El ciclo de Charlas-Cofrades concluyó el pasado viernes con la intervención de Francisco Javier Martín Consuegra. “Vivencias de un Capataz” sirvió de escena para que el ponente desglosara en plenitud las sensaciones que le han transmitido los más de 20 años como Capataz del Palio.
Consuegra preparó una ponencia escrita desde el sentimiento, intimista y de cariz fervorosa. Un abanico de sensaciones y vivencias escrupulosamente ovilladas para transmitirlas en su máxima plenitud y con la particularidad de contarlo en primera persona. La palabra se hizo verso y la charla canto, para que el atiende se convirtiera en un ejercicio de emoción constante.
Se podría decir que Consuegra adelantó un pregón dedicado a la figura del capataz, una figura a la que él se ha visto ligada durante más de 20 años, cuando una madrugada zalameña fue instado por Sabido, Ignacio y Emilio. Desde entonces ha sido el encargado de dirigir el paso de Nuestra Señora de los Dolores, una responsabilidad, en sus palabras, extrema, pero que supo llevarla a lo largo de los años con Fe y devoción.
Los primeros años, Consuegra los cataloga de duros ya que algunas calles presentaban una dificultad extrema con un piso bastante malo y con una multitud de cables colgando por todos lados. En años sucesivos la cuadrilla comenzó a realizar ensayos y se empezó a inculcar otra manera de andar con el paso por las calles zalameñas. “Por esa época recuerdo los primeros aplausos al paso de Palio, mi cuadrilla se crecía con el paso andando”. Dos momentos cruciales inundan el sentimiento del capataz cuando narra la procesión, el paso estrecho por el Bar la Espuela camino del “Encuentro” y el paso por el Jardín con la marcha de Don Justo Ruiz.
En su foro interno se quedan los momentos previos a la salida, tales como el camino al templo, el encuentro con los costaleros y el momento del rezo íntimo con el Templo en penumbra con el olor a vela e incienso.
Se podría decir que Consuegra adelantó un pregón dedicado a la figura del capataz, una figura a la que él se ha visto ligada durante más de 20 años, cuando una madrugada zalameña fue instado por Sabido, Ignacio y Emilio. Desde entonces ha sido el encargado de dirigir el paso de Nuestra Señora de los Dolores, una responsabilidad, en sus palabras, extrema, pero que supo llevarla a lo largo de los años con Fe y devoción.
Los primeros años, Consuegra los cataloga de duros ya que algunas calles presentaban una dificultad extrema con un piso bastante malo y con una multitud de cables colgando por todos lados. En años sucesivos la cuadrilla comenzó a realizar ensayos y se empezó a inculcar otra manera de andar con el paso por las calles zalameñas. “Por esa época recuerdo los primeros aplausos al paso de Palio, mi cuadrilla se crecía con el paso andando”. Dos momentos cruciales inundan el sentimiento del capataz cuando narra la procesión, el paso estrecho por el Bar la Espuela camino del “Encuentro” y el paso por el Jardín con la marcha de Don Justo Ruiz.
En su foro interno se quedan los momentos previos a la salida, tales como el camino al templo, el encuentro con los costaleros y el momento del rezo íntimo con el Templo en penumbra con el olor a vela e incienso.