Victoria sufrida frente al Campillo en un derbi decantado por la fatalidad de Enrique, defensor visitante que anotó en propia puerta los dos primeros goles del encuentro. Los de Rocha, de forma incomprensible, se abandonaron en la segunda mitad propiciando la igualada. Pablo Matilla, una vez más, salvó la tarde anotando el 3 – 2 de penalti.
La tarde, soleada y fría en su caída, presagiaba un gran partido en el Perea Anta, y las gradas se llenaron desde bien temprano para presenciar uno de los clásicos más calientes de la Cuenca Minera. El Frente Pardo, siempre animoso en casa, preparó un espectacular tifo de salida para animar a los suyos en un envite de vital importancia tras los dos últimos empates.
Rocha, que contaba con la baja de Cristian (por sanción) y Dani Zarza (por enfermedad), dio entrada prácticamente al mismo once que viene utilizando con las entradas de Meka supliendo a Dani en la medular y a Fran en la posición de Cristian.
1ª Parte
El inicio, como cualquier derbi que se precie, fue de tanteo. Ambas escuadras disputaban el espacio y hacerse con el mando en el centro del campo; donde se libró una bonita disputa entre dos colosos, Rubén y Vizcaíno. El nazareno, muy motivado para la ocasión, sacó galones para imponerse con autoridad en la medular, y de sus botas partieron las acciones más destacadas de un equipo que empezaba a inquietar de forma continua al Campillo. Pablo y Pirulo en punta comenzaron a crear peligro y Josep desde el franco izquierdo ponía en jaque el sistema defensivo de un rival que no podía contener por más minutos el ímpetu del líder. De las botas de Josep, precisamente, nació el 1-0. El interior zalameño, tras internada por banda, quiso poner un balón de oro a Pirulo en el segundo palo, pero Enrique, muy al límite de sus posibilidades, interceptó el balón para alojarlo en su propia meta. Apenas había pasado un cuarto de hora y los locales se vinieron arriba con ventaja en el marcador.
El equipo entrenado por Rocha, con solvencia atrás, recobró la alegría y el toque de otros encuentros. La grada disfrutaba en estos minutos con su equipo y la ambición zalameña se plasmaba sobre el verde del Perea Anta para poner tierra de por medio en un derbi que se había puesto de cara. En pleno embotellamiento Enrique remató su tarde más desafortunada con una magistral vaselina sobre su portero. Mismos protagonistas y mismo resultado; 2-0 en el marcador y algarabía con guasa en la grada.
Jarró de agua fría para la parroquia campillera, que veían como el partido se les ponía muy cuesta arriba, y más teniendo en cuenta el empuje de los rojos, que no cerraban el grifo de su caudal futbolístico. Hay pocos equipos en la categoría, por no decir ninguno, que desplieguen el fútbol ofensivo del Zalamea; con entradas por ambas bandas, juego interior, toque y calidad. Ocasiones hubo para poner más ventaja en el marcador, pero al descanso se llegó con el beneplácito del 2-0.
2ª Parte
De la segunda parte podemos extraer varias conclusiones que nos clarifiquen de forma muy acertada el proyecto que Rocha está intentando inculcar a los jugadores del primer plantel y a los que vienen del juvenil. Con la ambición por bandera, Rocha quiere a un equipo protagonista del partido, un equipo que sepa llevar el orden y que no abandone nunca su vocación ofensiva. Incomprensiblemente el cuadro zalameño se puso a defender el marcador y cuando se dio cuanta estaba siendo asediado por un rival que se había metido en la caseta preso de la impotencia. El Zalamea le estaba dando alas a un Campillo que tenía como mayor baza el juego a balón parado. En estos minutos apareció el potencial de Vizcaíno, que pese a que su forma física no es la que era, sigue teniendo un verdadero guante para poner el balón donde más duele. De sus botas salió el 2-1 con un bonito libre directo desde la frontal, y de sus botas vino el 2-2 tras remachar en el segundo palo una falta botada desde el franco derecho. Empate en el marcador cuando no había pasado media hora de la segunda mitad, y la sensación de que los tres puntos podían volar hacia el pueblo vecino.
El conjunto zalameño dolido en el orgullo intentó de nuevo reconstruir su juego, pero las piernas a estas alturas del partido pesaban en demasía como para marcar diferencias en el ataque. Bajo esta tesitura, Rocha movió el banquillo para refrescar el equipo, especialmente la parte de arriba donde Pirulo, tocado de los isquiotibiales, dejó su posición a Portu. El bravo atacante zalameño salió súper motivado al encuentro y fue el protagonista cuando, en jugada individual, provocó el penalti que a la postre significó el definitivo 3-2 en el marcador. Pablo Matilla fue el autor de transformar la pena máxima y dar la victoria al equipo.
Segunda parte para reflexionar y que debería servir como aviso para una temporada que se atisba larga y dura. El Zalamea inicia así su particular Tourmalet de noviembre, donde la próxima semana tendrá que visitar El Cerro, jugar en casa a la próxima con el Valverde CF y culminar el mes visitando el campo del Beas; ahí es nada.