Manto de calma al atardecer, brisa suave, trasiego de costumbres, calidades y tonalidades. Un otoño lozano y descuidado devanea la impronta en su romance con el verano.
El eterno enamorado que repasa esas fotos para el recuerdo en el viejo álbum de fotos, no quiere borrar con su cometido sobrio el paso de una estación que se le va entre las gélidas yemas del ocaso.
Una delicada pluma dejó lacrado con letras doradas un romance en los meses de agosto y septiembre. Es ahora en la despedida, cuando esos flirteos veraniegos duelen en lo más hondo de los corazones desgastados.
La madurez bien concebida, no tiene que ir reñida con el impulso instintivo. Si olvidamos este sentimiento puro, estaremos perdiendo parte de nuestra existencia y dejando que nuestros deseos se escapen entre las gélidas yemas del ocaso.
Estas estampas fueron robadas del viejo álbum ayer por la tarde….