miércoles, 15 de abril de 2009

Bajo tus plantas, Dolores.

Miércoles Santo, ocho de la tarde, el momento ha llegado. Las noches de esfuerzo, de trabajo desinteresado para poder portar sobre los hombros la imagen de María Santísima de los Dolores han pasado y se acerca el punto álgido, la primera salida a la calle. Los capataces, contraguía, los costaleros se preparan para llevar a cabo su cometido un año más.

La edades muy repartidas debajo de la Virgen, padres e hijos, amigos, compañeros al fin y al cabo todos. Nuestro grupo de aguadores ya rodean el paso una vez sale a las calles del pueblo. ¡Cuántas veces os tendremos que agradecer aliviar nuestra sed, en esas horas que hemos portado por las calles el palio de María Santísima! Con lo pequeños y pequeñas que son, que grandes han demostrado ser. Gracias. La procesión pasa por la calle de la Plaza, calle el caño, hacia la calle sevilla y de ahí al paseo redondo. Las primeras sensaciones, emociones, sentimientos a flor de piel, que compartimos como lo que somos, un grupo unido.



Y entre las horas que pasan, llega el Jueves Santo y de nuevo las mismas ansias, deseos de volver a meternos bajo las plantas mil veces benditas de nuestra Virgen de los Dolores. Una nueva calle hospital que se guarda en el recuerdo, una nueva esquina de manovel para el trabajo delicado, el encuentro y luego el barrio, este año sí, de nuevo subimos en busca de la ermita de la Divina Pastora, en busca de que la Virgen pasee cerca de la barriada que lleva el nombre de Manuel Domínguez Rodríguez (al que dedicamos su respectiva levantá en la puerta de sus familiares en la calle tejada). Flores del barrio para María, por la calle Huelva y por la calle Cervantes, porque en ese barrio se siente a María más que en ningún sitio y así se demostró en las puertas de la ermita.







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“ Dios te salve maría,…..” así cantaba la banda, los costaleros y más de un y una zalameña. Luego la chicotá dedicada a las madres, a la de todos y a las de cada uno. Y así camino hacia el jardín, con los cuerpos ya asentados, con el peso que hacia flaquear las fuerzas, que se recuperaban entre el ánimo de la cuadrilla, se recuperaba entre todos. Y después, cuando caminábamos a la entrada, regalamos a nuestra banda Don Justo Ruiz una sincera, cariñosa y sentida levantá para premiar su acompañamiento, su buen hacer y su arte con letras mayúsculas. La última levantá y nos lo van a perdonar todos y todas, fue para nosotros, para nuestros capataces y contraguía, para nuestros compañeros del nazareno, fue para los costaleros de Zalamea, por lo hecho y por lo que queda por hacer. Se procedió a la entrada y allí quedó la Virgen, en su casa, donde la podremos visitar el resto del año, donde nos esperará en una nueva primavera para pisar nuestras calles. Pero hoy sólo puedo sentir una cosa, un enorme orgullo del grupo de costaleros al que pertenezco, porque habrá mucho por mejorar, pero con ustedes se vive la Semana Santa durante todo el año.

Hasta pronto compañeros y amigos.