Cuando en 1995 las autoridades autonómicas andaluzas hablaban del vertedero de residuos industriales tóxicos y peligrosos de Nerva le aseguraban una vida de diez años. Sería un depósito para uso del suroeste español, el triángulo Sevilla, Cádiz y Huelva, y necesitaría varios cientos de obreros para su funcionamiento. Trece años después todo es distinto. El vertedero recibe residuos de toda España a una media de más de cien camiones diarios, y también de algunos países europeos, tal y como han reconocido los gestores de la planta.
Los tiempos cambian. La Autorización Ambiental Integrada (AAI) que acaba de conceder a Befesa la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía alarga la vida de la instalación treinta años más, permite la ocupación de treinta nuevas hectáreas, eso sí no en plano sino en superficie, y presenta una lista de residuos peligrosos y tóxicos que llena justo la mitad de un documento de 134 páginas que ha alarmado a la población nervense justo ahora que con la subida de las temperaturas y la falta de agua y viento vuelve a soportar olores y nubes de polvo. La Junta permitirá hasta el tratamiento de polvos de acería, un residuo que provocó escalofríos tras el accidente radiactivo de Acerinox en el Campo de Gibraltar.
En la localidad de la Cuenca Minera ha sentado como un jarro de agua fría que el Gobierno andaluz alargue treinta años más la vida útil de una instalación que está provocando innumerables quejas vecinales. Y lo peor: las autoridades andaluzas permitirán la entrada de nuevos vertidos y residuos que antes no estaban contemplados. El alcalde de Nerva, el Independiente Domingo Domínguez, ha advertido que la reunión de hoy de la Comisión de Control es muy importante para el pueblo y espera, tal y como ha solicitado a la Consejería de Medio Ambiente por escrito, que personal técnico de este departamento aclare las muchas y serias dudas "que tenemos".
Uno de los proyectos que a buen seguro provocará un amplio debate será el recrecido o ampliación, según se mire, de las instalaciones que actualmente ocupan unas treinta hectáreas y albergan ya millones de toneladas de residuos tóxicos. El hecho de que la planta se ubique a poco menos de mil metros de la barriada del Ventoso provoca inquietud en la zona. Por eso, durante la última reunión de la Comisión, las asociaciones ciudadanas y ecologistas insistieron en la necesidad de contrastar con la legalidad europea las ampliaciones dado su carácter químico.
La Alcaldía de Nerva pretende revisar el proyecto inicial del vertedero para comprobar que todas las obras que se han realizado y las futuras están recogidas en ese documento o si por contra necesitan que se realice un nuevo estudio de impacto ambiental tal y como se recogió en su día en el Boletín Oficial de la Provincia.
Los malos olores en la localidad, los vertidos de camiones que transportan los residuos, las nubes de polvo, la petición de un estudio sanitario sobre la población nervense y la mezcla de los lixiviados con las aguas adyacentes y la posible contaminación del río Tinto con contaminantes del vertedero de tóxicos fueron otras de las cuestiones que quedaron encima de la mesa en el anterior encuentro. En el documento visado por la Junta, se impone a la empresa Befesa un pormenorizado control de las molestias y riesgos, entre ellos, los olores y se le insta a evitarlos con medidas como recubrimientos, aislamientos y sellados. Además, se apunta la necesidad de establecer un control para el lavadero de camiones y lavaruedas, emisiones de ruidos. Sobre los lixiviados, la AAI subraya que debe disponerse de una impermeabilización de los vasos de vertidos, tanto en el fondo como en los taludes, una red de recogida de los mismos en el fondo de los vasos y cuatro balsas de almacenamiento.
A raíz de la concesión de la Autorización Ambiental Integrada al vertedero y antes de los seis primeros meses, la Consejería de Medio Ambiente de la Junta deberá inspeccionar las instalaciones con el objeto de verificar el cumplimiento en cuanto a tomas de muestras atmosféricas, agua y análisis se refiere.