viernes, 31 de julio de 2009

Tu verano...

Aquel verano de dos mil cuatro

Imagínense, los niños en Zalamea, mi mujer y yo solos en Huelva, la tarde calurosa, el aperreo de un sillón a otro, las cuatro y media de la tarde, el tábano en to lo arto, la siesta... el teléfono. Un conato de incendio en Minas de Riotinto, los bomberos estaban en ello. Una zona detrás de Los Cantos con basura que había incendiado unos pinos que se encontraban alrededor. De nuevo el teléfono, los bomberos se habían quedado bien con el incendio, unos cuantos de pinos churruscados. Perfecto, seguimos con el aperreo. El teléfono otra vez. Esta vez es más serio, otro conato al lado de unos chalets cerca de Los Cantos. Me levanto y decido ponerme mi ropa de faena. No se por qué, pero no me olía bien. Ya uniformado me vuelven a llamar, que me acerque al lugar que está “enganchado”.

Voy a la Delegación, cojo el coche y me dirijo al lugar. Por el camino me van informando. Un fuego rápido de copas que se está metiendo en Montesorromero y Las Delgadas. Ha pasado por el Zumajo como una exalación. Va muy rápido. En Los Pinos ya veo la columna de humo. La cosa es seria. Se empieza a sacar a la gente de las aldeas. En la curva del túnel, cuando se me abre el horizonte y diviso la zona que está ardiendo, se me ponen los pelos de punta.

Un frente enorme y la nube de humo ya está produciendo una nube superior blanca de vapor de agua que indica una gran cantidad de combustible quemado. A las seis y veinte llego al cruce de la carretera de Las Delgadas en el Balneario. Trato de hacerme un poco con la situación, hablo con los alcaldes, Guardia Civil y Protección Civil. Me voy hacia el fuego a colaborar con la evacuación. Hace muy poco que el fuego ha pasado por esta parte de la carretera. Hay que cerrar las ventanillas por el humo. Llego a Montesorromero. Prácticamente la evacuación está completa.

Los bomberos están defendiendo las casas y los patios. Los efectivos provinciales del Infoca ya hace tiempo que están trabajando y se están incorporando más efectivos de otras provincias. Hay ciudadanos que no quieren abandonar sus casas, sus animales, sus granjas. Pero no hay más remedio. O son las casas, los animales o las granjas o son las personas. Y no solamente eso. Si sabemos que queda alguien sin evacuar, absolutamente todos los medios estarán pendientes de esas personas. Si todos están fuera, los medios se pueden dedicar plenamente al incendio. Sigo hacia Las Delgadas. También está prácticamente evacuada. Hay una cañá en la que el fuego está muy vivo. Me muevo dos o tres veces hacia el cruce desde las aldeas y me informan que el incendio se dirige a El Berrocal, que probablemente haya que evacuarlo completamente. Mi compañera Ana Warleta se incorpora en aquel flanco y va preparando la evacuación. Me informan del hallazgo de un coche calcinado con dos personas en su interior. Se sella completamente la carretera de acceso a las aldeas. Nadie se mueve por allí. Sólo medios operativos.

Mi siguiente tarea es organizar qué se hace con los evacuados. Marcos, el alcalde de Zalamea y de las aldeas afectadas indica que se deriven a todos los evacuados al Colegio San Vicente Mártir, hasta organizar un sitio con cabida suficiente y confort, (hay muchos mayores y hace mucho calor) para pasar la noche. Se empieza a pensar en el Salón Ruiz Tatay. Desde mi centro de Coordinación de Emergencias se le pide permiso también al Alcalde de Zalamea para que se haga cargo de los evacuados de El Berrocal, la respuesta, como no podía ser de otra forma es totalmente positiva y encantados de acoger a nuestros vecinos en nuestro pueblo en unas circunstancias tan terribles.

A partir de aquí todos conocemos la historia. Es una historia de solidaridad, de amistad y de empatía con los evacuados. Todo el pueblo se vuelca, cada uno con lo que tiene y con lo que puede. Medios materiales, conocimientos, trabajo, voluntariedad, acompañamiento y todo lo mejor que se puede pedir de un pueblo. Fueron tres días en aquel verano de dos mil cuatro, del que ahora se cumplen cinco años. Fueron tres días que pasarán a la historia íntima de Zalamea y de los zalameños.

Yo he tenido que estar en otros incendios (y los que me quedarán como siga así la cosa), pero en aquel, desde el punto de vista de la Protección Civil (todos somos Protección Civil), de la logística y de la emergencia, se actuó de forma modélica y ejemplar. Dar las gracias individualmente, a todos los que participaron, es imposible y siempre se quedarán personas o colectivos sin nombrar, por eso vaya este recuerdo para todos los que estuvieron allí hace cinco años.

Las fotos fantásticas que acompañan el artículo son del fotógrafo Muguruza. En la foto 1, miembros de un reten de Infoca ayudan a salir de una lengua de fuego a un compañero. En la foto 2, la técnica del 112 observa la devastación de las llamas. La foto 3 muestra la descarga de agua con retardante de un avión de carga en tierra.

Francisco Javier Agudo Ruiz