Las pinceladas de Luis Vilches con su toreo preciosista salvaron una tarde colmada de expectación con la presencia de los Cuadri en el redondel. Lo mejor, el ambiente taurino que rodeo el festejo desde horas antes del comienzo.
La Fiesta Nacional, pese a la lucha de intereses oscuros, vive uno de esos momentos esplendorosos, y la afición puede disfrutar, hoy en día, de un ramillete de toreros que alcanzan la perfección sublime con los trastos. Zalamea la Real, plaza señera y con una tradición taurina arraigada en su cultura, revela el auge de una afición curtida, entendida y tremendamente respetuosa. El pueblo, su cultura, y sobre todo su afición merecen tardes como la del sábado por la tarde para erguirse orgullosa de su historia.
El protagonista principal de la Fiesta es el Toro, y eso quedó demostrado una vez más con la presencia de Cuadri en los carteles. Al mundo de los toros lo rodean todo tipo de circunstancias, pero cuando sale el toro todo queda en segunda lugar; el quita o pone…
Esa es la verdadera lucha que tienen que mantener los taurinos, esa es la defensa que hay que hacerle a la Fiesta, lejos de intereses ajenos a la misma; el principal enemigo de esta tradición está dentro, y su gente, unida, debe de fortalecer los criterios que la hicieron grande y popular.
Es bonito rememorar el ambiente que nos contaron nuestros abuelos con esos trenes llegando al pueblo para presenciar el festejo de la feria septembrina, es bonito ver el ambiente en la previa cuando la afición local habla orgullosa de los toros que aguardan en los chiqueros, y es bonito comprobar el semblante de una plaza ilustre ajena de la corriente populista que anuncian otras lindes. Zalamea debe defender la Fiesta desde su sitio, ese que nunca ha abandonado y ese que tantas veces nos han contado en las tertulias taurinas. Si nada más que podemos dar un festejo, no pasa nada; pero que ese espectáculo este a la altura que merece una tierra regada de sangre brava, esa que tanta gloria dio a la provincia y que merece todos los respetos.