martes, 12 de abril de 2011

El Pregón de un Costalero

Sentido Pregón de Juan Luis Moreno Pérez el pasado domingo para anunciar la Semana Santa 2011; el joven zalameño ahondó en sus emociones para transmitir las vivencias de un humilde costalero; “Porque el paso no se carga con el cuello, se carga con el corazón”.

Corren tiempos difíciles para los Hermanos Costaleros de Zalamea la Real, a falta de una semana para que dé comienzo la Semana Mayor, las cuadrillas están justitas de gente y ensayos; un serio hándicap de cara al transcurrir de las próximas estaciones de penitencia.

Conocedor del problema, Juan Luis se basó en sus sentimientos más profundos y humildes para trasmitir un pregón muy especial; “Mi Semana Santa, es una Semana Santa de trabajadera, de faja y costal, de tambor y corneta, de racheo e "igualá", una Semana Santa tras mi Nazareno. Esa vivencia es, la que desde la más absoluta humildad quiero trasmitiros. No quiero que éste sea el pregón de un pregonero, porque si quiero contaros lo que siento, he de sentir lo que os cuento. Por eso, éste será el pregón de un costalero. Un costalero de Nuestro Padre Jesús Nazareno”.

En su alocución, el Pregonero 2011, quiso seguir engrandeciendo la figura del costalero; “Lejos de encogerse, el corazón del costalero se ensancha con promesas cargadas de valor. Una plegaria en la mirada, justo antes de ser reclamado por el capataz”. En su devoción, la imagen del Nazareno; “Mi Nazareno es templanza y nobleza. Mi nazareno es humilde y camina mirada en tierra. Mi nazareno es ejemplo y es inspiración. Es paño en el que enjugar tus lágrimas. Es esperanza y plegaria. No se marcho de este mundo, no se desentendió de nosotros, cada jueves santo recorre las calles de Zalamea”. El Señor de Zalamea, ha significado mucho para él a lo largo de su vida, inspirándole Fe y esperanza; “A él le he suplicado y pedido consejo cuando la vida me ha hecho dudar. A él le he llorado cuando la vida me ha hecho caer porque él sabe lo que es caer y levantarse y con él, he compartido mis alegrías, como el nacimiento o el bautizo de mi hija que tuve el honor de ofrecerle”.

Respira hondo costalero,
y siente el rumor de tu gente

Agarra la trabajadera,

seca el sudor de tu frente
y reza mirando hacia el cielo.

Que ya se ha abierto la puerta.

Ya está lista la corneta.

Que baje Dios y lo vea,

como sufres por llevarle,

como camina con arte,
el Señor de Zalamea.


Juan Luis, conocedor y defensor de las tradiciones del pueblo, tambien quiso romper una lanza para que sepamos valorar y transmitir nuestro rico patrimonio cultrural; “Nuestro mundo está cambiando. Vivimos en una sociedad mercantilizada y deshumanizada. Valores como la hermandad, humildad, piedad y generosidad no están de moda. No reportan beneficios y dejan de ser trascendentes. En esta sociedad todo se compra y se vende. Todo lo puede el dinero. Pero hay algo que no puede comprarse y es la historia. Ese es el valor y el orgullo que nos transmitieron nuestros mayores. La historia la forja un pueblo en el transcurso de los siglos. Nuestra herencia es rica, nuestro patrimonio hermoso y es la seña de identidad de todo un pueblo. Nuestra obligación como cristianos, asumir estos valores, nuestra responsabilidad como zalameños, mantener el legado y honrar a los que nos preceden”.

A recordar por todos los presentes, y en especial para todos los costaleros que han participado a lo largo de estos años en las estaciones de penitencia, la emotiva alusión de la chigotá del Nazareno por El Jardín, momento mágico de la Semana Santa zalameña; “El jardín es el éxtasis máximo para toda una cuadrilla. Es imposible no recordar, la cara de estupefacción del director de la banda, cuando el capataz le indica que no paren de tocar, porque el Nazareno ya ha caído tres veces y no va a cesar su caminar. No una, ni dos sino tres y hasta cuatro marchas consecutivas. “Chicota” sublime”.

En definitiva, un emotivo pregón que ensalzó la figura del costalero desde el punto de vista personal e intimista; un detalle muy valorado por todos los costaleros que se dieron cita en la Parroquia zalameña. “El costalero, se adentra en la oscuridad con el semblante iluminado y se aferra a su trabajadera. ¿Qué coincidencia verdad?. Un madero que cargar, un madero en el cuello para expiar sus culpas y para rendirle amor y devoción. Esa madera lisa por roce de ilusiones. Desgastada durante años por el rozar de corazones. Porque el paso no se carga con el cuello, se carga con el corazón”.