El año 2007 se nos escapa de nuestro presente para convertirse en nuestro pasado y sus meses avanzan entre la rutina y la monotonía de los días y la renovación de las costumbres y tradiciones de los zalameños y zalameñas. Octubre se nos presenta entre la llegada de los primeros fríos, menos significativos en esta ocasión por el benévolo verano, que en este año nos ha traído temperaturas menos acusadas y radicales que en otras ocasiones, y por las costumbres que en cada casa se repiten de sacar las naguas de las estufas, comenzar a sacar la “ropa de abrigo” y guardar “la de verano”. A nivel de pueblo se nota menos presencia de personas a altas horas de las tardes en las calles y plazas, los tradicionales y cada vez más usuales “caminantes del colesterol” adelantan su diario caminar para adaptarlo al cada vez más temprano atardecer y en los fines de semana de este octubre nuevo en nuestras vidas se vuelven a escuchar los sones de la esquila, guitarra y laúdes acompañando al canto del Santo Rosario en honor de la Virgen María, tradición que ahonda sus raíces en el pasado de nuestra historia y que se traspasó a nuestro antiguo territorio, haciéndose especialmente significativo y arraigado en localidades como Minas de Riotinto. Aquí en Zalamea, se reviste de intimidad, cuando un grupo de defensores de esta tradición aún se unen para que no se pierda y así cumplir con su pasado, y ofrecerle un futuro a los cantes del rosario. No es raro pensar o imaginarse que en estos tiempos de nuevas tecnología y avances, en estos tiempos de vida rápida y de poco esfuerzo en preservar lo que tanto costó en perdurar con los años se vayan perdiendo tradiciones y muestras culturales de los pueblos como por ejemplo nuestro rosario, algo que al día de hoy y gracias a estas personas no parece que vaya a suceder en nuestro pueblo. Cuando acostados o cuando al cruzar una esquina al volver a casa en la madrugada escuchemos los inconfundibles sones del rosario, os invitamos desde “la otra mirada” a que paladeéis y degustéis lo que solo en ese momento estáis sintiendo, porque eso también es sentirse zalameño o zalameña; un zalameño o zalameña de cualquier fin de semana de los octubres otoñales que han rondado la monotonía de la vida de nuestro pueblo. El rosario ha pasado y octubre empieza a derramarse de nuestros dedos entre los cantos del pasado.
Jesús González Caballero
Jesús González Caballero