El excelente trabajo audiovisual realizado por un grupo de zalameños, tuvo una presentación fantástica en el Ruiz Tatay hace unos meses; pero el pasado viernes se hizo otra en un lugar muy singular. No había focos ni el glamour del Tatay, pero la expectación fue creciendo considerablemente, ya que un acontecimiento iba a romper la rutina de la tarde. Tras la merienda, los ancianos y ancianas de asilo se fueron congregando entorno a la pantalla con tremenda ilusión…”¿Qué vamos a ver?”…”Cine, hoy tenemos cine”. Tras explicarles que íbamos a ver un video sobre Zalamea la Real y sus aldeas, los gestos cambiaron y los ojos se centraron en las primeras imágenes del pueblo proyectadas en el enorme blanco…”¡Mira San Vicente!...grito espontaneo y sincero de una anciana emocionada por ver a su Patrón tan cerca, o el emotivo “Viva Santa Marina” de Manuel de El Villar, cuando vio a la Santa posesionar por el empedrado de su aldea. Las imágenes se iban sucediendo y alguna lágrima afloraba del recuerdo para testimoniar el longevo peregrinar de las tradiciones zalameñas.
Hay veces, en las que un buen trabajo, tras valorarlo positivamente, esconde matices que no son esgrimidos en su totalidad; quizás el otro día en el asilo, las personas que acudimos a presenciar la proyección nos dimos cuenta del valor que supone conservar las tradiciones, y todo gracias a ese puñado de zalameños y zalameñas que se encontraban emocionados delante nuestra. Este tipo de eventos esconden un trasfondo sentimental muy difícil de narrar, y que sólo se puede sentir cuando los contemplas.