Desde el pasado lunes, las tardes zalameñas se llenan de musicalidad romera. Por las recónditas calles de nuestro municipio suspira el aire evocador de la fiesta peregrina, exaltado por solicitantes cohetes que rompen en la rutina para anunciar el son de la flauta y el tamboril. Partiendo de un punto, discurren por el azar del mágico sonido, desplegando el encanto y el buen hacer de un oficio traído en la sangre.
El toque del palote en la vieja piel de oveja, no sólo hace que vibre la bigüela del tamboril, también hace vibrar los corazones de todos los amantes de El Romerito.
El toque del palote en la vieja piel de oveja, no sólo hace que vibre la bigüela del tamboril, también hace vibrar los corazones de todos los amantes de El Romerito.