De cualquier zalameño es bien conocido un rincón tan entrañable de nuestro pueblo como es la Plaza Talero. Todos saben, así mismo, que su nombre se debe al busto que hay en su centro. Lo que ya no es tan conocido es quién era este hombre y cuáles fueron sus méritos para recibir el honor de contar con un monumento. Si además añadimos que, en contra de lo que mucha gente cree, este señor no era zalameño aumentaremos la intriga acerca de este personaje.
Antes de explicar quién fue y qué hizo conviene recordar previamente algunos hechos. En los últimos años se han publicado algunos libros sobre unos sucesos ocurridos en 1888 y que colocaron a los pueblos de la Cuenca Minera y a Zalamea en particular en primera plana de las noticias nacionales y fueron el tema central del debate político en el país. Estos libros novelan la historia de los hechos ocurridos en aquellas fechas pero no se ajustan a la realidad por lo que nos parece interesante enfocarlo desde una perspectiva rigurosamente histórica. Estamos hablando de lo que durante mucho tiempo se recordó en nuestro pueblo como el “día de los tiros”. Tuvieron lugar el 4 de Febrero de 1888, sábado, y fue el punto culminante de un proceso de lucha de los pueblos agrícolas contra la todopoderosa Compañía inglesa de Riotinto debido a los humos que producían las calcinaciones de los minerales al aire libre, sistema empleado en aquellos tiempos para extraer el metal del mineral. Esos humos llegaban a los pueblos cercanos produciendo enfermedades y destruyendo cosechas y arboledas.
A modo de resumen podemos decir que, en el día señalado, una manifestación que partió de Zalamea y se unió a otra de obreros en El Valle se dirigió al antiguo pueblo de Riotinto para protestar por la situación originada por los humos de las calcinaciones. Una compañía de soldados que se encontraba apostada junto al Ayuntamiento disparó a bocajarro sobre la masa de manifestantes a pesar de la actitud pacífica y festiva de los mismos. El resultado fue una gran cantidad de muertos, - se habló de más de 200 -, y numerosos heridos aunque oficialmente sólo se reconocerían trece fallecidos.
Este suceso, como ya dijimos más arriba, alcanzó una gran resonancia nacional tanto a nivel mediático como político. Fue precisamente por su intervención a favor de los pueblos por la que Don Juan Talero mereció el reconocimiento de las poblaciones afectadas por los humos de las explotaciones mineras.
Este hombre nació en Bujalance (Córdoba) en 1859. Desde muy temprano destacó por su inteligencia y capacidad de trabajo, estudió la carrera de derecho que terminó a los 19 años de edad, actividad que compaginó con el periodismo. Teniendo tan sólo 26 años se dedicó a la política dentro del partido liberal, liderado en aquel entonces por Sagasta, saliendo elegido como diputado por el distrito de Aracena, iniciándose así su contacto con la provincia de Huelva.
Con anterioridad a los sucesos que hemos narrado una comisión de los pueblos y, después de aquel fatídico 4 de Febrero, el mismo alcalde de Zalamea se trasladaron a Madrid para defender las posturas de los afectados en medio de aquel debate político que se originó. Hoy sabemos que don Juan Talero ayudó de manera discreta a aquella comisión y trabajo cerca del gobierno a cuyo mismo partido pertenecía para que se prohibieran las calcinaciones al aire libre que tanto daño estaban causando, cosa que se consiguió el 28 de Febrero de 1888 mediante la publicación de un decreto que prohibía expresamente este tipo de fundición. Desgraciadamente, unos meses después, en el mes de Mayo, Don Juan Talero y García, cuando contaba tan solo 28 años, murió en Sevilla como resultado de una grave enfermedad.
Dos años más tarde Zalamea la Real, el 20 de Mayo de 1890, reconoció la labor ingente de este hombre levantando un busto en su honor en una pequeña plaza, que transcurridos 116 años, aún sigue en pie en esta población. Es nuestro pueblo el único que conserva de aquella época alguna referencia a estos sucesos que aunque hoy permanecen en el olvido fueron en su momento uno de los hechos más significativos sucedidos en la Cuenca Minera de Riotinto y desde luego el único que convirtió a Zalamea en protagonista de la política y la prensa de esa época como tendremos ocasión de comprobar más adelante
En los últimos veinte años han salido a la luz muchos documentos que han venido a aclarar el conocimiento que teníamos sobre estos hechos y que han puesto de manifiesto el papel destacado que tuvo Zalamea. Muchos de estos aspectos han permanecido ocultos y no han sido suficientemente tratados, es por tanto nuestra intención iniciar una serie de artículos que den a conocer algunos de los temas de más interés que, como hemos tenido oportunidad de comprobar, siguen constituyendo un capítulo apasionante de nuestra historia.
Antes de explicar quién fue y qué hizo conviene recordar previamente algunos hechos. En los últimos años se han publicado algunos libros sobre unos sucesos ocurridos en 1888 y que colocaron a los pueblos de la Cuenca Minera y a Zalamea en particular en primera plana de las noticias nacionales y fueron el tema central del debate político en el país. Estos libros novelan la historia de los hechos ocurridos en aquellas fechas pero no se ajustan a la realidad por lo que nos parece interesante enfocarlo desde una perspectiva rigurosamente histórica. Estamos hablando de lo que durante mucho tiempo se recordó en nuestro pueblo como el “día de los tiros”. Tuvieron lugar el 4 de Febrero de 1888, sábado, y fue el punto culminante de un proceso de lucha de los pueblos agrícolas contra la todopoderosa Compañía inglesa de Riotinto debido a los humos que producían las calcinaciones de los minerales al aire libre, sistema empleado en aquellos tiempos para extraer el metal del mineral. Esos humos llegaban a los pueblos cercanos produciendo enfermedades y destruyendo cosechas y arboledas.
A modo de resumen podemos decir que, en el día señalado, una manifestación que partió de Zalamea y se unió a otra de obreros en El Valle se dirigió al antiguo pueblo de Riotinto para protestar por la situación originada por los humos de las calcinaciones. Una compañía de soldados que se encontraba apostada junto al Ayuntamiento disparó a bocajarro sobre la masa de manifestantes a pesar de la actitud pacífica y festiva de los mismos. El resultado fue una gran cantidad de muertos, - se habló de más de 200 -, y numerosos heridos aunque oficialmente sólo se reconocerían trece fallecidos.
Este suceso, como ya dijimos más arriba, alcanzó una gran resonancia nacional tanto a nivel mediático como político. Fue precisamente por su intervención a favor de los pueblos por la que Don Juan Talero mereció el reconocimiento de las poblaciones afectadas por los humos de las explotaciones mineras.
Este hombre nació en Bujalance (Córdoba) en 1859. Desde muy temprano destacó por su inteligencia y capacidad de trabajo, estudió la carrera de derecho que terminó a los 19 años de edad, actividad que compaginó con el periodismo. Teniendo tan sólo 26 años se dedicó a la política dentro del partido liberal, liderado en aquel entonces por Sagasta, saliendo elegido como diputado por el distrito de Aracena, iniciándose así su contacto con la provincia de Huelva.
Con anterioridad a los sucesos que hemos narrado una comisión de los pueblos y, después de aquel fatídico 4 de Febrero, el mismo alcalde de Zalamea se trasladaron a Madrid para defender las posturas de los afectados en medio de aquel debate político que se originó. Hoy sabemos que don Juan Talero ayudó de manera discreta a aquella comisión y trabajo cerca del gobierno a cuyo mismo partido pertenecía para que se prohibieran las calcinaciones al aire libre que tanto daño estaban causando, cosa que se consiguió el 28 de Febrero de 1888 mediante la publicación de un decreto que prohibía expresamente este tipo de fundición. Desgraciadamente, unos meses después, en el mes de Mayo, Don Juan Talero y García, cuando contaba tan solo 28 años, murió en Sevilla como resultado de una grave enfermedad.
Dos años más tarde Zalamea la Real, el 20 de Mayo de 1890, reconoció la labor ingente de este hombre levantando un busto en su honor en una pequeña plaza, que transcurridos 116 años, aún sigue en pie en esta población. Es nuestro pueblo el único que conserva de aquella época alguna referencia a estos sucesos que aunque hoy permanecen en el olvido fueron en su momento uno de los hechos más significativos sucedidos en la Cuenca Minera de Riotinto y desde luego el único que convirtió a Zalamea en protagonista de la política y la prensa de esa época como tendremos ocasión de comprobar más adelante
En los últimos veinte años han salido a la luz muchos documentos que han venido a aclarar el conocimiento que teníamos sobre estos hechos y que han puesto de manifiesto el papel destacado que tuvo Zalamea. Muchos de estos aspectos han permanecido ocultos y no han sido suficientemente tratados, es por tanto nuestra intención iniciar una serie de artículos que den a conocer algunos de los temas de más interés que, como hemos tenido oportunidad de comprobar, siguen constituyendo un capítulo apasionante de nuestra historia.
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Manuel Domínguez Cornejo y Antonio Domínguez Pérez de León