededor con admiración. Contemplando con curiosidad la devoción, la cual poseen sobretodo los más mayores y con la que te han enseñado a convivir. Te acordarás de la misas, y por supuesto de la Novena, La Novena de San Vicente.
Nueve días para rezar, festejar y engrandecer a nuestro Patrón. Se os vendrá al recuerdo haber asistido alguna vez a ella, bien con los padres o con los abuelos, que te llevaban de la mano para iniciarte en los primeros pasos de esta religión, y enseñarte a querer a nuestro San Vicente. Recordareis ir de la mano en la procesión pero algo que seguro, muchos recordamos es a la abuela, ya incapaz de ir a su iglesia, tan dulce y cariñosa, sentada en su sillón, junto a la estufa, con su rosario y su novena en las manos. Rezando todo y cada uno de los nueve días………..su novena.
Aquel librito viejo y estropeado por el uso, pero guardado con gran cariño y por supuesto con gran fe.
A las que aún lo hacen y participan desde sus casas en el rezo, y a las que ya no pueden, seguro que San Vicente se lo agradecerá, y en sus nietos quedará grabado la ternura de sus abuelas en el fervor al Santo.
……A todas las abuelas