Las inmediaciones de la Plaza de Toros zalameña, recobró el pasado viernes el flujo constante de gente, que el coso de los arrepentidos presenta normalmente en los días de feria cuando las tardes de toros se convierten en protagonista de la jornada. El sol vestía su ausencia mientras las calles aledañas se convertían en afluentes de visitantes ante la llamada poderosa que realizaba una de las actividades estrellas de las jornadas.
Sin diferencia de sol y sombra el coso zalameño acogía en sus antiguos graderíos un lleno casi absoluto a la espera de los caballeros medievales, que si bien en la edición anterior eran anónimos, en esta ocasión regresaban al torneo con nombres y apellidos, conociendo muchos de los allí presente sus andanzas del año anterior. Daban las 9:15 de la tarde noche, cuando la puerta de cuadrilla en su apertura presentó a los primeros protagonistas del evento: Los Reyes del Castilla y León y el Arzobispo de Sevilla desfilaron sobre el albero para darse el acostumbrado baño de masas. Pero en esta ocasión los protagonistas serían otros. Y así sucedió cuando sobre sus corceles, tres de los caballeros anunciados saltaron a la arena, dispuestos a dirimir sus disputas. Ataviados de sus respectivas insignias y colores, Juan Domingo de Zalamea “ Caballero Blanco”, Don Niño de Carvajales “ Caballero rojo” y Don Álvaro Díaz, señor de Calatraba “Caballero Azul” recorrieron el camino que les separaba de la comitiva real y religiosa, para rendir pleitesa a los ilustres visitantes. La expectación aumentaba en las gradas ante las dudas de la desaparición del caballero negro de la anterior edición. Alguna eventualidad habría producido su sorpresiva baja de última hora. Y fue entonces cuando el coso zalameño se sumió en la penumbra. Tras un haz de luz desplegado por unas bengalas en la zona sol, una figura emergió de entre las sombras. Lord Cuevas “caballero negro”, señor de las tretas y artimañas no consentiría que tal ilustre evento se desarrollara sin su presencia. Carreras por las gradas perseguido por miembros del ejercito real, lucha entre el público al más estilo hollywoodense e incluso amenazas con su afilada espada a algún desalentado espectador, colmaron de espectacularidad el inicio del lance. En su huida y desde la zona de presidencia, una vez acorralado, dio muestras de su valentía, al escapar de la situación deslizándose en una tirolina hacia el ruedo en un alarde de espectacularidad que dejo al público con la boca abierta. Es de destacar como estos jóvenes zalameños, amantes del mundo del caballo, se introducen en sus roles hasta tal punto que son capaces de realizar cualquier acrobacia más propia de especialistas del cine que de caballistas zalameños.
Siguiendo con un guión finamenete hilvanado, lord cuevas se metió al público en su bolsillo alcanzando el fin que perseguía. El rey consintió su participación en el torneo y los caballeros fueron comenzaron a disputar las distintas pruebas que tenían que superar. Pasos por arcos de fuego, precisión en el tiro de lanzas, golpeo de escudos giratorios y finalmente lucha a dos, acabaron con el triunfo del misterioso caballero negro. Cuando todo apuntaba al fin de la representación y el publico ya se daba por satisfecho, la oscuridad dejó el coso zalamero inerte de luz. De nuevo fueron unas bengalas la que iluminaron una parte del graderío, para que un monje, que durante todo la noche había estado paseando su misterio por la zona de sillas de la plaza, se deshiciera de su hábito, para mostrar a un joven guerrero musulmán que no estaba dispuesto a que en ese punto acabara la contienda.
Sin temor, se delizó por la tirolina, entre las tenuidad de las pocas luces que quedaron iluminando el torneo, y una vez en el ruedo dio batalla al caballero negro hasta conseguir la victoria. Tímidamente se dirigió hasta lo reyes y desprendiéndose del turbante, decubrió al respetable su verdadera identidad. Una joven niña se había hecho con el torneo, un torneo que esperamos se siga repitiendo en ocasiones venideras, donde de nuevo podamos disfrutar de la osadía de estos jóvenes zalameños, que en su trabajo desinteresado dotan de espectacularidad a una fiesta en continuo crecimiento como son estas jornadas medievales zalameñas. Bravo por ellos y que sus mercedes nos regalen el próximo año nuevas experiencias como las de este.