Una 'crema' obtenida de óxidos de hierro del río se muestra capaz de proteger de los rayos ultravioletas marcianos. La prestigiosa revista norteamericana Icarus avaló el trabajo de investigación que encabeza el profesor Felipe Gómez.
Los tiempos han cambiado tanto que si hubiese que encargar a Noé que construyera otro arca para salvar a la humanidad del diluvio universal y conservar las especies que habitan el planeta Tierra habría que pedirle que no sólo metiera cebras, leones o lobos en su hotel animal sino que dejara un diminuto espacio para alojar las bacterias del Río Tinto. Parece que por sí mismas serían capaces de comenzar de nuevo con el ciclo de la vida que se inició hace tantos miles de millones de años que ya ni nos acordamos.
A tenor de los progresos científicos demostrados en ese gran laboratorio mundial que es el río Tinto, todo hace indicar que la vida fue o es posible en Marte, ese primo hermano de la Tierra que genera hoy un ambiente tan hostil como intratable: atmósfera oxidante, intensa radiación UV esterilizante, bajas temperaturas y casi inexistencia de nutrientes.
Una bacteria de la especie Acidithiobacilus ferrooxidans aislada en la cuenca del Tinto y otro microorganismo llamado Deinococcus radiodurans han sobrevivido a una simulación de las condiciones medioambientales que podrían encontrarse en Marte. Así lo recoge un novedoso artículo publicado por la revista Icarus bajo el título 'Protección de bacterias quimiolitótrofas expuestas a condiciones simuladas marcianas'.
Los científicos Felipe Gómez, especialista en radiación y habitabilidad; Eva Mateo-Martía, Olga Prieto Ballesteros, José Martín Gago y el microbiólogo Ricardo Amils realizaron los ensayos en una cápsula (Cámara de Simulación de Atmósferas Planetarias) capaz de recrear la composición de gases, presión, la temperatura y las condiciones de radiación que sufre la superficie marciana.
El trabajo abunda en una cuestión razonable: averiguar si existen condiciones en el Planeta Rojo que hubieran podido o puedan proteger a putativos seres vivos de las condiciones esterilizantes detectadas en Marte. El trabajo apunta que una posibilidad a explorar es el efecto protector que una capa de material existente en la superficie del planeta podría ejercer sobre organismos que se desarrollan en el subsuelo.
Para evaluar esta posibilidad, el equipo de Felipe Gómez seleccionó dos microorganismos, Acidithiobacilus ferrooxidans (un microorganismo capaz de oxidar la pirita y otros sulfuros metálicos y responsable de las condiciones extremas del río Tinto) y Deinococcus radiodurans, un microorganismo resistente a la radiación y que se ha utilizado como control.
Los científicos expusieron poblaciones de ambos organismos a las condiciones extremas que indica el mapa meteorológico marciano utilizando la cámara de simulación de ambientes planetarios del Centro de Astrobiología. Y llegó el resultado tras el experimento y la observación: la población de microorganismos expuestos a la radiación UV en condiciones marcianas no fue dañina para Deinococcus radiodurans (como era de esperar) pero resultó letal para Acidithiobacillus ferrooxidans. Pero la sola adición de una capa de dos milímetros de minerales de hierro de la cuenca del Río Tinto, un análogo geoquímico terrestre de Marte, a la preparación de microorganismos mostró un nivel de protección importante para la bacteria acidófila aislada en la cuenca del Tinto. El trabajo concluye que "la presencia de una capa de 5 mm ejerció un efecto protector mucho mayor". Se demuestra que "una fina capa de minerales de hierro, muy abundantes en la superficie de Marte, es capaz de proteger un microorganismo susceptible a la radiación UV".
El estudio subraya que Acidithiobacilus ferroxidans es uno de los microorganismos habituales del Tinto capaz de desarrollarse en el subsuelo de la Faja Pirítica, lo que "permite extrapolar que podría en esas condiciones desarrollarse en el subsuelo marciano".
En román paladino y salvando el abismo del lenguaje científico y el común es como se si hubiese descubierto una especie de crema solar protectora de la vida para andar por Marte.
Los experimentos de habitabilidad, capacidad de desarrollarse en condiciones espaciales, se habían realizado hasta el momento estudiando el efecto de cada una de las variables ambientales marcianas (radiación, temperatura, condiciones oxidantes) en esporas, formas de resistencia en estado durmiente, de bacterias Gran positivas, que se sabe que son extremadamente resistentes a la radiación y otras condiciones estresantes.
El trabajo de Felipe Gómez y sus colegas ha permitido pues estudiar el efecto conjunto de las condiciones marcianas en la cámara de simulación y con un microorganismo capaz de desarrollarse en forma vegetativa (activa) en condiciones geoquímicas análogas a Marte.