domingo, 31 de agosto de 2008

Especial Revista Feria: Rin, rin ¡Hola!

De nuevo, como todos los años, acabo de recibir del Excelentísimo Ayuntamiento, la invitación para colaborar en la ya tradicional revista de nuestra FERIA. Así, con letra "grande", pues para todos nosotros y nosotras es nuestra gran FERIA. Fiesta en la que nos reunimos como todos los años para disfrutar del encuentro con nuestros familiares, amigos y visitantes. Y como no. también con nuestros queridos ausentes. A todos los que les deseo desde estas líneas, que disfruten felizmente de todos los acontecimientos y celebraciones con entusiasmo y alegría en estos días maravillosos, que a lo largo de los años han ido y nos van dejando tan agradables recuerdos y tamas vivencias que cuando menos lo esperamos, aflorar a nuestra actualidad sin el menor esfuerzo, pero que ahí estaban.

Me acerque a la puerta de la calle a recoger la carta de invitación en el preciso momento que pasaba mi nieto Juan.

- Hola abuela, vente para casa. - No porque estoy esperando un aviso de conferencia y no me puedo ir. - Abuela y ¿qué es un aviso de conferencia? - No, no. Es que me he equivocado, te quise decir que estoy esperando una llamada de los titos que van para Sevilla y no me quiero ir hasta que me llamen. - Pues llámalos tú al móvil y te vienes. - Es que con esto del carnet por puntos porque no está permitido utilizar el móvil conduciendo, prefiero que me llamen ellos cuando lleguen. - Bueno, pues hasta luego. - Adiós.

Entré para dentro y vi como una de las teclitas del teléfono estaba "parpadeando". Tomé el auricular y era que mi hija acababa de llegar a Sevilla sin ningún problema. Hay que ver cuantos adelantos... coger el auricular y ... tiene un mensaje, dos o tres... y tantas llamadas sin mensaje, número recibido a tal hora, tal día... o tiene una llamada sin mensaje del número tal... recibido hoy... En fin que hoy ya no existe ningún impedimento para estar en contacto con quien quieras y a la hora que quieras.
Y del móvil no digamos, ese dispositivo electrónico que ha evolucionado tantísimo que a la vez que están hablando se pueden estar viendo mientras se comunican, contactan con Internet, pueden ver partidos de fútbol, tienen videojuegos. radio...Hoy cas¡ todas las familias tienen un móvil particular. Mayores, chicos y pequeños que saben más que nosotros los mayores. Bueno lo digo por mí. que a mis 80 años estos adelantos para mí son incomprensibles.

No sé como llegó a mis labios la frase del aviso de conferencia con la que contesté a mi nieto, en vez de decirle que estaba esperando una llamada de teléfono. Puede ser, como decía antes que tenemos tantas cosas almacenadas en el cerebro que cuando menos se espera salen a flote.

Allá por los años 1945 que llegué a Zalamea donde ya me quedaría para siempre, la forma de comunicarnos telefónicamente era a través de la centralita de teléfonos que estaba situada en la última casa de la calle D. Juan Díaz, cerca del mercado de abastos. Al no ser de aquí, al cabo de tantos años, puede que tenga algún error al recordar a las personas que estuvieron a cargo de la centralita de teléfono y espero me disculpen. Quiero recordar a las hermanas Tránsito y Sacramento, a nuestra querida y recordada amiga Pepa Moreno, también conocida por "Pepa la del teléfono". Otra Pepa, la viuda de Urtain conductor de las camionetas y la úllima que estuvo hasta que se cerró la centralita el día 28 de diciembre de 1979 que fue Dolores Rabadán García.

Pues bien, en aquellos tiempos el único medio que había para comunicarse telefónicamente con el exterior era mediante la Centralita pues entonces todavía no se disponía de teléfonos particulares ni de las cabinas. Pero tampoco se podía hablar como ahora. Se tenía que ir a solicitar una llamada pero mediante el aviso de conferencia que tardaba varias horas y a veces lo tenían que dar para el día siguiente. Recuerdo que mi padre me decía muchas veces; -niña ve a la Centralita que le den un aviso de conferencia para hablar a Sevilla. Los avisos sólo se podían poner hasta las 2 de la tarde. Había unos jovencilos que se encargaban de llevar los avisos a casa de los interesados por lo que recibían su correspondiente propina. Nuestro amigo Carmelo Garzón me dicen que también desempeñó estos menesteres en algunas ocasiones. Más tarde se fueron colocando los teléfonos particulares y las cabinas por distinlos lugares del pueblo, causa ésta por lo que se cerraría la Centralita.

Hoy vengo observando como en muchos hogares tienen la costumbre de asignar a sus chavalillos una paguita semanal o mensual, cosa que en aquellos años no se acostumbraba y no tenían ni para comprarse un chupachup. Por lo que los jovencitos, como no tenían para hablar por teléfono, se inventaron un artilugio que consistía en pegar una tanza a la moneda que tenían que introducir en la cabina y cuando ya creían que pasaba el tiempo tiraban de la tanza y sacaban la moneda esperaban y la volvían a introducir y así se llevaban largo rato hablando con los novios que estaban en el servicio, las arniguitas y demás.

También antes de que hubiera teléfono en todas las casas, corría la voz ¡que en tal cabina no cuesta hablar! ¡En la Plaza Talero, en la Plaza de Abastos! Quizás porque estaban llenas de monedas y no le cabían más o no habían pasado a recogerlas. Entonces quienes tenían los hijos fuera estudiando íbamos corriendo (yo también) a llamar al teléfono gratuitamente. Como la noticia corría por el pueblo había que hacer cola.

No me quisiera despedir sin dar las gracias a muchas familias que me ofrecían su teléfono para dar alguna razón a mis hijos que estudiaban fuera y yo aún no tenía teléfono. Y así seguiría...

Bueno parece que me estoy pasando.

Y para finalizar: ¡FELICES FIESTAS!

Benilde Fernández