El Zalamea se tira al callejón frente a un débil rival, y cuando la ocasión se recubría con un halo de optimismo generalizado por la superioridad plasmada en el terreno de juego. Juanma, precipitado en los cambios, quizás transmitió cierta relajación tras el descanso, donde El Campillo se vino arriba al transformar una pena máxima.
Ver para creer, así podríamos titular el encuentro de ayer frente a El Campillo en el Perea Anta con buen ambiente en la grada y tarde soleada, ya era hora. Tras las últimas jornadas donde el Zalamea había desplegado un buen fútbol y viendo la trayectoria decadente del equipo rival, la afición zalameña esperaba una victoria segura en el derbi.
El Zalamea saltó al campo con autoridad, controlando la parcela ancha y solventando con premura cualquier avance de la escuadra azul y blanca, que no llegaba a las inmediaciones de Johnny con peligro. Superioridad aplastante, sobre el tapete, e instantes de juego de gran nivel por parte del equipo entrenado por Juanma desde el banquillo, donde había una comedida tranquilidad pese a que el gol no llegaba.
Pronto llegó el 0 – 1, materializado por Vizcaíno en el segundo palo tras peinar por alto Fernando que no llegó a enchufarla dentro tras saque de esquina. A los pocos minutos, y faltaban unos 15 minutos para el descanso, llegó el 0 – 2, obra de Alex que remató a placer delante del portero tras un buen pase de Portu desde el costado izquierdo del ataque. Hasta aquí todo normal, un equipo superior hacía prevalecer su control en el juego y el marcador. En el ambiente se preveía una cómoda victoria por goleada, frente a un conjunto que se ha venido desinflando paulatinamente desde el comienzo de la segunda vuelta.
Con este marcador se llegó al descanso, jugadores a la caseta…
Juanma, una forma de dar minutos a la plantilla, muy loable por cierto, dejó en los vestuarios a Portu, Pirulo y Fernando. En su lugar salieron Vicente, Xavi e Isaac. Tres cambios de golpe, que quizás influyó en el subconsciente de los jugadores para inquirir cierta relajación. El equipo estaba funcionando bien, tanto en lo físico como en lo táctico, por lo que los cambios se deberían haber dejado para algo más tarde. En estos minutos, Carlos, muy bien acompañado por su escudero Fernado en la primera parte, se veía algo más desguarnecido pese a tener a Isaac haciendo las funciones destructivas por delante de la defensa. Por bandas habíamos perdido todo peligro con la salida del campo de Portu y Pirulo, y Vizcaíno era mera isla en el ataque. Para compensar al equipo Juanma decidió dar entrada a los 10 minutos a Carlos por José Javier que andaba tocado en su tobillo. El Cañorero ocupó su puesto como delantero centro e Isaac tapó el hueco en la defensa. Con todo, El Campilo se empezó a estirar en ataque, cosa que no había hecho en todo el partido. No había un peligro patente en sus acercamientos, pero se intuía que un gol campillero, en cualquier acción, podía cambiar la dinámica del encuentro. Y tanto se palpó, que al 20 de la segunda mitad, llegó el 1 – 2 tras un lanzamiento de penalti. Tonto, pero justo.
Tras el gol campillero los nervios afloraron en los jugadores zalameños, que veían como los jugadores campilleros se multiplicaban en ataque por ambas bandas. Era increíble como un equipo sin alma durante buena parte del encuentro, tenían ahora una fuerza extra para correr con sentido y crear peligro en la portería de Johnny, que se tuvo que emplear a fondo para aguantar la ventaja en el marcador. Tras varios acercamientos El Campillo logró establecer el 2 – 2 en el marcador; alegría desbordada en la escuadra azul y blanca y desazón generalizada en el Perea Anta, “feudo” del equipo foráneo en esta ocasión. No se encontraba explicación a lo sucedido, y lo que era peor no se veía remedio para corregir la dinámica del envite.
Tuvo que aparecer el Cañonero en el interior del área, que se hizo con un balón caído desde el cielo para fusilar al portero a bocajarro. 2 – 3 en el marcador, y todo hacía presagiar que se iba a llegar a la conclusión con este resultado, pero tras la insistencia y el ímpetu de El Campillo por no irse de vacío, subió el 3 – 3 al marcador, porque llegar no llegó. El árbitro señaló el centro incomprensiblemente al entender que el balón había traspasado el arco zalameño. el juez de línea no había corrido la banda decretando el gol, y los jugadores zalameños requirieron la presencia del árbitro para que se anulara el gol tras consultar a juez de banda. El balón había sido despejado por Jesús con un escorzo imposible justo antes de entrar en meta, pero el árbitro hizo prevalecer su autoridad y desacreditó incomprensiblemente al linier.
Una semana más, las decisiones arbitrales hacen daño al Zalamea, decisiones que determinan los detalles que hacen que los puntos bailen de un sitio a otro. En los últimos partidos las decisiones arbitrales han hecho que el equipo zalameño se vea perjudicado en sus aspiraciones por el ascenso. Los árbitros se sienten cómodos en el Perea Anta, y a diferencia de otros perímetros de la categoría, el campo zalameño carece de esa presión ambiental. Por otra parte, la Directiva zalameña tenía que dar quejas a la Federación por los últimos arbitrajes sufridos; equipos como el Beas, muy favorecido, vemos que salen impugnes, incluso cuando se produce una invasión de campo con agresión de por medio…ver para creer.