lunes, 8 de febrero de 2010

Un equipo sin alma

El Zalamea logra su primera victoria como visitante ante unbil rival, que le puso las cosas más complicadas de lo previsto en un principio. El equipo zalameño, que se adelantó con un golazo de libre directo lanzado por Pablo en el minuto 2 de partido, jugó uno de sus peores encuentros de la temporada y sólo la fortuna hizo que en el 3 de descuento se alzase con la victoria tras lo que se preveía como un fatal empate.

Los aficionados zalameños desplazados ayer en gran número a Campofrío asistieron a un bochornoso encuentro, donde el Zalamea, con escaso argumento futbolístico se las vio y deseó para derrotar a un rival que cuenta las jornadas por derrotas. En la semana previa al encuentro, la plantilla se hacía sabedora de conseguir su primera victoria como visitante, y más teniendo en cuenta los pobres números del rival, con una única victoria en 16 jornadas disputadas y 15 derrotas.

El Zalamea saltó confiado al maltrecho rectángulo del club minero; Juanma había dejado en el banquillo a tres titulares, Portu, Pirulo y Jesús, quería, de esta manera, dar minutos a jugadores que no vienen siendo habituales en el once. A los dos minutos del encuentro, Carlos García “El Cañonero”, controla un balón al borde del área intenta posicionarse para el disparo y es víctima de una falta peligrosa. No habían roto a sudar los dos conjuntos, cuando Pablo de forma magistral alojó el esférico por la mismísima escuadra, 0-1. Quedaba mucho encuentro, y todo hacía presagiar que el conjunto zalameño le iba a endosar una goleada al conjunto verdinegro.

Con el paso de los minutos, el Zalamea se mostraba solvente en todas sus líneas y el conjunto local no inquietaba en demasía la meta defendida por Juan. En estos compases el equipo entrenado por Juanma pudo sentenciar el encuentro en más de una ocasión, pero fallaba el acierto y el terreno de juego, que en la zona defendida por el Campofrío se mostraba muy irregular (el peor de la categoría y con diferencia). Así se llegó a la finalización de los primeros 45 minutos, con un Zalamea impetuoso, pero carente de fútbol y definición. Lo peor estaba por venir…

En la grada se atisbaba preocupación, ya que el Zalamea, bastante superior, no había matado un encuentro que se podía torcer en cualquier momento. Así lo entendió Juanma, que tras las probaturas del principio dio entrada a Jesús por José (muy cansado), a Pirulo por Xavi y a Portu por Carlos en la delantera. Las cosas no mejoraron en absoluto, el Zalamea perdió la cara al encuentro, se mostró indolente con el paso de los minutos y sus acciones en ataque se limitaron en demasía. Por contra, el equipo local se vino arriba; habían pasado los minutos y se veían con posibilidades de empatar el encuentro. Esta sensación sucumbió en el once zalameño, y los nervios afloraron para trabar el fútbol zalameño. Carlos “Chispa” se veía impotente en la medular para llevar la manija, y los compañeros parecían islotes a kilómetros de distancia.

Incomprensiblemente, el conjunto entrenado por Juanma había perdido el norte, y deambulaba peligrosamente por una ofuscación generalizada. Entradas a destiempo, balonazos desde atrás y nadie que pusiera orden a tanto desconcierto, un partido loco que podía traer graves consecuencias si el Campofrío lograba enchufar alguna de las pocas ocasión que generaba.

De esta manera, y faltando 15 minutos para el final, llegó el empate local tras un despiste general de la defensa, 1-1. Caras largas, miradas al suelo y alegría verdinegra, que celebraban el gol cual victoria se tratase. Se habían cumplido los pronósticos, y tras mucho divagar con lo exiguo se confirmaba el ridículo. Faltaban 15 minutos para el final y los jugadores zalameños, presa de los nervios, se fueron hacia arriba de forma desesperada buscando el segundo gol.

Los minutos pasaban y los jugadores Campofrieños buscaban de forma desesperada perder tiempo con faltas y protestas al trío arbitral. Se había llegado al final reglamentario, pasaban tres del descuento, y en el último suspiro, tras un saque de banda largo sacado por Pablo desde el banderín de la esquina; Vicente Oliva remata a gol un balón que le cayó muerto en la mismísima línea de puerta, 1-2.

Así concluyó el encuentro, posiblemente la victoria como visitante menos celebrada desde que se recuerde. Una imagen tristísima de equipo, que pese a los tres puntos conseguidos, transmitió las mismas sensaciones que viene arrastrando desde el comienzo de la temporada como visitante; un equipo sin alma, indolente y carente de fútbol.