martes, 15 de julio de 2008

La Historia de un curso de velas

Un fanal es una pantalla de cera en cuyo interior vamos a poner una vela. El fanal no es lo que se va a consumir, es sólo un elemento decorativo para poner velas en su interior. Los fanales están muy de moda. No son para iluminación porque la luz que dan es muy tenue, pero son ideales como elemento decorativo.




En los recuerdos de mi niñez, aparece “la calle del lagar” y me desdibuja una casa con un gran corral, una alberca, unas tinajas semienterradas con unas canalizaciones con sabor a añejo. Una vez, pregunté y me contaron que era un antiguo lagar de hacer velas. De ese recuerdo nostálgico y agradable vino el tener la afición de hacer velas artesanales, que unido ver a mi abuelo y a mi padre tallar las maderas para hacer muebles, hizo que no sólo quisiera hacer velas sino darle un toque propio tallando columnas, capiteles, formas sinuosas y antiguas como las portadas de edificios ilustres.

Las velas no sólo guardan el misterio de las formas sino también el de la luz. Invocan un momento álgido donde un objeto inerte manifiesta su alma y transmite los sentimientos de los que han prendido su luz.

Toda vela cuando se hace de forma artesanal tiene algo especial, no es un objeto vacío igual a todos los demás de una serie, sino que posee su propia entidad ya que es, en cierta manera, irrepetible, y ésa es la grandeza de la artesanía.

Por estas razones, en las JORNADAS CRISTIANO MUSULMANAS del 2006 la asociación de mujeres“ILUSIONES Y REALIDADES” más las MADRES de alumnos, vendieron unas velas y velones artesanales realizadas para sufragar los gastos del viaje de fin de curso del colegio.

El interés mostrado por las personas que visitaron la haima, nos hizo pensar, a la asociación y a mí, que no sería malo enseñar a la gente a realizar esas artesanías y con ese motivo se organizó un curso de fabricación de velas artesanales. En el transcurso de las clases, se denota el ambiente entre un grupo de personas que disfrutaban en la elaboración y el diseño de nuevas formas, colores, aromas, combinaciones estéticas, etc. Cada día era un nuevo reto y a su vez un descanso de la cotidianidad que las hacía entrar en el mundo de la creatividad y que luchaban por encima de las dificultades que siempre surgen. A ese grupo de personas mi más sincero agradecimiento por haber pasado de ser un curso más de técnicas de fabricación a, como se decía, “la imaginación al poder”; y prueba de todo ello es lo que veis en las imágenes.

Por todo lo antes narrado gracias a todos:

Raúl Domínguez López.