domingo, 1 de febrero de 2009

San Blas, Romería del 3 de febrero

Como cada 3 de febrero esta fiesta gira en torno a la ermita y culto de San Blas, comienza con misa y bendición de los cordones, terminando en juegos tradicionales y dulces típicos a beneficio de Manos Unidas de Zalamea.

La ermita data de finales del siglo XV y estuvo dedicada en principio a Santa María de Hureña (o de Ureña), ya que con ese título la citan las Ordenanzas Municipales del 14 de octubre de 1534 en su capítulo XXXVIII y el informe del vicario del arzobispo en el siglo XVIII, pero ya en esta misma centuria -23 de junio de 1710- San Blas aparece como titular de la iglesia de El Madroño, dependiente eclesiásticamente de Zalamea.

En el siglo XIX, años 1837 y 1844, la ermita es mencionada con el titulo de San Blas (desaparece el de Nuestra Señora de Hureña) y se le adscriben una huerta y dos tierras numeradas que costean una función religiosa en su día y una lámpara de aceite que arde ante el altar todo el año.

Sobre la ermita cabe mencionar que debió ser una iglesia mudéjar que fue muy reformada en el siglo XVIII. En su construcción se aprovecharon sillares de piedra romanos, visibles todavía. Una de las ermitas más antiguas de Zalamea, construida en parte con materiales arquitectónicos romanos, es la que está actualmente bajo la advocación de San Blas. Su an¬tigua titular, plasmada en una talla gótica y posiblemente traída por los primeros colonos cristianos en la segunda mitad del siglo XIII, es Santa María de Ureña, citada en el libro de la cofradía de San Vicente en la temprana fecha de 1.425.

Las Ordenanzas Municipales de 1535, dadas a Zalamea por el Arzobispo de Sevilla, Alfonso Manrique, expresa la existencia de una ermita en las afueras del pueblo en honor de Santa María de Horueña. Probablemente fue construida por el padre del primer Conde de Ureña, Pedro, Señor de Ureña. La cita está en el capítulo XXXVIII y dice así:

Transcripción: Capítulo XXXVIII. De los cotos para viñas en tiempos de esquilmo

Otrosí, fue acordado que fuesen cotos para las dichas viñas en tiempo de esquilmo que se entiende desde el día de San Juan de cada una año en adelante, hasta ser alzada la vendimia. Y ningunos ganados pueden pastar en ellos por los mojones y límites siguientes: Tomando de la Cruz que dicen del Viejo aderezando a la entrada del carril que está bajo la Herezuela a dar a las peñas donde majan la casca y dende por la peña que dicen el Coto de los Viejos a dar a la esquina de la viña que fue de Alonso Ortega, a dar al camino que va a dar a Santa María de Ureña y el camino adelante hasta el puerto asomante a la dicha ermita y donde pasa el cabezo alto que está encima de dicho puerto aderezando al regajo que viene asomante la huerta de Juan Toro y el regajo arriba a dar en el puerto y la otra regajada abajo a dar en el agua de Mingo Gil, a dar en la dehesa”.







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En el siglo XVIII es citada en el informe del Vicario de Zalamea al Arzobispo en esta nota: "Fuera de la villa, a alevante, esta la Hermita de Santa María de Hurueña, 1534".

“Habría, pues, que retro¬traer por lo menos a los finales del XV la erección de su ermita, ya que no la Imagen………….Ureña es el nombre de una antigua Vi¬lla del Municipio de Fuenteginaldo (Salamanca). Parece ser que en 1457, Pedro, Maestre de Calatrava, hermano de Juan Pacheco el valido de Enrique IV, e hijo de Alfonso Talles Girón, obtiene el título de "Señor de Ureña", de Osuna, de Cazalla y de otros importantes dominios" con lo que constituye El Mayorazgo de Ureña. Logra la legitimación de los hijos habidos en Isabel de las Casas y Enrique IV da la Villa de UREÑA, con título de Condado al mayor de sus hijos Alfonso Telles Girón, quien le concedió sus armas, que son tres girones movientes en campo de gules. El primer Conde de Ureña es pues Alfonso Telles Girón………………..Queda por descubrir si en estos "otros importantes dominios" que constituyen el Señorío de Ureña, de Osuna, de Cazalla, etc. entraría Zalamea, y así se explicaría la erección de la ermita de Santa María de Ure¬ña a finales del siglo XV, por el padre del primer Conde de Ureña (Pedro Señor de Ureña) o por el Conde mismo, años más tarde”.

La Imagen de Sta. María de Ureña es una joya escultórica de Zalamea la Real, hoy se encuentra en la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción y San José y ha sido totalmente restaurada por nuestro paisano Manuel Domínguez. «Providencialmente no sucumbió en la barbarie del 18 de julio de 1936. No fue quemada, sino partida en ocho trozos. Algunos, como la cabeza del Niño Jesús y el brazo de la Virgen, se perdieron ...

Imagen de la Virgen con el Niño, procedente de la Ermita de San Blas (antes de Santa María de Ureña): Es una interesante escultura de madera, para policromar, obra del bajo renacimiento sevillano del círculo de Juan Bautista Vázquez, el Joven, y otros escultores contemporáneos: de hacia 1.530. Mide 1,50 metro; restaurada la policromía, la mano derecha y la cabeza del niño”.

San Blas fue obispo de Sebaste en Armenia durante el siglo IV., gran taumaturgo, que murió mártir en el año 316, en la persecución de Licinio. Entre sus milagros se cuenta el haber librado de ahogarse a un joven que estaba atragantado con una espina de pescado, razón por la cual fue elegido como patrono contra los males de garganta. Su culto se difundió por toda Europa durante la Edad Media, convirtiéndose en un santo muy popular.

Se cuenta que camino del martirio la gente se agolpaba a su paso, pidiéndole su bendición e implorando la curación de sus dolencias. Una madre le presentó a su hijo moribundo, a causa de una espina atravesada en la garganta. San Blas, compadecido, impuso la mano sobre el niño, hizo la señal de la cruz en su garganta, rezó por él…. Y el niño volvió sano a su desconsolada madre.


La fiesta de San Blas es una romería de invierno que hasta hace pocos años era muy celebrada tanto en Zalamea, como en los pueblos vecinos, especialmente El Campillo y, en menor medida, Valverde. El trayecto entre el pueblo y la ermita se hacía a pie, dada su cercanía, y las familias llevaban preparada para la ocasión la comida en una cesta, conocida incluso como la «cesta de San Blas».

En la ermita, bien entrada la mañana, se celebraba la misa cantada, a cuyo fin los fieles se agolpaban ante el altar para ungir su garganta con el aceite bendecido. Elemento típico de la romería son los multicolores cordones de San Blas, que muchos zalameños han llevado y llevan al cuello o cuelgan a la cabecera de la cama.

Los mayores, acabada la misa, se preocupaban de encontrar en el paraje que rodea a la ermita un lugar tranquilo donde extender una manta (es época invernal) y sobre ella un blanco mantel donde colocar las viandas para la comida Según la tradición culinaria ligada a la fiesta de San Blas, ese día, 3 de febrero, aparte de verse según el refranero la primera cigüeña, se comía la primera salchicha y la sarta de bellotas. Las sartas de bellota, rematadas por racimos de madroños, se colgaban en los techos o doblados de las casas desde noviembre hasta febrero junto a ristras de granadas. Éstas se comían en Reyes como símbolo de abundancia y aquéllas en San Blas. Por otra parte, como en tiempos se mataba el cerdo en casi todos los hogares de Zalamea, era tradición que las madres guardasen la primera salchicha del mondongo para comerla en San Blas.

La romería era un auténtico muestrario de juegos infantiles, muchos de ellos quizás ya olvidados, que tenían lugar en el intervalo entre el final de la misa y la hora de la comida.. Los juegos preferidos eran saltar a piola, los ladrones, la jolibarda y hacer de las adelfas los trabucos. Las niñas iban a los suyos: el salto de la cuerda….

El tren de El Buitrón, cuyas vías pasaban cerca de la ermita, era un elemento más de la fiesta, hasta que, desgraciadamente, dejó de circular. En la romería, el maquinista tocaba el silbato de la locomotora y reducía la velocidad antes de llegar a la estación vieja para que los pasajeros procedentes de los pueblos vecinos se descolgaran del convoy en marcha, momento que solía tener lugar, cuando el tren procedía de Valverde, en la subida de la cuesta de San Blas.


"Hoy, San Blas no es lo que era; es una celebración que habría que reactivar devolviéndole su antiguo esplendor popular (gastronomía, juegos). Apenas ha quedado relegada a la celebración de la misa por la tarde, y a degustar dulces típicos zalameños a beneficio de Manos unidas. Aún hoy se siguen haciendo los tradicionales cordones. No podemos pasar por alto mencionar a Bruno, gracias a este paisano, la ermita ha sido conservada con todo su esplendor…”

(Bibliografía: JESÚS FLORENCIO, M. (1991): Un pueblo por descubrir, Cap.X Un pueblo en fiestas pp. 282 ss. Ed. Autor.)

Fotos y artículo: Amigos del Patrimonio de Zalamea la Real. 2009