lunes, 11 de septiembre de 2006

Hasta la próxima



En la noche de ayer, un año más, los fuegos artificiales fueron el epílogo de nuestra feria septembrina. El domingo de feria es un contraste de sensaciones, donde mucha gente se dispone a retomar su camino, otros viven el momento con pequeños resquicios de alegría (a pesar del cansancio acumulado durante las largas jornadas de disfrute y desenfreno); mientras que una amplia mayoría de zalameños apesadumbrados, despiden, con cierta nostalgia, los buenos momentos vividos en compañía de amistades. Escenas que recorren nuestra mente en estos momentos de pesarosa resaca.
Feria la vivida, de la que muchos dirán que fue como todas las demás, pero para los buenos feriantes nada es igual de un año para otro. Cambian las circunstancias, las personas, los acontecimientos, y sobre todo esos momentos irrepetibles que son inenarrables, porque son vividos en su momento y en unas circunstancias muy especiales. De ahi surge la magia de la feria y su gente, de esos pequeños detalles que llenan los recuerdos imborrables.
La exaltación de luces y destellos en el cielo de nuestro pueblo, se graban en nuestras retinas, provocando una sensación agridulce; por una parte alegría por la contemplación de nuestra torre atractivamente iluminada, pero por otra parte, una sensación de apatía nos invade el ánimo. Las luces que alegraban nuestras calles se apagan, los días se acortan, empieza a refrescar y “llega el invierno”. Época donde se plasma una tonalidad distinta, las calles pierden la algarabía y se quedan sordas en su recogimiento aletargado, manteniéndose, únicamente, por la constancia de sus paisanos, que retornan en sus quehaceres diarios. Dispuestos a mantener el pulso de la perseverancia y del trabajo, en definitiva, continua la vida en Zalamea La Real.