Se van nuestros familiares, y las casas se quedan sordas, acostumbradas estos días a tanto jaleo. Los niños vuelven al colegio mostrando sus juguetes favoritos, otros aparecen rotos en contenedores y olvidados en casa. Los estudiantes se marchan a Huelva o Sevilla, pensando en la próxima fiesta o puente…
Llegamos a una época parecida a cuando termina nuestra feria septembrina, de transición y sin muchos alicientes. Y es aquí cuando surge el motivo del escrito.
Por todos es conocida la famosa cuesta de Enero. Cada año es nombrada y renombrada en prensa, radio y televisión……., hasta en la sopa.
Se podría hablar hasta la saciedad, siempre desde un punto de vista socialmente generalizado. Pero en esta ocasión la idea es quitarle una poco de trascendencia, para que se nos haga más ameno y cercano.
Terminada las Navidades y todo el desenfreno consumista, vuelve la normalidad, porque realmente es así, las aguas vuelven a su cauce y siguen su curso habitual.
Después de realizar todo tipo de locuras ensimismados por una propaganda incitadora al derroche, empezamos a cavilar nuestras cuentas para llegar a fin de mes, ¡y cuesta!
He aquí cuando se hacen los propósitos de enmienda, y se conjeturan las normas a seguir en el nuevo año.
Unos optan por quedarse en casa y no salir para nada, así no se gasta. Otros intentan hacer las mínimas compras, y esto trae por la calle de la amargura a los comerciantes. Tanto en bares como en tiendas de comestibles, la clientela opta por escasear en su consumo; donde antes cabía un kilo de tomates, ahora sobra con un par de ellos, y donde antes se tomaban tres cervezas, ahora se toman dos. Hasta el cuponero anda quejándose, y es que un año más, la suerte ha sido esquiva a tanto boleto navideño, y cuesta volver a confiar en la diosa fortuna del azar.
Hay muchos que optan por meterse un lema en la cabeza, “año nuevo, vida nueva”. Y se apuntan al gimnasio u otra opción más económica, apuntarse a la conocida “ruta del colesterol”, por recomendación médica o por perder esos kilos que se han ganado en las pasadas fiestas. Y este año más que nunca, se está optando por dejar de fumar. Tampoco Zalamea está siendo muy restrictivo con la prohibición, pero bueno, está de moda y cualquier excusa es buena.
De todos modos siempre hay gente inconformista, que se plantean irse a Huelva en busca de las rebajas.
Como veis, la cuesta de Enero no es para todo el mundo igual. Hay diferencias de pensamientos y de bolsillos, todo es del color del cristal con que miramos.
Cada año es lo mismo, agobios al principio, pero siempre se consigue salir a flote.
Como cualquier mes, la única diferencia es empezar un nuevo año, y comenzarlo con ánimos y ganas de solventar todos los problemas que se nos plantearon en el anterior periodo.
Llegamos a una época parecida a cuando termina nuestra feria septembrina, de transición y sin muchos alicientes. Y es aquí cuando surge el motivo del escrito.
Por todos es conocida la famosa cuesta de Enero. Cada año es nombrada y renombrada en prensa, radio y televisión……., hasta en la sopa.
Se podría hablar hasta la saciedad, siempre desde un punto de vista socialmente generalizado. Pero en esta ocasión la idea es quitarle una poco de trascendencia, para que se nos haga más ameno y cercano.
Terminada las Navidades y todo el desenfreno consumista, vuelve la normalidad, porque realmente es así, las aguas vuelven a su cauce y siguen su curso habitual.
Después de realizar todo tipo de locuras ensimismados por una propaganda incitadora al derroche, empezamos a cavilar nuestras cuentas para llegar a fin de mes, ¡y cuesta!
He aquí cuando se hacen los propósitos de enmienda, y se conjeturan las normas a seguir en el nuevo año.
Unos optan por quedarse en casa y no salir para nada, así no se gasta. Otros intentan hacer las mínimas compras, y esto trae por la calle de la amargura a los comerciantes. Tanto en bares como en tiendas de comestibles, la clientela opta por escasear en su consumo; donde antes cabía un kilo de tomates, ahora sobra con un par de ellos, y donde antes se tomaban tres cervezas, ahora se toman dos. Hasta el cuponero anda quejándose, y es que un año más, la suerte ha sido esquiva a tanto boleto navideño, y cuesta volver a confiar en la diosa fortuna del azar.
Hay muchos que optan por meterse un lema en la cabeza, “año nuevo, vida nueva”. Y se apuntan al gimnasio u otra opción más económica, apuntarse a la conocida “ruta del colesterol”, por recomendación médica o por perder esos kilos que se han ganado en las pasadas fiestas. Y este año más que nunca, se está optando por dejar de fumar. Tampoco Zalamea está siendo muy restrictivo con la prohibición, pero bueno, está de moda y cualquier excusa es buena.
De todos modos siempre hay gente inconformista, que se plantean irse a Huelva en busca de las rebajas.
Como veis, la cuesta de Enero no es para todo el mundo igual. Hay diferencias de pensamientos y de bolsillos, todo es del color del cristal con que miramos.
Cada año es lo mismo, agobios al principio, pero siempre se consigue salir a flote.
Como cualquier mes, la única diferencia es empezar un nuevo año, y comenzarlo con ánimos y ganas de solventar todos los problemas que se nos plantearon en el anterior periodo.