Ahora mismo no sé si fueron trece, quince, cuarenta, o ninguno,… el número no importa, los que dieron el paso cuando Cortés trazó la raya para saber quienes tenían los suficientes “cordones” para emprender aquella gran hazaña, y luego más tarde quemar las naves para que nadie se pudiera volver atrás. Aquí no se trataba de “cordones” ni de quemar (eso a los Judas, mas tarde), aquí se trataba de acompañar a María en su amarga SOLEDAD, y ¡cómo la acompañaron!,! cómo anduvo ¿o andó? el paso, ¿qué más da, el caso es que … contra todo pronóstico La Virgen ¡andó! y ¡cómo “andó”! a los sones de aquella música que le mecía y arrullaba en su dolor, y sus costaleros la mecieron andando como siempre anduvieron los pasos en Zalamea, de lado a lado (hoy de costero a costero… ). Qué estampa tan hermosa viéndolos subir por la calla de La Iglesia, el viento haciendo ondear el sudario, y los faldones moviéndose al ritmo de la música, porque la Virgen volvía contenta por partida doble, por el trato de sus hijos, y porque sabe que al tercer día resucitará su amantísimo hijo, al que acaba de dejar en el Sepulcro.
Este grupo llevados por ¿amor propio? ¿su saber estar? ¿ su contestación, no escrita, a aquella carta intimidatoria?¿su… qué se yo? ¿cómo que no lo sabes? Demás que lo sabes… SU GRAN AMOR, A SU ZALAMEA, A SUS TRADICIONES Y A LA MEMORIA DE SUS ANTEPASADOS. Sin puesta de acuerdo, sin ensayos, tan sólo por la llamada a sus corazones de aquellos que se fueron, acudieron como una pequeña piña, y haciendo causa común se dijeron nuestro Cristo no va a su Sepulcro sin la compañía de SU MADRE. Y allá arranca ese grupo portando sobre sus hombros a la madre del hacedor de Cielos y tierras, ya que sin ella todo ésto no hubiera ocurrido, Bendita TÚ María que llevaste en tu seno al artífice de toda esta gran tragedia.
Ya está el paso en la calle, más “oh decepción”, la Virgen en su Soledad está sola… hasta de exorno. La parihuela del paso va vacía, sin un suelo digno que pisar. ¿Sabían los Priostes de nuestra Hermandad que no iba a salir?¿ y dónde estaba el Consiliario para decir, y aconsejar, que ese paso aunque no saliera merecía otro tipo de adorno, aunque tan sólo fuera para estar en la Iglesia para la visita de los que La quieran acompañar en su soledad, después de la muerte de su Hijo, como si de un duelo se tratara. Aunque llevara las dos mejores prendas de las que gozamos, la saya y el manto de estrellas, que no por añejos son menos, sino todo lo contrario, por ello merecía un manto, si no florido si herbáceo, que tapara la base de la parihuela.
No he querido criticar a nadie sino exponer mi opinión sobre este hecho en sí, los trapos “sucios”, si los hay, y los “no estar de acuerdo” se lavan en los Cabildos, y se tienden en el tendedero del corral, no se airean en las barras de los bares ni en los corrillos de comadres.
Creo que para próximos…. ¿desencuentros?, habría que planificar de otra forma. No soy quién para decir cómo… pero si para ayudar, junto con la opinión de otros hermanos… ¡que ese es otro cantar! La forma en que queremos que nuestra cofradía marche. Del diálogo sale la luz, en el Cabildo habrá tiempo y ocasión para lavar todos los “trapos” que se hayan ensuciado, y llevarlos al corralete a secar.
Pastor, después de disfrutar mi Semana Santa del 2009.