domingo, 8 de enero de 2006

Repiques de una nueva bienvenida.

La mañana abrió luminosa para Tí. Las pequeñas y blancas nubes tachonaban un azul cielo que brillaba como en los muchos domingos de enero que paseas por nuestras calles. Y es que otro año más, tu pueblo, Zalamea la Real, te fue a buscar a tu casa, aquella en la que recibes día tras día el resto del año, a tu gente que te pide y te ruega por males y que te da gracias por tu escucha y tu consuelo.
De nuevo los cohetes fueron anunciando desde muy temprano que la campana de tu espadaña nos llamaba para acudir a ésta cita número 561 en la historia de este pueblo que te eligió como protector en aquel lejano 1425.
Era la hora de traerte al lugar donde puedas lucir como en ningún otro, nuestra Parroquia, aquí, cerquita de todos, para que en tu próxima festividad recibas los homenajes de tus hijos y devotos desde el altar mayor, que se viste de gala con tu sola presencia en él.
Pasado ya el mediodía, los tambores resonaban en el aire bajando por calles aledañas a la parroquia, guiando a la gente por una carretera muy particular, la tuya, la que lleva hasta tus plantas, que bordeada de naranjos servía como escondite al sol que nos volvía a bañar con su poderosa luz cuando pasábamos de unos a los otros.
Y una vez en la barriada que te guarda celosa, tu cara y toda tu imagen, se conjugó con una algarabía de cohetes, música, flores frescas y pisadas que seguían el camino que emprendías.
Primero fue la barriada del sepulcro la que te dijo hasta luego, con su emblemática Ermita, abierta de par en par y donde la Hermandad que la guarda te recibía gozosa. Luego el Parque del Medio Ambiente y para finalizar este pequeño, pero emotivo traslado, la imagen siempre bella de la subida por la calle La Iglesia, desde donde todo partió y donde todo iba a terminar, entre revuelo de campanas de una Parroquia que abría sus puertas a su vecino de Enero, porque éste mes tiene nombre en Zalamea.
Enero es patrón ,es familia reunida, son domingos de procesión y de días grandes. Y es así porque enero, en este rincón de Huelva, huele, sabe, suena, siente y mira en un solo rumbo, el que nos marcas tú, Señor nuestro San Vicente; porque como bien rezan tus himnos; “la vasta limitrofía de tu amada Zalamea, ya sea lugar, villa o aldea, en tu protección confía”.

J.González