Consoli García Ibáñez
Hoy 30 de septiembre de 2010, ya pasado el día en el que todo un país estaba convocado a una huelga general, ¿qué resultados tenemos? ¿qué datos numéricos nos quieren contar sobre el nivel de participación o no a la convocatoria de huelga?
Estoy en paro, miles de personas están en paro, en mejores o peores circunstancias…….paro…paro y más paro.
Se supone que tenemos unos derechos inherentes a todos y cada uno de nosotros y se supone son inviolables, intransmisibles, propios y, además únicos.
Cuando escucho las noticias me vuelvo incrédula, reacia a creer que lo que me cuentan es cierto. ¿Qué hay de cierto en que el Ministro de Trabajo afirme con tanta sobriedad que “se siente orgulloso por la absoluta y total libertad por parte de los ciudadanos” al ejercer su derecho a la huelga o a la no huelga? ¿Qué de cierto hay en los medios que andan manipulados por los grupos políticos? ¿Qué de cierto hay en las respuestas a los periodistas por parte de un Ministro que, con toda seguridad, antes de responder en público ha elegido lo que se le puede o no preguntar para tener preparada una respuesta coherente con su ideología y con lo que losas ciudadanos/as estamos deseando escuchar?.
Sólo me hago estas preguntas porque no me creo nada. Cuando andamos de un lado para otro mendigando trabajo, cuando agachamos la cabeza ante tantas injusticias laborales que atentan directamente contra nuestros derechos, nuestra salud, nuestra estabilidad y seguridad económica, te acabas preguntando: ¿qué pasará mañana?. Pues mi respuesta es: mañana será un nuevo día y la huelga habrá sido sólo una anécdota más. ¿Qué hay que hacer para poner a todos y cada uno de los políticos y sindicalistas en el lugar de los demás?.Empatía. ¿Qué medios tenemos para que nuestro problema, que ha pasado de ser un problema particular a general, se haga público, transmisible y tenga soluciones precisas e inmediatas?
Teníamos la opción de la huelga. Ya lo hicimos. Seguro que no soluciona nada, sólo habrá paralizado un día algunos sectores de la economía, ha movilizado a personas que no tienen nada que perder por ejercer su derecho a la huelga y ha mermado el derecho de otras, que querían hacerla pero que se les ha coercibido, intimidado, limitado…
¡Qué frustración para aquellos trabajadores/as que irremediablemente han tenido que asistir a su puesto de trabajo bajo la intimidación de perderlo, de personas que irremediablemente necesitan el dinero de un día de trabajo y no se pueden permitir ejercer un derecho que les es inherente y que se les reconoce como tal porque necesitan ese dinero para vivir, cuántas personas “estómagos agradecidos” no han participado en la huelga y han realizado su trabajo, aun en contra de sus propias convicciones por temor, porque ocupan un puesto que en su día les fue “regalado!”, y …en la otra cara de la moneda, ¿cuántas personas que estando en contra de la huelga no han podido realizar su trabajo?.
¿Y el Ministro de Trabajo habla de “absoluta y total libertad de los ciudadanos”?. Eso no es tener libertad. ¿Qué es la libertad?
La libertad en la práctica está mermada, impedida, coaccionada por los intereses ajenos, invertida hacia lo que otros quieren.
La libertad es hacer lo que se quiere dentro de lo posible. Ayer era posible…hoy ya es tarde. Nada es imposible. La libertad es poner en práctica unos pensamientos, unas creencias, unas actitudes que se corresponden con lo que verdaderamente creemos y nos preocupa o con lo que verdaderamente necesitamos y luchar por ello, pero sin restricciones, sin límites, sin coacciones, sin intimidación.
Pienso que quien no es libre de pensamiento, no es libre para hacer lo que realmente quiere, ni siquiera lo que no quiere. El pensamiento libre, el que te hace fuerte y obrar con cordura es aquel que te permite ver ese derecho en los demás y tolerarlo, el que te permite ver que lo que otros hacen es igual de positivo o quizás más positivo que lo que tú haces o hacen otros que se llaman “líderes”. Dejemos a un lado las críticas malsanas, dañinas…respetemos la libertad individual.
“La libertad consiste nada más y nada menos, que en la posibilidad o el derecho que tiene cada uno de elegir una (y a veces más de una) de las alternativas que se presentan en un determinado momento. Declararse libres es dar el paso hacia nuestra definitiva autonomía, asumir el coste de nuestras decisiones, aunque nos demos cuenta después de que nos hemos equivocado, aceptar que era posible hacer todo lo contrario y no lo hicimos, admitir que, de hecho, otros lo hicieron aunque siga pareciéndonos de lo más lógico haber hecho lo que hicimos”. Que nuestra forma de protesta o de rebeldía no esté diseñada para destruir a los que piensan diferente, sino para sumarlos a todos en la construcción de un mundo mejor. La lucha por la libertad es la batalla por las grandes cosas y no la de las minucias. Esa capacidad de optar entre dos o más posibilidades y la responsabilidad que se debe asumir después de tomar cada decisión, no debe ser una frustración, ni motivo de enojo o malestar, se debe convertir en un aprendizaje personal que nos llevará precisamente por el camino de la verdadera libertad, la de pensar y actuar en consecuencia, porque como bien se dice “de los errores se aprende”, y aunque a veces no podemos elegir cómo actuar frente a determinadas circunstancias o situaciones, sí habremos aprendido de ellas y eso se convertirá en responsabilidad, nos hará ser más racionales y más capaces de demostrar que la libertad, esa libertad de hacer lo que se quiere dentro de lo posible, nos da permiso... porque tenemos derecho a equivocarnos y porque pensar y hacer lo que realmente se quiere, no siempre es la mejor opción.
Hoy 30 de septiembre de 2010, ya pasado el día en el que todo un país estaba convocado a una huelga general, ¿qué resultados tenemos? ¿qué datos numéricos nos quieren contar sobre el nivel de participación o no a la convocatoria de huelga?
Estoy en paro, miles de personas están en paro, en mejores o peores circunstancias…….paro…paro y más paro.
Se supone que tenemos unos derechos inherentes a todos y cada uno de nosotros y se supone son inviolables, intransmisibles, propios y, además únicos.
Cuando escucho las noticias me vuelvo incrédula, reacia a creer que lo que me cuentan es cierto. ¿Qué hay de cierto en que el Ministro de Trabajo afirme con tanta sobriedad que “se siente orgulloso por la absoluta y total libertad por parte de los ciudadanos” al ejercer su derecho a la huelga o a la no huelga? ¿Qué de cierto hay en los medios que andan manipulados por los grupos políticos? ¿Qué de cierto hay en las respuestas a los periodistas por parte de un Ministro que, con toda seguridad, antes de responder en público ha elegido lo que se le puede o no preguntar para tener preparada una respuesta coherente con su ideología y con lo que losas ciudadanos/as estamos deseando escuchar?.
Sólo me hago estas preguntas porque no me creo nada. Cuando andamos de un lado para otro mendigando trabajo, cuando agachamos la cabeza ante tantas injusticias laborales que atentan directamente contra nuestros derechos, nuestra salud, nuestra estabilidad y seguridad económica, te acabas preguntando: ¿qué pasará mañana?. Pues mi respuesta es: mañana será un nuevo día y la huelga habrá sido sólo una anécdota más. ¿Qué hay que hacer para poner a todos y cada uno de los políticos y sindicalistas en el lugar de los demás?.Empatía. ¿Qué medios tenemos para que nuestro problema, que ha pasado de ser un problema particular a general, se haga público, transmisible y tenga soluciones precisas e inmediatas?
Teníamos la opción de la huelga. Ya lo hicimos. Seguro que no soluciona nada, sólo habrá paralizado un día algunos sectores de la economía, ha movilizado a personas que no tienen nada que perder por ejercer su derecho a la huelga y ha mermado el derecho de otras, que querían hacerla pero que se les ha coercibido, intimidado, limitado…
¡Qué frustración para aquellos trabajadores/as que irremediablemente han tenido que asistir a su puesto de trabajo bajo la intimidación de perderlo, de personas que irremediablemente necesitan el dinero de un día de trabajo y no se pueden permitir ejercer un derecho que les es inherente y que se les reconoce como tal porque necesitan ese dinero para vivir, cuántas personas “estómagos agradecidos” no han participado en la huelga y han realizado su trabajo, aun en contra de sus propias convicciones por temor, porque ocupan un puesto que en su día les fue “regalado!”, y …en la otra cara de la moneda, ¿cuántas personas que estando en contra de la huelga no han podido realizar su trabajo?.
¿Y el Ministro de Trabajo habla de “absoluta y total libertad de los ciudadanos”?. Eso no es tener libertad. ¿Qué es la libertad?
La libertad en la práctica está mermada, impedida, coaccionada por los intereses ajenos, invertida hacia lo que otros quieren.
La libertad es hacer lo que se quiere dentro de lo posible. Ayer era posible…hoy ya es tarde. Nada es imposible. La libertad es poner en práctica unos pensamientos, unas creencias, unas actitudes que se corresponden con lo que verdaderamente creemos y nos preocupa o con lo que verdaderamente necesitamos y luchar por ello, pero sin restricciones, sin límites, sin coacciones, sin intimidación.
Pienso que quien no es libre de pensamiento, no es libre para hacer lo que realmente quiere, ni siquiera lo que no quiere. El pensamiento libre, el que te hace fuerte y obrar con cordura es aquel que te permite ver ese derecho en los demás y tolerarlo, el que te permite ver que lo que otros hacen es igual de positivo o quizás más positivo que lo que tú haces o hacen otros que se llaman “líderes”. Dejemos a un lado las críticas malsanas, dañinas…respetemos la libertad individual.
“La libertad consiste nada más y nada menos, que en la posibilidad o el derecho que tiene cada uno de elegir una (y a veces más de una) de las alternativas que se presentan en un determinado momento. Declararse libres es dar el paso hacia nuestra definitiva autonomía, asumir el coste de nuestras decisiones, aunque nos demos cuenta después de que nos hemos equivocado, aceptar que era posible hacer todo lo contrario y no lo hicimos, admitir que, de hecho, otros lo hicieron aunque siga pareciéndonos de lo más lógico haber hecho lo que hicimos”. Que nuestra forma de protesta o de rebeldía no esté diseñada para destruir a los que piensan diferente, sino para sumarlos a todos en la construcción de un mundo mejor. La lucha por la libertad es la batalla por las grandes cosas y no la de las minucias. Esa capacidad de optar entre dos o más posibilidades y la responsabilidad que se debe asumir después de tomar cada decisión, no debe ser una frustración, ni motivo de enojo o malestar, se debe convertir en un aprendizaje personal que nos llevará precisamente por el camino de la verdadera libertad, la de pensar y actuar en consecuencia, porque como bien se dice “de los errores se aprende”, y aunque a veces no podemos elegir cómo actuar frente a determinadas circunstancias o situaciones, sí habremos aprendido de ellas y eso se convertirá en responsabilidad, nos hará ser más racionales y más capaces de demostrar que la libertad, esa libertad de hacer lo que se quiere dentro de lo posible, nos da permiso... porque tenemos derecho a equivocarnos y porque pensar y hacer lo que realmente se quiere, no siempre es la mejor opción.