Oliva Soto sale a hombros como triunfador de Zalamea
Ficha técnica:
Primer festejo de Abono. Corrida de Toros.
Media entrada en los tendidos en tarde muy calurosa.
Se lidiaron seis toros de Peñajara (cinqueños y cuatreños) de muy buena aunque desigual presentación. Los corridos en primer y sexto lugar eran astados de extraordinario cuajo y trapío; el quinto el más feo y vareado. En la lidia resultaron desclasados y deslucidos. Presentando dificultades, destacaron el bravo tercero ovacionado siendo el mejor de la tarde y el corrido en primer lugar que resultó noble pero blando y el cuarto que fue manejable.
Curro Díaz (rosa palo y oro): oreja y palmas.
Oliva Soto (turquesa y oro): oreja y oreja.
Antonio Nazaré (turquesa y oro): oreja y palmas.
Tarde de "sinsabores" con duros Peñajaras.
Aún recordando los naturales que el sevillano Antonio Nazaré realizó la pasada feria al sexto de la tarde la afición se disponía a vivir otra seria tarde de toros; porque eso sí, toro había, tal vez con una presencia impropias de esta plaza y que asustan hasta el que sube la bandera. El juego se vería reflejado después más o menos en la forma de la lidia y la apuesta y el valor de cada diestro.
Sonando Maestranza se abrió el paseíllo con la esperada terna. Dos sevillanos se veían las caras tras la pasada feria de abril y abría el cartel el linarense Curro Díaz. Este echó por delante al precioso y cuajado salinero de José Rufino, que dejó con la boca abierta a todos con su presencia en el ruego; boca que se iría cerrando poco a poco por la embestida dulzona del animal. Tras una lidia infame trató de torearlo por la izquierda Curro Díaz, no llegando a convencer ni a convencerse siempre llevándolo a media altura como le pedía el pastueño animal, trató de finiquitarlo pronto con una estocada caída que le sirvió para obtener una oreja con más pena que gloria tras una petición más vociferante que blanca.
Ya con su segundo toro, manso de salida, consiguió enderezar lo mejor de la tarde con la zurda. El diestro protestó la frialdad de la plaza y la plaza le protestó que empezase a ligar sin ligar y a cruzarse sin cruzarse. Mírenlo como quieran pero al final de dos tandas buenas el de linares puso en sí el valor seco y de verdad que necesitaba el manejable toro con la zurda y le arrancó una tanda de naturales de gran plasticidad. Ahora sí rompieron los olés, los aplausos y la emoción de una plaza que no viene emocionada sino que quiere que la emocionen, y eso lo consiguió Díaz en una tanda de naturales de estética y de recuerdo y poco más. Con la derecha mejor olvidar al astado que presentó de todo menos facilidades, aun así Curro Díaz no apostó de verdad, evitó los arreones de su oponente y tras una estocada pescuecera y numerosos descabellos acabó con la vida del animal. Recibió palmas del siempre respetable.
Pundonor y arte. Así describiríamos la actuación del esperado torero de Camas, Oliva Soto. Con su primero, un toro colorao que presentó problemas de visión por su ojo izquierdo, no pudo hacer más que luchar y tragarle al desconcertante toro de José Rufino. Toro que no fue protestado y siguió en la plaza aun con el peligro que ello concierne, por lo que el cameño tuvo que echar mano de la valentía para hacer arriesgar y apostar por una faena que salió, mejor o peor, pero fue inventada por las complicaciones de su oponente, que además se volvía pronto.
Mucho arte tiene este sevillano que hace bello los pases enganchados porque se gusta; tal vez con los años llegue el aplome y la templanza, redondeando, sin enganchar, lo que le falta.
Cortó una oreja, tal vez al esfuerzo, y mató de una estocada tendida.
Con su segundo, el toro emplazado del manifiesto y de menos tipo de la corrida, realizó lo más estético de la tarde en lo que a capote se refiere, recibiéndolo con verónicas y llevando el astado al caballo con ceñidas chicuelinas. Se echó de menos el capote en la corrida de hoy; tal vez los toros, tal vez los toreros o tal vez la frialdad del público, pero el capote no se usó ni para la lidia.
En la muleta se quedó muy corto y reponía pronto. El de Camas consiguió sacar tres tandas por la derecha aguantando las miraditas del encastado animal y es que la casta para bien o para mal es lo que tiene.
El astado con un peligro sordo se dejó y el diestro que tampoco estaba muy confiado terminó pasaportándolo con un pinchazo y dos descabellos que le “valieron” para una oreja. ¿Justa? Juzguen ustedes. Siempre estuvo artístico y con mucho sabor.
El diestro tuvo un guiño al ganadero al brindarle este toro; además de matar a sus dos enemigos en los medios.
Volvía también el triunfador Antonio Nazaré, volvía para ver más pitones en la plaza de los Arrepentidos y para consolidar el triunfo rotundo del pasado año.
Le tocó en suerte el mejor toro de la tarde, un toro bravo que no fácil y que demostró su codicia en el tercio de varas cayendo al varilarguero y corneando al caballo por el cuello con dos importantes y feas cornadas. Luego el de reserva se ensañó con el animal y fue muy aplaudido mientras el astado peleó de buena forma en varas para terminar atemperándose en la muleta. El torero nazareno toreó largo y bien con la izquierda aunque debe gustarse con la derecha cuando toree con la izquierda y gustarse con la izquierda cuando toree con la derecha. Con más armonía hubiese, tal vez, tenido más respuesta del público a la meritoria labor que hizo ante el impresionante toro negro que, aunque bravo, eran de los que te pedían el carnet sin preguntar.
Mató de una buena estocada por derecho, la mejor de la tarde y tras varios intentos de apuntillarlo consiguió una oreja. El astado fue ovacionado en el arrastre.
Con su segundo y sexto de la tarde poco pudo hacer Antonio Nazaré que otra vez tenía que enfajarse con un toro colorao de inmensos pitones y gran trapío y que a raíz de su fuerte castigo en varas llegó rajado y desfondado a la muleta. Nazaré sólo pudo despacharlo con dignidad y pundonor tirándose por derecho a matar y tras un pinchazo y dos descabellos sonó un aviso, se echó el toro y recibió palmas.
Este año no fue tan rotundo el toreo del de Dos Hermanas, pero el respecto que el diestro le profesa a esta vieja afición y el pundonor que es ponerse delante de ese último toro que le tocó en suerte, se le agradece y mucho.
Así pasó la tarde de la expectación, ni buena ni mala, con el sinsabor de no haber roto para bien, ni de encontrar el toreo rotundo, el de verdad o el sinsabor de verse la terna y sus cuadrillas superada por los pitones de los duros animales de Peñajara
La afición muy sería, como siempre, en su sitio y exigente. Zalamea no es para menos o si no, que le pregunten a cualquier aficionado foráneo que escuchó el clarinazo que la afición le lanzó al presidente cuando erró en el tercio de banderillas del segundo toro. Luego llegaran los comentarios, tal vez las discusiones o disculpas que nunca serán entendidas por el aficionado que paga su entrada y quiere mantener la solera de esta asolerada plaza histórica. Esa afición es la que la ha hecho histórica y la que ha conseguido que se la reconozcan como tal. La pureza hace que el ver toros en Zalamea sea digno de respeto.
De las cuadrillas mejor ni hablar, todas propiciaron unas lidias infames e incluso perjudiciales para los astados. Los picadores no estuvieron y los banderilleros, con o sin banderillas, no quisieron estar, creando un desorden ordenado que debe ser corregido. Quitando esto y las orejas discutidas, señal de que en Zalamea existen aficionados, y comparándolo con la importante presencia de los toros de la ganadería de Peñajara, la apuesta importantísima y seria de la empresa de Emilio Moreno, padre e hijo y el pundonor de los toreros de ponerse delante de tan grande y seria corrida, da la sensación de un festejo que, aunque para nada fue brillante y siempre mejorable, si ha sido importante para la fiesta y para dejar a Zalamea como referente a nivel provincial.
Eduardo Vázquez
Primer festejo de Abono. Corrida de Toros.
Media entrada en los tendidos en tarde muy calurosa.
Se lidiaron seis toros de Peñajara (cinqueños y cuatreños) de muy buena aunque desigual presentación. Los corridos en primer y sexto lugar eran astados de extraordinario cuajo y trapío; el quinto el más feo y vareado. En la lidia resultaron desclasados y deslucidos. Presentando dificultades, destacaron el bravo tercero ovacionado siendo el mejor de la tarde y el corrido en primer lugar que resultó noble pero blando y el cuarto que fue manejable.
Curro Díaz (rosa palo y oro): oreja y palmas.
Oliva Soto (turquesa y oro): oreja y oreja.
Antonio Nazaré (turquesa y oro): oreja y palmas.
Tarde de "sinsabores" con duros Peñajaras.
Aún recordando los naturales que el sevillano Antonio Nazaré realizó la pasada feria al sexto de la tarde la afición se disponía a vivir otra seria tarde de toros; porque eso sí, toro había, tal vez con una presencia impropias de esta plaza y que asustan hasta el que sube la bandera. El juego se vería reflejado después más o menos en la forma de la lidia y la apuesta y el valor de cada diestro.
Sonando Maestranza se abrió el paseíllo con la esperada terna. Dos sevillanos se veían las caras tras la pasada feria de abril y abría el cartel el linarense Curro Díaz. Este echó por delante al precioso y cuajado salinero de José Rufino, que dejó con la boca abierta a todos con su presencia en el ruego; boca que se iría cerrando poco a poco por la embestida dulzona del animal. Tras una lidia infame trató de torearlo por la izquierda Curro Díaz, no llegando a convencer ni a convencerse siempre llevándolo a media altura como le pedía el pastueño animal, trató de finiquitarlo pronto con una estocada caída que le sirvió para obtener una oreja con más pena que gloria tras una petición más vociferante que blanca.
Ya con su segundo toro, manso de salida, consiguió enderezar lo mejor de la tarde con la zurda. El diestro protestó la frialdad de la plaza y la plaza le protestó que empezase a ligar sin ligar y a cruzarse sin cruzarse. Mírenlo como quieran pero al final de dos tandas buenas el de linares puso en sí el valor seco y de verdad que necesitaba el manejable toro con la zurda y le arrancó una tanda de naturales de gran plasticidad. Ahora sí rompieron los olés, los aplausos y la emoción de una plaza que no viene emocionada sino que quiere que la emocionen, y eso lo consiguió Díaz en una tanda de naturales de estética y de recuerdo y poco más. Con la derecha mejor olvidar al astado que presentó de todo menos facilidades, aun así Curro Díaz no apostó de verdad, evitó los arreones de su oponente y tras una estocada pescuecera y numerosos descabellos acabó con la vida del animal. Recibió palmas del siempre respetable.
Pundonor y arte. Así describiríamos la actuación del esperado torero de Camas, Oliva Soto. Con su primero, un toro colorao que presentó problemas de visión por su ojo izquierdo, no pudo hacer más que luchar y tragarle al desconcertante toro de José Rufino. Toro que no fue protestado y siguió en la plaza aun con el peligro que ello concierne, por lo que el cameño tuvo que echar mano de la valentía para hacer arriesgar y apostar por una faena que salió, mejor o peor, pero fue inventada por las complicaciones de su oponente, que además se volvía pronto.
Mucho arte tiene este sevillano que hace bello los pases enganchados porque se gusta; tal vez con los años llegue el aplome y la templanza, redondeando, sin enganchar, lo que le falta.
Cortó una oreja, tal vez al esfuerzo, y mató de una estocada tendida.
Con su segundo, el toro emplazado del manifiesto y de menos tipo de la corrida, realizó lo más estético de la tarde en lo que a capote se refiere, recibiéndolo con verónicas y llevando el astado al caballo con ceñidas chicuelinas. Se echó de menos el capote en la corrida de hoy; tal vez los toros, tal vez los toreros o tal vez la frialdad del público, pero el capote no se usó ni para la lidia.
En la muleta se quedó muy corto y reponía pronto. El de Camas consiguió sacar tres tandas por la derecha aguantando las miraditas del encastado animal y es que la casta para bien o para mal es lo que tiene.
El astado con un peligro sordo se dejó y el diestro que tampoco estaba muy confiado terminó pasaportándolo con un pinchazo y dos descabellos que le “valieron” para una oreja. ¿Justa? Juzguen ustedes. Siempre estuvo artístico y con mucho sabor.
El diestro tuvo un guiño al ganadero al brindarle este toro; además de matar a sus dos enemigos en los medios.
Volvía también el triunfador Antonio Nazaré, volvía para ver más pitones en la plaza de los Arrepentidos y para consolidar el triunfo rotundo del pasado año.
Le tocó en suerte el mejor toro de la tarde, un toro bravo que no fácil y que demostró su codicia en el tercio de varas cayendo al varilarguero y corneando al caballo por el cuello con dos importantes y feas cornadas. Luego el de reserva se ensañó con el animal y fue muy aplaudido mientras el astado peleó de buena forma en varas para terminar atemperándose en la muleta. El torero nazareno toreó largo y bien con la izquierda aunque debe gustarse con la derecha cuando toree con la izquierda y gustarse con la izquierda cuando toree con la derecha. Con más armonía hubiese, tal vez, tenido más respuesta del público a la meritoria labor que hizo ante el impresionante toro negro que, aunque bravo, eran de los que te pedían el carnet sin preguntar.
Mató de una buena estocada por derecho, la mejor de la tarde y tras varios intentos de apuntillarlo consiguió una oreja. El astado fue ovacionado en el arrastre.
Con su segundo y sexto de la tarde poco pudo hacer Antonio Nazaré que otra vez tenía que enfajarse con un toro colorao de inmensos pitones y gran trapío y que a raíz de su fuerte castigo en varas llegó rajado y desfondado a la muleta. Nazaré sólo pudo despacharlo con dignidad y pundonor tirándose por derecho a matar y tras un pinchazo y dos descabellos sonó un aviso, se echó el toro y recibió palmas.
Este año no fue tan rotundo el toreo del de Dos Hermanas, pero el respecto que el diestro le profesa a esta vieja afición y el pundonor que es ponerse delante de ese último toro que le tocó en suerte, se le agradece y mucho.
Así pasó la tarde de la expectación, ni buena ni mala, con el sinsabor de no haber roto para bien, ni de encontrar el toreo rotundo, el de verdad o el sinsabor de verse la terna y sus cuadrillas superada por los pitones de los duros animales de Peñajara
La afición muy sería, como siempre, en su sitio y exigente. Zalamea no es para menos o si no, que le pregunten a cualquier aficionado foráneo que escuchó el clarinazo que la afición le lanzó al presidente cuando erró en el tercio de banderillas del segundo toro. Luego llegaran los comentarios, tal vez las discusiones o disculpas que nunca serán entendidas por el aficionado que paga su entrada y quiere mantener la solera de esta asolerada plaza histórica. Esa afición es la que la ha hecho histórica y la que ha conseguido que se la reconozcan como tal. La pureza hace que el ver toros en Zalamea sea digno de respeto.
De las cuadrillas mejor ni hablar, todas propiciaron unas lidias infames e incluso perjudiciales para los astados. Los picadores no estuvieron y los banderilleros, con o sin banderillas, no quisieron estar, creando un desorden ordenado que debe ser corregido. Quitando esto y las orejas discutidas, señal de que en Zalamea existen aficionados, y comparándolo con la importante presencia de los toros de la ganadería de Peñajara, la apuesta importantísima y seria de la empresa de Emilio Moreno, padre e hijo y el pundonor de los toreros de ponerse delante de tan grande y seria corrida, da la sensación de un festejo que, aunque para nada fue brillante y siempre mejorable, si ha sido importante para la fiesta y para dejar a Zalamea como referente a nivel provincial.
Eduardo Vázquez