Después del temporal viene la calma. Ya por la vispera del viernes se empezaba a sentir, como si la naturaleza quisiera recordar que la Feria era la señal de la entrada del otoño, y el reloj del tiempo quiso recordar esa transición del equinoccio de otoño, aunque faltaran unos días, dejándonos una ración de agua propia de ese cambio.
Pero el Dios Eolo dijo estáis confundidos, hay que eliminar esos nubarrones que interfieren el ciclo normal. Infló sus carrillos y la mañana del sábado amaneció radiante … como debe ser una mañana que se precie de una feria como la de Zalamea.
La tarde del viernes, salieron al ruedo de esa coqueta placita de nuestra Zalamea seis magníficos toros, en los que todos los aficionados pusimos todas las esperanzas de una hermosa corrida, como antaño fue en nuestro pueblo.
Llegó la mañana del sábado, y un corre-corre se sentía entre los aficionados que ya desde muy temprano se habían desplazado, como hacían antes en los trenes especiales, al reclamo de la presencia de aquellos toros, ¡que son los Cuadri! Los Cuadri, herederos de la sangre de aquellos, que en noches de luna llena, más de un maletilla se atrevió a dar unos pases en los llanos de las dehesas de Dª Juana.
La plaza estaba hermosa y parecía un pergamino blanco, después de las remodelaciones que se le han hecho. (En otro momento hablaremos de esto). Aquel pergamino blanco se fue llenando de borrones multicolores del público que empezó a llenar su graderío.
Sonó la hora de la verdad, y elegantemente vestidos, como cuadra a una plaza de la solera de la nuestra, se aposentaron el Sr. Presidente, el Sr. Asesor (que debutaba, ¿se debe decir Asesorcantano? y el Sr. Veterinario. Todos de “veintiún botón”, como antes queda dicho. Pañuelo blanco sobre el antepecho del palco, y cuadrillas que se forman a las órdenes del director de lidia. Arranca la música y comienza, con un atronador aplauso, el paseíllo de esos tres gladiadores que se las tendrán que ver con los antagonistas que se encuentran en toriles.
Salta el primero. Comienza su lidia y un silencio, roto de vez en vez por los aplausos, se deja sentir en nuestra nueva plaza durante la lidia. Así pasó entre aplausos y silencios, silencios con los que también Zalamea sabe dar a entender cómo va la “cosa”.
No voy a dar una reseña de la corrida, porque para eso están plumas y mentes más preclaras que las mías para ello. Si quiero decir que me he llevado una grata impresión de nuestra plaza, que se empiezan a hacer las cosas guardando los protocolos. Aunque no se qué hacen los monosabios dando palos, y cerca del grupo formado por toro picador y caballo si no ha habido ningún percance, y el reglamento es muy claro para esta suerte; así como nuestros magníficos alguacilillos que al llegar a la presidencia han de romper uno hacia la derecha y otro hacia la izquierda para que se cumpla por lo que se conoce su paseo, “despeje de plaza” simbólico. No recogieron la llave que ha de dar el Sr. Presidente…. Pero todo se conseguirá, si los aficionados y las personas a las que compete todos estos protocolos ponemos un mucho de nuestra parte. Queda mucho por rehacer para que esta plaza vuelva a ser la que soñaron Los Arrepentidos, la que gozamos muchos cuando éramos muchachos y la que gozarán las generaciones venideras, porque parece que hay voluntad para ello.
Zalamea la Real. Feria del 2011
P.D. ¿Por qué no se visten las mujeres de gitana, si siempre fue así? Sé que he salido poco a la feria, nada, y sólo he visto a una en los toros, que acompaño su foto con su permiso. La feria fue antes que El Romerito. ¿Sacan por las noches los mantones de manila? Tal vez si se organizara un concurso de sevillanas en la sesión vermut, como un acto más de la feria…. Algunas se animarían, creo.
Pero el Dios Eolo dijo estáis confundidos, hay que eliminar esos nubarrones que interfieren el ciclo normal. Infló sus carrillos y la mañana del sábado amaneció radiante … como debe ser una mañana que se precie de una feria como la de Zalamea.
La tarde del viernes, salieron al ruedo de esa coqueta placita de nuestra Zalamea seis magníficos toros, en los que todos los aficionados pusimos todas las esperanzas de una hermosa corrida, como antaño fue en nuestro pueblo.
Llegó la mañana del sábado, y un corre-corre se sentía entre los aficionados que ya desde muy temprano se habían desplazado, como hacían antes en los trenes especiales, al reclamo de la presencia de aquellos toros, ¡que son los Cuadri! Los Cuadri, herederos de la sangre de aquellos, que en noches de luna llena, más de un maletilla se atrevió a dar unos pases en los llanos de las dehesas de Dª Juana.
La plaza estaba hermosa y parecía un pergamino blanco, después de las remodelaciones que se le han hecho. (En otro momento hablaremos de esto). Aquel pergamino blanco se fue llenando de borrones multicolores del público que empezó a llenar su graderío.
Sonó la hora de la verdad, y elegantemente vestidos, como cuadra a una plaza de la solera de la nuestra, se aposentaron el Sr. Presidente, el Sr. Asesor (que debutaba, ¿se debe decir Asesorcantano? y el Sr. Veterinario. Todos de “veintiún botón”, como antes queda dicho. Pañuelo blanco sobre el antepecho del palco, y cuadrillas que se forman a las órdenes del director de lidia. Arranca la música y comienza, con un atronador aplauso, el paseíllo de esos tres gladiadores que se las tendrán que ver con los antagonistas que se encuentran en toriles.
Salta el primero. Comienza su lidia y un silencio, roto de vez en vez por los aplausos, se deja sentir en nuestra nueva plaza durante la lidia. Así pasó entre aplausos y silencios, silencios con los que también Zalamea sabe dar a entender cómo va la “cosa”.
No voy a dar una reseña de la corrida, porque para eso están plumas y mentes más preclaras que las mías para ello. Si quiero decir que me he llevado una grata impresión de nuestra plaza, que se empiezan a hacer las cosas guardando los protocolos. Aunque no se qué hacen los monosabios dando palos, y cerca del grupo formado por toro picador y caballo si no ha habido ningún percance, y el reglamento es muy claro para esta suerte; así como nuestros magníficos alguacilillos que al llegar a la presidencia han de romper uno hacia la derecha y otro hacia la izquierda para que se cumpla por lo que se conoce su paseo, “despeje de plaza” simbólico. No recogieron la llave que ha de dar el Sr. Presidente…. Pero todo se conseguirá, si los aficionados y las personas a las que compete todos estos protocolos ponemos un mucho de nuestra parte. Queda mucho por rehacer para que esta plaza vuelva a ser la que soñaron Los Arrepentidos, la que gozamos muchos cuando éramos muchachos y la que gozarán las generaciones venideras, porque parece que hay voluntad para ello.
Zalamea la Real. Feria del 2011
P.D. ¿Por qué no se visten las mujeres de gitana, si siempre fue así? Sé que he salido poco a la feria, nada, y sólo he visto a una en los toros, que acompaño su foto con su permiso. La feria fue antes que El Romerito. ¿Sacan por las noches los mantones de manila? Tal vez si se organizara un concurso de sevillanas en la sesión vermut, como un acto más de la feria…. Algunas se animarían, creo.