El Villar logra el primer premio, Cándido Caro el segundo con una bonita candela, y el Paseo Redondo obtuvo el tercer puesto. La participación, como viene siendo costumbre en los últimos años, fue alta_La noche acrecentó la lluvia, por lo que no hubo una gran afluencia de personas en la calle.
El paso del Día de la Candelas dejará un buen número de resfriados, ya que numerosos zalameños y zalameñas tuvieron que mojarse en el día de ayer para montar sus candelas. El tiempo no dio tregua en todo el día, y las faenas de última hora se hicieron bastante arduas. Pese a todo, un año más, se demuestra la buena salud con la que cuenta esta tradición zalameña, y la participación fue bastante grande con 35 candelas a concurso. Desde todos los rincones del pueblo y el término surgieron fogatas para alumbrar la noche; sitios ya consagrados por el peso de la tradición y otros lugares donde están proliferando candelas formadas por grupos de jóvenes. Se echó de menos la candela del Mercado de Abastos que este año, siendo de las más longevas y representativas, no se celebró.
El auge del concurso sigue creciendo año tras año, (de 28 hemos pasado a 35) y las reuniones se esmeran por lograr que sus fogatas estén entre las tres ganadoras al final de la noche. Voluminosas, altas, decoradas, practicas para realizar la típica barbacoa; en definitiva, candelas de todo tipo y con un único fin, pasar una noche festiva en buena compañía. Costumbres arraigadas en los barrios y sus vecinos, transmitidas a las nuevas generaciones que cogen el testigo del compromiso social por un pueblo y su añeja tradición, haciendo que en la noche del repique por la Purísima, Zalamea, por la ilusión de su gente, brille con una luz especial y transmita su magia.
De entre todas las fogatas, llamaron la atención dos candelas; una por su tamaño y otra por su decoración. El primer premio recayó en la candela de El Villar, donde sus habitantes conformaron la fogata más voluminosa del día.
Por dentro estaba maciza, rellena de leños y raíces de gran tamaño; en su exterior, la jara recubría en su totalidad una estructura de gran corpulencia, pero acusaba achatamiento.
La segunda candela que nos llamó la atención fue la situada en Candido Caro, que en los últimos años opta siempre al premio por el tesón de su gente a la hora de formarla. En ella recayó el segundo trofeo por una bonita candela con formación añeja, que reflejaba la estampa clásica de fogatas empinadas con base redonda. Como viene siendo habitual en este grupo de amigos, la candela culminaba con una decoración original y trabajada; en esta ocasión una gran botella de aguardiente acompañada de dos copas coronaban la estructura con iluminación incluida.
El tercer premio lo obtuvieron el grupo de amigos que realizaron la candela en el Paseo Redondo. Llamó la atención principalmente por su tamaño, y en cuento a la estructura era homogénea conformando una fogata voluminosa.