En torno a las vivencias de este, nuestro vecino, mucho se podría escribir. De todo lo que nos ha comentado vamos a destacar ciertas curiosidades y frases.
En su recién comenzada juventud se hizo cargo de la vestimenta de las imágenes de la hermandad, tomando el lugar de Manuel el escultor.
“Manolo empezó a vestir las imágenes y yo le ayudé a vestirlas dándole alfileres y lo necesario para su labor. Un año, cuándo yo tenía catorce años, No pudo venir a vestirlas, y entonces los miembros de la hermandad me eligieron, dado que había estado cerca del que realizaba esa labor. Eso sí, esa noche me tuvieron que mantener despierto a base de café y coca cola”.
En cuánto a esta actividad que desempeñaba en la Hermandad, tiene una anécdota que la destaca por lo que de sentimental resulta para su vida y la de su familia.
“Cuándo estaba mi mujer embarazada de mi pimer hijo, vestí a la Virgen el jueves de pasión, pues me dio la corazonada de que mi hijo llegaría al mundo el día de la Virgen, viernes de Dolores, ese año, 28 de marzo. Terminé de vestirla esa noche y al día siguiene mi hijo llegó al mundo. Por ello es diferenciada y conocida en su casa la Virgen de los Dolores como la Virgen del niño”.
En cuánto a esta labor, lo único que más le preocupaba era días como los que nos cuenta:
“Me preocupaba el movimiento del manto cuando esta no llevaba pollero, sobre todo cuando hacía viento, pues entonces sabía que la tenía que acompañar toda la procesión. En más de una ocasión tuve que subirme a arreglarla, pues se soltaban alfileres por la fuerza del viento y se abría el manto en la delantera de la imagen”.
No se declina por ninguna procesión en particular y dentro de los cultos propios de la Parroquia en estas fechas, destaca con especial cariño, el año 1972, en que se le permitió por primera vez y coincidiendo con la Semana santa, repartir la comunión entre los fieles.
En su recién comenzada juventud se hizo cargo de la vestimenta de las imágenes de la hermandad, tomando el lugar de Manuel el escultor.
“Manolo empezó a vestir las imágenes y yo le ayudé a vestirlas dándole alfileres y lo necesario para su labor. Un año, cuándo yo tenía catorce años, No pudo venir a vestirlas, y entonces los miembros de la hermandad me eligieron, dado que había estado cerca del que realizaba esa labor. Eso sí, esa noche me tuvieron que mantener despierto a base de café y coca cola”.
En cuánto a esta actividad que desempeñaba en la Hermandad, tiene una anécdota que la destaca por lo que de sentimental resulta para su vida y la de su familia.
“Cuándo estaba mi mujer embarazada de mi pimer hijo, vestí a la Virgen el jueves de pasión, pues me dio la corazonada de que mi hijo llegaría al mundo el día de la Virgen, viernes de Dolores, ese año, 28 de marzo. Terminé de vestirla esa noche y al día siguiene mi hijo llegó al mundo. Por ello es diferenciada y conocida en su casa la Virgen de los Dolores como la Virgen del niño”.
En cuánto a esta labor, lo único que más le preocupaba era días como los que nos cuenta:
“Me preocupaba el movimiento del manto cuando esta no llevaba pollero, sobre todo cuando hacía viento, pues entonces sabía que la tenía que acompañar toda la procesión. En más de una ocasión tuve que subirme a arreglarla, pues se soltaban alfileres por la fuerza del viento y se abría el manto en la delantera de la imagen”.
No se declina por ninguna procesión en particular y dentro de los cultos propios de la Parroquia en estas fechas, destaca con especial cariño, el año 1972, en que se le permitió por primera vez y coincidiendo con la Semana santa, repartir la comunión entre los fieles.
Dentro de los distintos cultos que se han celebrado, preparados por la hermandad a sus titulares, nos señala el realizado al Cristo Yacente el año que utilizaron un busto de una dolorosa que en muy mal estado permanecía en la Parroquia. Lo destaca por novedoso en esos tiempos y sorprendente, así como por el trabajo que supuso realizarlo.
“Recuerdo con cariño los cultos con una Virgen y el Yacente. La Virgen estaba en la Parroquia envuelta en paños y que por su mal estado y su material, se perdió. Era de pasta madera. Le limpiamos la cara y las manos y le dimos un poco de color. Estaba escondida y en muy mal estado, pues no estaba al culto, principalmente por ser de baja calidad. Se le prepararon un cuerpo y soporte para colocar al Yacente. La sorpresa de Don Andrés fue mayúscula cuándo al entrar a la Parroquia al día siguiente, en vez de dos vírgenes contaba tres. Se guardó bien protegida, pero el paso de los años destruyó la imagen, posiblemente por sus estado pésimo anterior”.
En cuánto al sentimiento que le causan las imágenes, nos ofrece palabras que seguro muchos de vosotros o ustedes compartirán:
“El Nazareno es un obra cumbre. Ahí manolo, al esculpirla, dejó toda su alma, parece no sacado de manos humanas. Me impresiona la cara y sobre todo las manos. En cuánto a la Virgen de los Dolores, es una imagen y un gesto que me encanta, y la Soledad me apasiona. Ella tiene hecho hasta los dientes dentro de la boca.
El Crucificado tras la restauración cambió por completo, pues aún teniendo una muy buena base, nuestro escultor le quitó sudario y lo encarno de nuevo y le dio un color más vivo Es cierto que le puso más sangre, pero esa fue la realidad y es señal del martirio. El Cristo Yacente se escuchó que provenía de un cristo crucificado que se adaptó. Su cara es una preciosidad y hay que verla de cerca. Y San Juan es curiosos pues es de barro cabeza, manos y pies. Es muy expresivo y pienso que es cierto que necesita un soporte nuevo”.
Con estas palabras, acabamos nuestro especial de "evocaciones de nuestras fiestas" dedicado a la Semana santa. De nuevo, al igual que al principio del especial, agradecemos a Manolo Millán su colaboración, entendiéndola como esencial y fundamental para la elaboración de todos estos artículos. Esperamos que estas líneas, igualmente, sirvan para que os animéis a salir a la calle, a entrar en la Parroquia y a celebrar con intensidad todo lo que se avecina. Disfruten de la Semana Santa que sólo se celebra una semana al año.