Cuando hablamos de nuestro Romerito, a todos se nos refleja en la mente los clásicos tópicos sobre una conmemoración romera vivida en convivencia con amigos y familiares. Pero desde este diario queremos descubrir la parte más espiritual y recogida de nuestra fiesta.
Queremos presentarles a tres personas, que generosamente, trabajan desde el anonimato en el mimo y el cuidado de una imagen venerada, La Pastora.
Nadie la ve más días que estos tres vecinos de nuestro pueblo, y le muestran su atención los 365 días del año.
Mª Ángeles Rioja, Bruno Rodríguez y Mª Carmen Esteban, desinteresadamente y con mucho cariño, afloran en el acontecer diario de nuestra Pastora. Cada uno a su manera y con sus posibilidades, pero siempre con una misma dirección; la devoción por una, a los que ellos consideran, amiga.
Mª Carmen, la mujer de Adolfo, vive justamente enfrente, en la calle San Sebastián. Todas las mañanas, bien temprano antes de irse a trabajar, abre la puerta de la ermita. Es la primera persona que le muestra el despertar del pueblo y tras una oración le da los buenos días. Al regresar a casa, mientras deja aderezándose la comida, a eso de las 2 del mediodía, da por cerrada la oratoria para que nuestra protagonista repose la siesta.
Nuestros dos siguientes protagonistas, Mª Ángeles y Bruno, a parte de encargarse del mantenimiento de la ermita todo el año, tienen una tarea muy especial. Son los camaristas de La Pastora. Encargados del cuidado de los vestidos y aderezos, son ellos quienes eligen lo que lucirá cada año la damisela venerada.
Con mucho respeto estuvimos presentes en el ritual. Donde pudimos contemplar el baúl donde se guarda, con sumo recelo, un esmerado vestuario.
Una vez trasladada desde su atril al paso, Bruno y Mª Ángeles comienzan a engalanarla con mucha delicadeza, paso a paso, recreándose en cada momento, poniéndole todo el sentimiento a una labor que realizan con mucho acatamiento. Preguntamos a Bruno de quién sale la elección del traje, y este presuroso traslada la pregunta a la que él considera como “la jefa”. Mª Ángeles nos transmite que esa responsabilidad la lleva con mucho gusto, y que siempre intenta enaltecerla para que luzca lo más posible ante su pueblo. Mientras la vestían, nos fueron comentando sus temores ante la larga peregrinación de este año. Temerosos a que la delicada imagen de La Pastora sufra algún desperfecto en un recorrido tan largo. Y es que nos cuentan, que al verla partir hacia la finca cada año en procesión, tienen una agridulce sensación, entremezclando alegría y cierta aprensión. Al enterarnos de ciertos rumores que apuntan hacia una restauración de la Imagen, Mª Ángeles nos comenta que no le parece muy buena idea, y que tan sólo en las manos de La Pastora cabría algún que otro retoque, pero no en el rostro.
Para esta romería que comienza el próximo viernes 12, nuestros camaristas sólo piden una cosa, el máximo respeto y templanza a la hora del traslado en procesión de La Divina Pastora.
Abría que destacar también, la colaboración de algunos vecinos de La Calle San Sebastián; Petro, Fé y Nicolás, que desinteresadamente aportan su granito de arena en el cuidado de nuestra Pastora.
Vecinos de Zalamea que no aparecen ni en las fotos, ni en el desparrame festivo de estos días, pero que de una manera u otra, son protagonistas, de primera fila, en una verdadera fidelidad romera.
Queremos presentarles a tres personas, que generosamente, trabajan desde el anonimato en el mimo y el cuidado de una imagen venerada, La Pastora.
Nadie la ve más días que estos tres vecinos de nuestro pueblo, y le muestran su atención los 365 días del año.
Mª Ángeles Rioja, Bruno Rodríguez y Mª Carmen Esteban, desinteresadamente y con mucho cariño, afloran en el acontecer diario de nuestra Pastora. Cada uno a su manera y con sus posibilidades, pero siempre con una misma dirección; la devoción por una, a los que ellos consideran, amiga.
Mª Carmen, la mujer de Adolfo, vive justamente enfrente, en la calle San Sebastián. Todas las mañanas, bien temprano antes de irse a trabajar, abre la puerta de la ermita. Es la primera persona que le muestra el despertar del pueblo y tras una oración le da los buenos días. Al regresar a casa, mientras deja aderezándose la comida, a eso de las 2 del mediodía, da por cerrada la oratoria para que nuestra protagonista repose la siesta.
Nuestros dos siguientes protagonistas, Mª Ángeles y Bruno, a parte de encargarse del mantenimiento de la ermita todo el año, tienen una tarea muy especial. Son los camaristas de La Pastora. Encargados del cuidado de los vestidos y aderezos, son ellos quienes eligen lo que lucirá cada año la damisela venerada.
Con mucho respeto estuvimos presentes en el ritual. Donde pudimos contemplar el baúl donde se guarda, con sumo recelo, un esmerado vestuario.
Una vez trasladada desde su atril al paso, Bruno y Mª Ángeles comienzan a engalanarla con mucha delicadeza, paso a paso, recreándose en cada momento, poniéndole todo el sentimiento a una labor que realizan con mucho acatamiento. Preguntamos a Bruno de quién sale la elección del traje, y este presuroso traslada la pregunta a la que él considera como “la jefa”. Mª Ángeles nos transmite que esa responsabilidad la lleva con mucho gusto, y que siempre intenta enaltecerla para que luzca lo más posible ante su pueblo. Mientras la vestían, nos fueron comentando sus temores ante la larga peregrinación de este año. Temerosos a que la delicada imagen de La Pastora sufra algún desperfecto en un recorrido tan largo. Y es que nos cuentan, que al verla partir hacia la finca cada año en procesión, tienen una agridulce sensación, entremezclando alegría y cierta aprensión. Al enterarnos de ciertos rumores que apuntan hacia una restauración de la Imagen, Mª Ángeles nos comenta que no le parece muy buena idea, y que tan sólo en las manos de La Pastora cabría algún que otro retoque, pero no en el rostro.
Para esta romería que comienza el próximo viernes 12, nuestros camaristas sólo piden una cosa, el máximo respeto y templanza a la hora del traslado en procesión de La Divina Pastora.
Abría que destacar también, la colaboración de algunos vecinos de La Calle San Sebastián; Petro, Fé y Nicolás, que desinteresadamente aportan su granito de arena en el cuidado de nuestra Pastora.
Vecinos de Zalamea que no aparecen ni en las fotos, ni en el desparrame festivo de estos días, pero que de una manera u otra, son protagonistas, de primera fila, en una verdadera fidelidad romera.