sábado, 11 de abril de 2009

El Santo Entierro

El Viernes Santo se celebra en Zalamea con el Santo Entierro, solemne procesión donde el Cristo Yacente es portado en hombros por las calles del pueblo camino del Santo Sepulcro. El día se apaga y se echa la noche; en la lejanía la corneta y la esquila llaman lánguidas entre tinieblas para convocar a los hombres al sepelio.

Con la llegada del Viernes Santo llega la meditación, por el portón de la Iglesia sale Cristo desnudo, imagen de pobreza y despojamiento, yaciente en su urna. Porteado a hombros es seguido por el pueblo y por Nuestra Señora de la Soledad acompañada por San Juan Evangelista. Trono de escenografía desgarrada por el dolor, que muestra la ausencia de Cristo, ya desprendido de la Cruz, con el gesto del Evangelista que acompaña a la Madre en el vacio del dolor. Hermanos zalameños portan con sus hombros a esta dolorosa con gesto dulce en su triste camino hacia el Sepulcro donde será depositado el cuerpo de su Hijo.










Al caer la tarde, los cánticos frente al Sepulcro escenifican el arrepentimiento de un pueblo enterrando a su Redentor. Zalamea hecha de esta manera el cierre a los desfiles procesionales, pero la noche aguarda uno de los momentos más evocadores de la tradición popular. La oscuridad se cierne cargada de culpabilidad para proclamar a golpe de esquila y corneta los sonidos mortecinos del momento, los hombres se congregan junto al portón sur del Templo para iniciar una de las tradiciones más ancestrales de la provincia, La Vía Sacra. En el recorrido por los momentos más dramáticos de la vida de Cristo, aparece la Cruz como señal y advertencia; en el saber tomarla está el camino acertado. El cortejo es precedido por esta Cruz que hace un recorrido, estación por estación, para revivir el itinerario cristiano por este mundo, que no es otro que el de aprender a vivir según el modelo que Cristo nos mostró.