Jornada de comienzo suave tras algunos excesos de las vísperas. El recinto ferial recoge otra tonalidad por las luces del día. Gente de aquí para allá; visitas de casetas; tapas. La vista no se desentiende del cielo. La lluvia parace obstinada por regar el recinto y aguar las diversiones de los zalameños (en muchos casos no es posible). La comparsa brasileña aporta las notas de calidez al día. Ritmo. En el Ruiz Tatay la pintura describe el arte zalameño. Oleos, acríclicos, pasteles con un denominador común: Hecho en Zalamea. En la casa Cilla, grandes e impresionantes imágenes recogidas a vista de pájaro de los núcleos urbanos que comparten el término zalameño. Un glosario de imágenes de las remodelaciones realizadas en el pueblo comparten la exposición de gran formato.
La lluvia aparece, pero las ganas de disfrutar es mayor. Desde las 12 hasta las 4 de la mañana, realiza su diana aguada. La concurrencia por las calles disminuye, pero las casetas se abarrotan. Es el segundo día y los zalameños no se ven derrotados ante las inclemencias. El tercer día espera a la vuelta de la esquina.
La lluvia aparece, pero las ganas de disfrutar es mayor. Desde las 12 hasta las 4 de la mañana, realiza su diana aguada. La concurrencia por las calles disminuye, pero las casetas se abarrotan. Es el segundo día y los zalameños no se ven derrotados ante las inclemencias. El tercer día espera a la vuelta de la esquina.
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