Recién llegada y proclamada la II Republica Española, a partir del 14 de Abril de 1.931, el movimiento obrero en El Villar vivió unos tiempos de jubiloso fervor; todos eran deseos y expectación. La Segunda República llegó con muchas ilusiones y con la esperanza de que este País comenzara a reflotar. España venía arrastrando unas carencias de por siglos, pero la falta de preparación del pueblo quedó claramente puesta en entredicho una vez más. En El Villar había una gran masa de jornaleros desposeídos y a su vez cansados de la explotación a que le tenían sometidos el viejo sistema feudal y capitalista.
Un jornalero de la Aldea llamado Juan Manuel González, exclamaba en el Casino de Sociedad: ¡Viva las cinco pesetas!- ¡Viva la libertad!- ¡Viva la Republica!.- Esto ocurría en el año 1.931. El Villar tenía un censo de 250 habitantes y a lo largo de cinco años, poco a poco la ilusión y la esperanza se fue desvaneciendo. Al poco tiempo de tomar partida el Nuevo Régimen, casi todos los jornaleros se asociaron al Sindicato C.N.T. y sus líderes propagaron en la Aldea una buena dosis de demagogia.
A partir de 1.935 en El Villar se vivió un autentico drama social, el desorden era absoluto, hubo media docena de hacendados que sufrieron los ataques de las masas de jornaleros, la mayoría de estas gentes actuaban inducidos bajo la influencia de los sindicalistas cabecillas de la C.N.T. Zalameños y Campilleros. En El Villar se destacaron en particular cinco hombres: P. G. Peña, J. G. Delgado, A. C. Delgado, J. Gil y Diego Palacios. Estos individuos actuaron despiadadamente contra sus conciudadanos (entre ellos había vínculos familiares).
Estos cinco hombres refugiados en el Sindicato C.N.T. se dedicaban a extorsionar y forzar a los propietarios de los cortijos de la zona próxima a El Villar, para que aportaran algunas cabezas de ganado, trigo y otros alimentos, y repartirlos entre las 42 familias más necesitadas de la Aldea.-El despacho de reparto lo situaron en la Capilla de la Santísima Trinidad y se habilitaron unas cartillas de racionamiento.
El pequeño colectivo de propietarios de El Villar no estaban dispuesto a repartir sus bienes así graciosamente y por lo tanto el Comité Revolucionario decidió tomar una medida tajante y los encarcelaron en un centro habilitado para tal fin en Zalamea la Real.- Siete hombres sufrieron 34 días de cautiverio hasta que fueron liberados por las Fuerzas del Ejército del Sur que tomó Zalamea el 25 de Agosto de 1.936. Esa vieja idea de la igualdad y el reparto, nunca se ha cumplido, todo es una retórica, porque los que pregonan son siempre los primeros en no cumplirlo. España es un País de picaros y la historia lo ha demostrado.- Leamos a los Clásicos, por si alguno no se ha enterado todavía.
En el mismo Casino de Sociedad de El Villar, una noche del mes de Julio de 1.936, prorrumpía un hombre que era pastor de un rebaño de ovejas y decía: ¡Para mi ganado ya se ha proclamado el Comunismo y mi cabeza solo me pide Revolución!.- Después dijo un tal A. Esardi (falangista de Zalamea) que éste villarejo dirigente de la C.N.T. en la Aldea, era un “Rojo incandescente” y por lo tanto había que ponerlo en la lista de ejecuciones sumarísimas. Y seguía el mismo desorden de forma caótica.
La Iglesia quedó pronto en el punto de mira, los jornaleros pensaban que el Clero era el culpable de su eterna desgracia y por lo tanto había que eliminarla. Este mismo personaje villarejo decía, que para la Aldea era necesario desalojar la Iglesia, quemar los Santos y borrar todo el rastro de símbolos religiosos, porque en ese mismo local (el Templo) se instalaría la sede de la C.N.T., una decisión muy útil para la clase trabajadora de la Aldea. Toda esta historia terminó de una manera dantesca, sangrienta, llena de odio y rencor.- Algunos inocentes lo pagaron con su vida.- Otros que esparcieron vileza, los culpables, paradógicamente se salvaron.
El mismo 19 de Julio de 1.936, tres hombres de El Villar afiliados al Sindicato C.N.T., hacen acopios de armas en la sede de éste Sindicato en Zalamea, para formar el Comité de Defensa de la Aldea (las armas eran Tercerolas, Escopetas y Pistolas), distribuidas entre los villarejos más cercanos al movimiento marxista.
En El Villar apareció de repente un tal Diego Palacios quien vino huido desde Ayamonte y se mantuvo escondido en casa del Alcalde Pedáneo.- Éste misterioso individuo muy activo también hizo raya, al final se escapó y nadie supo más la suerte que corrió.- Un día fue a la finca de Carmelo Bolaños, dijo ir en nombre del Alcalde, para que le entregase un bicho y poder socorrer las necesidades de los más pobres de la Aldea. Estos mismos individuos (según la documentación obrante en mi poder) hicieron estragos en las Aldeas de El Buitrón y El Pozuelo.
Los propietarios, Carmelo Bolaños, J. María Lancha, Mariano Carbajal y media docena de villarejos, fueron víctimas de saqueos, expolios y extorsión en sus ganados, los autores (tres villarejos) iban en nombre del sindicato C.N.T. Después cuando cambió el Régimen, un villarejo (J.G.P.) que estaba en la lista de ejecuciones (huido fujitivo en el campo) se presentó en casa de Don Mariano Carvajal con unos pellejos de las reses incautadas y le dijo que lo había hecho presionado por el Alcalde Pedáneo; este individuo se arrodilló y le suplicó ayuda.- Don Mariano hablo con el Cura y se salvo de ser ejecutado por la Falange.
El 6 de Junio de 1.937 otro hombre de El Villar que llevaba escondido 10 meses en una mina abandonada (el Cañuelo), se presenta voluntariamente ante la Comandancia Militar de Zalamea la Real entregando su Tercerola diciendo que se acogía a los beneficios del Bando de Noviembre dado por esa Comandancia. Éste hombre fue procesado en un Consejo de Guerra y juzgado por el delito de Rebelión Militar con arreglo al Artículo 237 del Código de Justicia Militar y ejecutado por un piquete de catorce Guardias Civiles al mando de un Brigada en un campo llamado “La Soledad” el 20 de Agosto de 1.937.
Ocho hombres jornaleros de El Villar fueron ejecutados, todos fueron remolcados y manipulados por unos demagogos que les arruinaron sus vidas y las de sus familias. En medio de todo este drama también estaba La Santa Madre Iglesia; por cierto esta institución también se las trajo cuando cambió el régimen y arremetió contra las clases trabajadoras.- Otro monstruoso error.
Durante el tiempo de la Guerra Civil fue Alcalde de El Villar Justo Rabadán Delgado, tras la huída de su predecesor Alfonso Castilla Delgado el 25 de Agosto de 1.936. Justo era un hombre recto, tuvo que someterse a la humillación y el atropello de los Milicianos en los preliminares de la Guerra; Justo fue detenido por dos escopeteros que lo trajeron desde su finca de La Ramira por orden del Pedáneo para que colaborara en la quema de la Iglesia. El Pedáneo amenazó a un grupo de opositores que se negaban rotundamente a expoliar la Iglesia y les dijo: ¡Si no colaboráis para sacar los Santos a la calle, va a arder El Villar entero!.
Como siempre los más débiles y los ignorantes, tienen menos posibilidades de salvarse ante las dificultades. Da espanto ver las acusaciones que vierten un bando y otro.- El Alcalde Pedáneo cayó en una estravagante trampa que sus mismos compañeros le tendieron, además de su patente ignorancia. Este fue un error demasiado grueso y los ciudadanos de El Villar que sobrevivieron, tomaron buena nota de él.
Un jornalero de la Aldea llamado Juan Manuel González, exclamaba en el Casino de Sociedad: ¡Viva las cinco pesetas!- ¡Viva la libertad!- ¡Viva la Republica!.- Esto ocurría en el año 1.931. El Villar tenía un censo de 250 habitantes y a lo largo de cinco años, poco a poco la ilusión y la esperanza se fue desvaneciendo. Al poco tiempo de tomar partida el Nuevo Régimen, casi todos los jornaleros se asociaron al Sindicato C.N.T. y sus líderes propagaron en la Aldea una buena dosis de demagogia.
A partir de 1.935 en El Villar se vivió un autentico drama social, el desorden era absoluto, hubo media docena de hacendados que sufrieron los ataques de las masas de jornaleros, la mayoría de estas gentes actuaban inducidos bajo la influencia de los sindicalistas cabecillas de la C.N.T. Zalameños y Campilleros. En El Villar se destacaron en particular cinco hombres: P. G. Peña, J. G. Delgado, A. C. Delgado, J. Gil y Diego Palacios. Estos individuos actuaron despiadadamente contra sus conciudadanos (entre ellos había vínculos familiares).
Estos cinco hombres refugiados en el Sindicato C.N.T. se dedicaban a extorsionar y forzar a los propietarios de los cortijos de la zona próxima a El Villar, para que aportaran algunas cabezas de ganado, trigo y otros alimentos, y repartirlos entre las 42 familias más necesitadas de la Aldea.-El despacho de reparto lo situaron en la Capilla de la Santísima Trinidad y se habilitaron unas cartillas de racionamiento.
El pequeño colectivo de propietarios de El Villar no estaban dispuesto a repartir sus bienes así graciosamente y por lo tanto el Comité Revolucionario decidió tomar una medida tajante y los encarcelaron en un centro habilitado para tal fin en Zalamea la Real.- Siete hombres sufrieron 34 días de cautiverio hasta que fueron liberados por las Fuerzas del Ejército del Sur que tomó Zalamea el 25 de Agosto de 1.936. Esa vieja idea de la igualdad y el reparto, nunca se ha cumplido, todo es una retórica, porque los que pregonan son siempre los primeros en no cumplirlo. España es un País de picaros y la historia lo ha demostrado.- Leamos a los Clásicos, por si alguno no se ha enterado todavía.
En el mismo Casino de Sociedad de El Villar, una noche del mes de Julio de 1.936, prorrumpía un hombre que era pastor de un rebaño de ovejas y decía: ¡Para mi ganado ya se ha proclamado el Comunismo y mi cabeza solo me pide Revolución!.- Después dijo un tal A. Esardi (falangista de Zalamea) que éste villarejo dirigente de la C.N.T. en la Aldea, era un “Rojo incandescente” y por lo tanto había que ponerlo en la lista de ejecuciones sumarísimas. Y seguía el mismo desorden de forma caótica.
La Iglesia quedó pronto en el punto de mira, los jornaleros pensaban que el Clero era el culpable de su eterna desgracia y por lo tanto había que eliminarla. Este mismo personaje villarejo decía, que para la Aldea era necesario desalojar la Iglesia, quemar los Santos y borrar todo el rastro de símbolos religiosos, porque en ese mismo local (el Templo) se instalaría la sede de la C.N.T., una decisión muy útil para la clase trabajadora de la Aldea. Toda esta historia terminó de una manera dantesca, sangrienta, llena de odio y rencor.- Algunos inocentes lo pagaron con su vida.- Otros que esparcieron vileza, los culpables, paradógicamente se salvaron.
El mismo 19 de Julio de 1.936, tres hombres de El Villar afiliados al Sindicato C.N.T., hacen acopios de armas en la sede de éste Sindicato en Zalamea, para formar el Comité de Defensa de la Aldea (las armas eran Tercerolas, Escopetas y Pistolas), distribuidas entre los villarejos más cercanos al movimiento marxista.
En El Villar apareció de repente un tal Diego Palacios quien vino huido desde Ayamonte y se mantuvo escondido en casa del Alcalde Pedáneo.- Éste misterioso individuo muy activo también hizo raya, al final se escapó y nadie supo más la suerte que corrió.- Un día fue a la finca de Carmelo Bolaños, dijo ir en nombre del Alcalde, para que le entregase un bicho y poder socorrer las necesidades de los más pobres de la Aldea. Estos mismos individuos (según la documentación obrante en mi poder) hicieron estragos en las Aldeas de El Buitrón y El Pozuelo.
Los propietarios, Carmelo Bolaños, J. María Lancha, Mariano Carbajal y media docena de villarejos, fueron víctimas de saqueos, expolios y extorsión en sus ganados, los autores (tres villarejos) iban en nombre del sindicato C.N.T. Después cuando cambió el Régimen, un villarejo (J.G.P.) que estaba en la lista de ejecuciones (huido fujitivo en el campo) se presentó en casa de Don Mariano Carvajal con unos pellejos de las reses incautadas y le dijo que lo había hecho presionado por el Alcalde Pedáneo; este individuo se arrodilló y le suplicó ayuda.- Don Mariano hablo con el Cura y se salvo de ser ejecutado por la Falange.
El 6 de Junio de 1.937 otro hombre de El Villar que llevaba escondido 10 meses en una mina abandonada (el Cañuelo), se presenta voluntariamente ante la Comandancia Militar de Zalamea la Real entregando su Tercerola diciendo que se acogía a los beneficios del Bando de Noviembre dado por esa Comandancia. Éste hombre fue procesado en un Consejo de Guerra y juzgado por el delito de Rebelión Militar con arreglo al Artículo 237 del Código de Justicia Militar y ejecutado por un piquete de catorce Guardias Civiles al mando de un Brigada en un campo llamado “La Soledad” el 20 de Agosto de 1.937.
Ocho hombres jornaleros de El Villar fueron ejecutados, todos fueron remolcados y manipulados por unos demagogos que les arruinaron sus vidas y las de sus familias. En medio de todo este drama también estaba La Santa Madre Iglesia; por cierto esta institución también se las trajo cuando cambió el régimen y arremetió contra las clases trabajadoras.- Otro monstruoso error.
Durante el tiempo de la Guerra Civil fue Alcalde de El Villar Justo Rabadán Delgado, tras la huída de su predecesor Alfonso Castilla Delgado el 25 de Agosto de 1.936. Justo era un hombre recto, tuvo que someterse a la humillación y el atropello de los Milicianos en los preliminares de la Guerra; Justo fue detenido por dos escopeteros que lo trajeron desde su finca de La Ramira por orden del Pedáneo para que colaborara en la quema de la Iglesia. El Pedáneo amenazó a un grupo de opositores que se negaban rotundamente a expoliar la Iglesia y les dijo: ¡Si no colaboráis para sacar los Santos a la calle, va a arder El Villar entero!.
Como siempre los más débiles y los ignorantes, tienen menos posibilidades de salvarse ante las dificultades. Da espanto ver las acusaciones que vierten un bando y otro.- El Alcalde Pedáneo cayó en una estravagante trampa que sus mismos compañeros le tendieron, además de su patente ignorancia. Este fue un error demasiado grueso y los ciudadanos de El Villar que sobrevivieron, tomaron buena nota de él.
Historias de El Villar, 2.010
Huelva, Emilio Gómez Calvo.