Respetuosa Estación de Penitencia la del Viernes Santo, donde el pueblo y las autoridades acompañan al Cristo Yacente hacía el Sepulcro. Paradojas de la vida, las tinieblas que se cernían sobre los dos primeros días de procesión, se disiparon con la llegada de la muerte de Cristo; una tarde soleada, típicamente primaveral, acompañó al pueblo de Zalamea para realizar el Santo Entierro.
Los zalameños y zalameñas que siguieron la procesión pudieron comprobar la reciente restauración que nuestro paisano Bernabé Romero le ha realizado a la madera de la urna, a significar también el brillo que presentaban las cuatro pirindolas de las esquinas, también restauradas por Manolo Cera y los estrenos de la colcha y el llamador.
Acompañando al Cristo Yacente en su doloroso camino, venían Nuestra Señora de la Soledad y San Juan Evangelista. Un paso que estrenaba para la ocasión los cuatro faroles de las esquinas.
(Fotos de Manuel Domínguez)