Desde su blancura espera, en la penumbra, tenuemente iluminado por las velas que lo rodean y los escasos rayos de luz del día, que acceden al sacro recinto, por vidrieras y pequeñas ventanas que coronan las encaladas paredes de la Iglesia.
El Nazareno, nuestro Nazareno comienza a esperar la visita de sus hijos y hermanos zalameños que, como todos los años, acudirán a su cita en los viernes de marzo, los de cautivo popularmente conocidos, desde este mismo día 3 del mes que ahora nos ocupa.
Todo recuerda a los tiempos pasados; el sagrario como lugar elegido, el color blanco para las vestimentas y el pie que besan los devotos y devotas que acuden a pedir sus favores o dar sus gracias, a rezar, a acompañar o a ser acompañados por su imagen, porque junto a Él, nadie está solo.
Es marzo y la cuaresma ha aparecido, ha llegado como una flor que abre sus pétalos para mostrarnos su belleza. Serán muchos los actos que se llevarán a cabo para preparar la fiesta de los sentidos, que este año abrirá sus puertas, para nuestras calles, el día 12 de Abril, cuando en la tarde del Miércoles Santo aparezca por las puertas de la Parroquia Nuestro Padre Jesús Nazareno con su vestimenta de Cautivo.
Ahora toca estar con él, acompañarlo y venerarlo, hasta que en ese día Él nos devuelva, como cada año, su visita, y sea, como todos los años también, el Señor de Zalamea. De aquella Zalamea que lo visita y de los que no pueden hacerlo por la lejanía territorial, las enfermedades u otras razones. Los demás zalameños, también nos acordamos frente a Él de todos vosotros y vosotras y desde aquí, queremos que lo tengáis presente cada uno de estos viernes.
Así arderá la cera, mientras se mustian los fríos del invierno, que dan paso a brotes tiernos de una nueva primavera, a los campos florecidos y a la vida renovada. Busquemos, de nuevo, el mismo destino, mientras el racheo del ensayo costalero calienta las calles para los días grandes.
Zalamea ya se prepara, e impaciente, mira hacia Abril. Zalamea la Real ya mira tus ojos Señor y las lágrimas de los nuestros ante ti, riegan esa espera, para que a tus plantas nazca de nuevo la devoción de un pueblo, que ahora se guía en el faro de tu presencia.
Es viernes de marzo y Zalamea ya sabe cual es su destino.
El Nazareno, nuestro Nazareno comienza a esperar la visita de sus hijos y hermanos zalameños que, como todos los años, acudirán a su cita en los viernes de marzo, los de cautivo popularmente conocidos, desde este mismo día 3 del mes que ahora nos ocupa.
Todo recuerda a los tiempos pasados; el sagrario como lugar elegido, el color blanco para las vestimentas y el pie que besan los devotos y devotas que acuden a pedir sus favores o dar sus gracias, a rezar, a acompañar o a ser acompañados por su imagen, porque junto a Él, nadie está solo.
Es marzo y la cuaresma ha aparecido, ha llegado como una flor que abre sus pétalos para mostrarnos su belleza. Serán muchos los actos que se llevarán a cabo para preparar la fiesta de los sentidos, que este año abrirá sus puertas, para nuestras calles, el día 12 de Abril, cuando en la tarde del Miércoles Santo aparezca por las puertas de la Parroquia Nuestro Padre Jesús Nazareno con su vestimenta de Cautivo.
Ahora toca estar con él, acompañarlo y venerarlo, hasta que en ese día Él nos devuelva, como cada año, su visita, y sea, como todos los años también, el Señor de Zalamea. De aquella Zalamea que lo visita y de los que no pueden hacerlo por la lejanía territorial, las enfermedades u otras razones. Los demás zalameños, también nos acordamos frente a Él de todos vosotros y vosotras y desde aquí, queremos que lo tengáis presente cada uno de estos viernes.
Así arderá la cera, mientras se mustian los fríos del invierno, que dan paso a brotes tiernos de una nueva primavera, a los campos florecidos y a la vida renovada. Busquemos, de nuevo, el mismo destino, mientras el racheo del ensayo costalero calienta las calles para los días grandes.
Zalamea ya se prepara, e impaciente, mira hacia Abril. Zalamea la Real ya mira tus ojos Señor y las lágrimas de los nuestros ante ti, riegan esa espera, para que a tus plantas nazca de nuevo la devoción de un pueblo, que ahora se guía en el faro de tu presencia.
Es viernes de marzo y Zalamea ya sabe cual es su destino.