Por Pastor Cornejo.
La vida de los pueblos se regían en otros tiempos por toques de campana, a falta de relojes, así podemos ver fotos de nuestra torre sin el reloj. Pasados los años le fue colocado el reloj que hemos conocido siendo niños y al que casi todos le hemos dado cuerda. Creo que más tarde al romperse éste colocaron uno más moderno, que es el actual y del que no tengo noticias de por qué no “funciona”. En el caso de que esté “escacharrao” ¿tanto cuesta su reparación?, hay muchas formas de conseguir el dinero suficiente. No quiero ni pensar que sean otros los motivos, como el no doblar en la noche de “Los Tosantos”.
Hay en nuestro pueblo dos relojes en dos edificios emblemáticos, la Casa Consistorial y en nuestra Iglesia Parroquial. Si, si… he dicho bien Iglesia Parroquial, porque la torre forma parte de ella ¿o no? Había, y no sé si hay ahora un reloj dentro de la Iglesia, que creo fue un regalo de D. José Ruiz Mantero, hijo ilustre de Zalamea al que aun no se le ha hecho un reconocimiento “como Dios manda” , ni civil ni religioso… con tanto como culturalmente aportó al pueblo, pero en fin esa es nuestra Zalamea. Además íbamos a escribir sobre relojes y me he liado.
Decía, que había un reloj dentro de la Iglesia, pero como habría que darle cuerda y además molestaría en los actos litúrgicos con sus campanadas pues se desplazaría a otro lugar como podría ser la Sacristía… por ejemplo. Pero no vamos a hablar de ese reloj, lo he recordado porque se lo pedí… si, si, se lo pedí a D. José y me contestó “mira Pastorcito se lo voy a regalar a la Iglesia, como lo hay en otras muchas Iglesias de nuestro ancho mundo”. Tambien quería hacer igual con la Cruz que hay en la ermita de San Vicente, y que contiene un trozo del “Lignun Crucis”, pero lo convencí que nos recordaría más a él en la ermita, porque por allí pasa medio Zalamea todos los días y saben de su gran amor a San Vicente, así que me dejó retirarlo de encima del altar que había en su casa en la parte alta y la llevé a la ermita.
Pero hablemos de los relojes que llevan años apuntados al paro. El del Ayuntamiento nunca lo he visto que anduviera, no así el de la torre, que recuerdo que de niño subíamos con Manolito Cotán a darle cuerda, como he dicho antes. Era una maquinaria descomunal y había que darle cuerda con una gran manivela. Tenía unos grandes contrapesos que eran unas bolas, que nos parecían enormes, las cuales llegaban hasta un cuarto de la torre al que se le decía el cuarto de las bolas, igual que al otro cuarto se le sigue diciendo el de “los Tosantos”, eran los contrapesos del reloj, una para las agujas y otra para la campana que daba las horas.
Así estuvo durante mucho tiempo hasta que llegó el progreso y se quedó callado, todo el pueblo echó en falta, en las noches de insomnios y en la del Viernes Santo, el toque de su campana del reloj, que dicho sea de paso en las grandes solemnidades también se utilizaba para repicar, como en las noches de La Purísima, o cuando se bautizaba el hijo de algún rico, que se llamaba bautizo de “pila colgá”.
Y ahora me pregunto yo, y como yo mucha gente ¿Por qué no se reparan ambos relojes? ¿no puede “sobrar” de alguna obra unas “moneillas” para emplear en estos pobres que tan callados están? No quería ponerlo, porque es muy duro, pero en parte quien me lo dijo tenía razón. Es un amigo que, espero si lee esto no se enfade, después de haber dado una vuelta por el pueblo al que venía por quinta vez: Ahora comprendo por qué tu pueblo no prospera, se ha quedado parado en el tiempo como sus relojes. ¿Llevará razón?
¿No me preguntáis por qué he puesto de encabezamiento lo del puñetero reloj? Ha sido porque un amigo, Antonio Gómez, escribió un poema en una revista de feria, hace muchos años, sobre el reloj y acababa en la última estrofa dando a entender que le molestaba…. “El puñetero reloj”.
Noviembre del 2009.