¡No me podías defraudar¡ Sabia que hacer esos doscientos kilómetros encontraría el premio de saborear mieles del vivir con la palabra y el pensamiento rincones, momentos, imágenes…. que fueron vividas y compartidas.
Quiero darte las gracias por no haber olvidado aquel momento de ese Padre Nuestro…. , también para mí fue, en aquellos lejanos días, una satisfacción que me permitierais decirlo, y echaros aquella pequeña arenga cual si fuerais soldados que a la guerra van. Era la primera vez que, antes de una estación de penitencia, se les hablara con la oración religiosa, y con la oración de ánimo, a esos muchachos que por primera vez iban a procesionar a su Cristo sin los oropeles a la vista del pueblo. A ciegas, sólo con la voz de ese capataz, y de vez en cuando algún contraguía, que manejando un timón figurado va dirigiendo los pasos por los vericuetos de nuestras angostas y empinadas calles.
Tu recordaste muchas cosas en tu pregón; yo desde mi banco te veía con…. algunos años menos, cuando aquella noche preparándoos para hacer los últimos ensayos, que saliendo de la “fragua” de Andrés, realizabais por las silenciosas calles de nuestra Zalamea, me atreví, porque no conocía a casi ninguno de vosotros, y más de uno erais hijos de aquellos niños que un día muy lejano tuve por alumnos. A sabiendas de la respuesta pregunté ¿tenéis aguador?, me mirasteis extrañados y yo interpreté aquellas miradas.
Al llegar a casa y comentar con mi Pepa lo ocurrido solamente me dijo llena de agua, para que se vaya endulzando, el cántaro que está en la escalera de adorno, y coge una de las latas que tienes en el cuarto. Quiero aclarar que esas “latas”, que hoy conservo, eran las “tazas de cerámica” en las que en otros tiempos se tomaba el café de cebada con pan migado. Así, el día de la salida, allí estaba yo con mi cántaro y mi lata, cual Samaritana que aplacó la sed de Jesús en el pozo de Jacob, sirviendo para unos de cosa extraña, y para otros de mofa y escarnio, algo que no me preocupó porque nunca me ha preocupado lo que puedan decir, y además tanto unos como otros cuando se fue viendo a lo largo del recorrido para qué servía el aguador creo que cambiaron de forma de pensar, Pastor no estaba haciendo el “tonto”.
No me quiero extender más pero quiero recordar algo muy hermoso. El tiempo…., que es muy sabio, y Ella, han querido, que en el lugar donde tuvimos que sacar a un “galeote” que ya no podía tirar del “remo”, y cayó extenuado con una bajada de tensión, se colocara años después de aquel mal momento, la cerámica que recordará su salida de aniversario. Aquella noche cuando me dijeron dónde habían colocado el azulejo me dije… Dios existe. Aunque las circunstancias de la vida me hayan hecho a veces pensar de otra manera. Pero existe.
Más tarde, alguna persona, que reproduzco en la foto, cogió el testigo de aguador, aunque, sintiéndose más costalero que aguador cambió el cántaro por el costal, y hoy de forma anónima disfruta procesionando a sus imágenes desde su trabajadera.
Hijo de mi amigo Juan sigue transmitiendo el sentir zalameño a los que vengan detrás de ti. Nuestra Zalamea es así y así la queremos. Un abrazo.
Pastor, no pongo apellidos porque todos saben quién es Pastor. Abril 2011.