sábado, 27 de marzo de 2010

"Evocaciones de nuestras fiestas: La Semana Santa". Parte II: "La Hermandad en el tiempo".

"La hermandad en el tiempo" es la segunda parte de este especial que hemos elaborado junto a nuestro vecino Manolo. En él trataremos aspectos significativos de la vida de la hermandad en otros tiempos.

Los primeros recuerdos que posee Manolo de la Semana Santa de Zalamea, como se indicó en la primera parte, se relacionan con los cultos celebrados en la parroquia, pero en cuanto a procesiones, nos hace significar algo que llamaba tremendamente su atención, en una mezcla de pena y sorpresa: La procesión del Viernes Santo, cuándo aún no había Cristo Yacente y se utilizaba al Cristo de la Sangre para tal fin. Lo más curioso era que cuándo llegaba al sepulcro se bajaba el Cristo del paso ayudado por una carrucha que se ponía en un árbol cercano a la Ermita, posteriormente se introducía en el Sepulcro y era la imagen que los hombres besaban tras terminar la Via sacra. La sorpresa era debida, por mi corta edad, a la forma en que se bajaba la imagen y la pena, por saber que esta imagen debía ir por faltar la antigua talla del Yacente, que con el tiempo llegó al pueblo”.


La Virgen de la Soledad actual era la que salía junto al Cristo durante los días que siempre han sido tradicionales en el pueblo: Jueves santo, madrugada y tarde de Viernes santo. Mediante iban llegando las nuevas imágenes, se iba comenzando a construir la base de lo que hoy encontramos en nuestras procesiones.

La referencia a nuestro escultor Manuel Domínguez Rodriguez han sido insistentes en todo su relato, procurando su persona dejar clara la voluntad y trabajo que este vecino, tan querido por nuestro pueblo, puso en legarnos la semana santa que tenemos, en mucho, gracias a su desinteresado trabajo.

En los primeros años que recuerda, asume que la hermandad, como tal, no existía, simplemente un grupo de personas se encargaban de preparar los dos sencillos pasos que componían nuestras procesiones, dentro de la humildad que daba la falta de recursos. “Siempre el problema económico ha estado muy presente en la semana santa y hermandad de zalamea, pero a pesar de eso, siempre ha salido adelante, mejorando siempre y avanzando de menos a más a lo largo de los años y siempre con mucha fé, intención y constancia”.

La llegada de las nuevas imágenes, comenzando con la de Nuestro Padre Jesús Nazareno supone un revulsivo.

“Ya son tres los pasos que se tienen, pues se compra unas andas a la hermandad de los capiruchos negros de Valverde, donde salía el “Señor del Santo”. Se adaptan al Nazareno (hoy queda de ese primer paso la crestería dorada del paso de la Soledad) y sale en la tarde del Jueves junto a la Virgen de la Soledad en su modesto palio de seis varales, tres en cada lado, con dos candelabros y dos jarras ante Ella y
alumbrada con el foco de una bicicleta según nos comenta riendo, no sin cierta añoranza de los apuros que vivieron en aquellos años, mezclado con la ilusión que causaba el trabajo en torno a las procesiones.

Posteriormente nos cuenta como llegaron, para el Señor, los faroles y su nuevo paso (el anterior al actual) diseñados y ejecutados por el escultor y personas del propio pueblo en la carpintería.

“Manuel el escultor, va trabajando poco a poco, y dentro de sus posibilidades en aumentar el escaso patrimonio de la hermandad y labra años después del Nazareno a María Santísima de los D
olores, que permaneció en casa de la hermana del escultor hasta que éste pudo acabar la imagen dotándola de su candelero, tras lo cual, fue llevada a la iglesia y se celebró fiesta solemne por la llegada de la nueva imagen al pueblo, algo muy deseado. Esta imagen tomo el lugar de la Virgen de la Soledad en el modesto palio, que con los años tuvo cambios, pues de nuevo, nuestro escultor y orfebre, toma presencia realizando unos respiraderos que formaron un paso mayor y un palio de malla con aplicaciones de orfebrería, además de los diez varales y las jarras del palio y nazareno. Esos respiraderos luego fureon segregados e introducidos en unos marcos de madera que formaban otros respiraderos mayores, que hasta hace pocos años iban en el palio”.


La Soledad comenzó a procesionar en la tarde del Viernes Santo en un calvario, que se preparaba en el mismo paso del Nazareno, una vez entraba este en la iglesia el jueves.

“Se desmontaba y se adaptaba para la virgen. La foto que viene tras la portada del boletín de esta cuaresma corresponde a la Soledad en ese paso, luciendo una saya confeccionada con una sábana del Cristo Yacente, dada la inexistencia de más ajuar y con un cíngulo con unas tiras de tisú que amablemente se cedieron por parte de un particular. Lo único que poseía la virgen era el manto”.

Así la Semana Santa fue prosperando poco a poco, llegó al pueblo la imagen de San Juan y con los años se incorporó al paso de “la Escalera” como se le ha venido popularmente conociendo.

El Cristo de la Sangre ha tenido a lo largo del tiempo tres pasos “Uno, el primero de madera de okume perforado para respirar los costaleros, que entonces iban por dentro del paso. Luego, otro de formica y por último el actual, obra de manolo el escultor, al que se le añaden unos faroles que compra en Sevilla a la Hermandad del Cristo de Burgos”.

En cuanto a los pasos del Viernes Santo “el del Yacente proviene de unos respiraderos comprados, igualmente, en Sevilla, que separaron en varios paños para introducirlos en una estructura de madera que permitiera hacer un paso mayor”.


En otros aspectos, la presencia de la mujer en la Semana Santa zalameña, fue en otros tiempos más discutida, pues no se permitía.

"Se busca regularizar a las mujeres que salían de penitentes, pues aunque antes salieran, lo debían hacer a escondidas y ayudadas de personas que las apoyábamos. Se celebraron reuniones, con mayoría positiva y se decide que se pueden vestir y animó bastante las filas de penitentes por las calles. Ya podían ir descubiertas sin esconderse. Se buscan personas que cosen y la hermandad iba pagando poco a poco las túnicas”.

Por otro lado nos demuestra los escasos recursos que poseían cuándo nos comenta: “Por ejemplo, las flores, hubo una serie de personas. Se dedicaban a pedir por ahí, por calles y bares. La gente participaba de otra manera”. A la vez, recuerda la existencia de la anterior banda de cornetas, en respuesta a la pregunta que le hacemos sobre la que actualmente se va creando: “fue una ilusión hecha realidad. Empezó a escucharse una banda de cornetas cuando venía una de nerva, la de la cruz roja, creo que se llamaba. La hermandad se hizo cargo de una banda en zalamea y Norberto se encargó de ella. Fue una cosa nueva”.

En cuanto a la hermandad piensa que : “Hermandad y cofradía resume lo mismo. Es único en el mundo sacar cuatro cofradías la misma Hermandad. Es digno de alabar. Tiene un costo que nadie ve; flores, cera y música. Piensa que la gente participa y no se debe perder la ilusión. Sin el pueblo no se puede hacer nada y la semana santa sigue siendo de mucho peso. Es culto, cultura y ambiente para el pueblo”.

En la tercera parte de nuestros especiales conoceremos sus propias emociones en torno a la fiesta que nos prestamos a vivir, será “Vivencias personales”.