A pesar del la brisa excesivamente cálida que adornaba la tarde del viernes de feria, los muchos aficionados a la Fiesta Nacional de Zalamea y alrededores, dejaron el tentempié vespertino en la barra de sus casetas para acercarse al conocido Desencajonamiento. Miembros de la Peña Taurina de Zalamea, encargados al efecto de llevar a cabo todo el ritual en la trastienda del coso taurino, nos indicaban que este acto es esencial para que el aforo de la Plaza sea más o menos decente, en función de la categoría del ganado mostrado. Pues bien, rozando la hora señalada, las 7 de la tarde, el recinto torero estaba casi a rebosar, agolpada la afición entre sol y sombra de nuestro bello coso. Todo estaba preparado para la salida de los bovinos al albero. La gente expectante. Los operarios tras los burladeros, .... Y los minutos pasaron y pasaron, y la impaciencia del respetable comenzó a componer música de viento. Casi cuarenta y cinco minutos después, una inmensa pizarra portada por Jiménez y Sarmiento, a modo de ring de boxeo, mostraba la noticia: el manifiesto se retrasa una hora por accidente. Dos orejas y rabo para los de la pizarra, que aguantaron todo tipo de improperios (imagínense la imagen)
Los corrales eran un hervidero, la gente comenzó la marcha hacía el recinto ferial, y los encargados de ofrecer a los zalameños el espectáculo no dejaban de maldecir.Localizado el camión cerca de Valverde, los móviles de los pocos que habían quedado en el coso comenzaron a engrosar las arcas de sus respectivas compañías de telefonía....en diez minutos están aquí.....veniros que ya va a empezar....corred que los toros están al llegar... Y así fue. Casi dos horas después, bajo la luz artificial del tungsteno de los focos de la plaza, los toros, uno a uno, directamente desde el camión, atravesaba los corrales hasta la plaza, enseñaba su talante a los presentes, y de vuelta al cajón. La afición, a primera vista, quedó contenta con lo mostrado. Hoy se verá en el aforo taurómaco de Zalamea.