Llega el cuarto día de fiesta. Viernes 9 de septiembre. Puerta y antesala al fin de semana grande de la feria zalameña. El rumor en el recinto se acrecenta. Las casetas y las calles albergan en su interior un grupo más nutrido de visitantes que en días anteriores. El fin de semana habilita esta opción. El zalameño que trabaja fuera aprovecha estos días de descanso para trasladarse a su pueblo. Saludos y abrazos.
En el meridiano del día, tímidamente, el primer reguero de personas, empieza a dotar de color a la escena septembrina. Sin darnos cuenta, el recinto va tomando la forma que le caracteriza en la Feria de día. El calor se hace sofocante, aunque no consigue derrumbar el ánimo del zalameño. Hoy es el día de la música, el día del baile, el día de los contrastes. Por un lado muchas zalameñas salen a la calle ataviadas con el traje flamenco. Las telas entalladas, los volantes y complementos generan un curioso abanico de colores, aumentando el encanto y atractivo de la Feria zalameña. Unos metros más abajo se produce el trueque de estilos. La percusión de la batucada, atrae a fuerza de ritmo a los zalameños. Baile y movimiento en estilo puro, que en ocasiones deja perplejo al improvisado observador. Algunos zalameños, se animan y entran a formar parte del derroche de ritmo, uniéndose a los componentes del grupo. Éste continua su marcha por el recinto ferial, llevando tras de sí a un grupo de admiradores de la “danza brasileña y de sus intérpretes y danzarines”. En la caseta de la Charanga, aumenta la juerga. Pieza, tras pieza, sus componentes van haciendo un repaso a su tradicional repertorio. Bailes espontáneos surgen ante el recital musical. Mientras tanto en el coso taurino, se dan los paso previos al desencajonamiento. Una gran cantidad de personas asiste a la cita. LLega la hora marcada. Incertidumbre. El camión que traslada a los animales se hace de rogar y retrasa su llegada a la plaza taurina. Es el momento de la espera. Entrando ya la noche, se realiza el manifiesto. Las luces, sin traje, iluminan el acto.
Llegan las horas del intercambio. Mientras muchos zalameños enfilan el camino hacia sus casas para relajarse para la posterior salida, otros toman ya el recinto ferial, preparados para atacar esta cuarta noche. Las casetas acogen cenas de reuniones. Sin embargo, en muchos casos, hoy el ritmo de la feria cambia. La premura se hace protagonista. El Objetivo: La Caseta Municipal. Hay que ser previsores y coger un buen sitio para la actuación estelar de la Feria. Llega la 1 de la noche, y sobre el escenario, aparece Valderrama. Una abarrotadísima caseta municpal, acompaña durante casi una hora, al cantante, que muestra gran parte se su repertorio. Los asistentes acaban muy satisfechos con la actuación. No hay tiempo para el descanso. Casi simultáneamente, la orquesta afincada en el otro escenario, vuelve a dar por abierto el baile. El ritual de cada noche se pone en marcha de nuevo. El día grande de la Feria está a la vuelta de la esquina.