lunes, 16 de mayo de 2011

Grandes en la derrota



Pese a la contundencia del marcador, 0-5, los del Perea Anta se sintieron arropados por una afición entregada, que no paró de animar en los 90 minutos y que despidió a los suyos con una gran ovación. Rocha, visiblemente emocionado, sintió el cariño de la hinchada cuando le pidieron reiteradamente su continuidad.

El Manuel Perea Anta vivió en la tarde de ayer una fiesta desde horas antes del comienzo del envite entre el conjunto local y el Aljaraque, primer clasificado del “grupo de la costa”. La afición se había dado cita, pese a las altas temperaturas, para animar a su equipo en esta transcendental eliminatoria; y ataviados con la chamarra roja, tambores y pancartas se apostaron en las gradas para no cesar en su empuje.

El Zalamea ya había ganado algo muy importante antes del encuentro, algo que llevaba olvidado en los archivos del club desde hace mucho tiempo, y que este año, con el trabajo y entrega de una ilusionante plantilla, las incidencias que han rodeado al equipo, y la aparición de Rocha, ha salido a relucir para desempolvar bufandas, banderas y antiguos “gritos de guerra”.

La afición se ha sentido identificada con el equipo de su tierra, lo ha acompañado en todo momento y sabido apoyarlo en los momentos más amargos. Ningún campo de la categoría puede decir que el Zalamea no cuenta con una fiel afición, allí donde ha jugado este año tenía un grupo animando y alentando a sus jugadores.

Este es el culmen de un proyecto; por el club podrán pasar jugadores, entrenadores, presidentes, pero la afición debe de estar siempre con su equipo. Estos sentimientos y esa comunión entre el equipo y la afición ha sabido amoldarse a un buen número de chavales del pueblo, y ahora están con su equipo a muerte.








Un caudal que ha sabido sobreponerse a las envestidas del invierno en unas gradas frías y gélidas, un caudal que ha sabido recuperar el cariño por el club, y un caudal que se convirtió en marea roja cuando su equipo tenía el duelo más importante de los últimos años.

















Las gradas del Perea Anta, formaron en la tarde de ayer un gran corazón rojo que no paró de latir, y que de aquí en adelante, debe ser el motor de este club casi centenario.