Se abren las puertas del Templo y nuestro Cautivo comienza su peregrinar el Miércoles Santo por las calles zalameñas, arranca La Semana de Pasión.
El discurrir por la arteria de la Iglesia hasta la avenida Andalucía se hizo con la solvencia acostumbrada por la Hermandad, una acompasada chicotá acompañaba al Cristo entre un gentío expectante en la salida. Magnifico el acompañamiento musical de la presentación al pueblo de Zalamea la Real, tal que parecía que el Paso y la banda eran uno sólo.
Atrás quedaba la silueta de María Santísima de los Dolores, que abatida pedía clemencia por su hijo desde el portón de Iglesia. La marcha suena y Zalamea acompañó con respeto los primeros pasos de nuestra Virgen Dolorosa.
Los dos pasos en la calle, silencio, el Miércoles Santo despliega solemnidad y buen gusto. Los últimos rayos de Sol relucen en la túnica inmaculada de nuestro redentor al ser mecido por los costaleros en la calle la Plaza.
Estampas antiguas que se vienen repitiendo año tras años, haciendo que echemos la vista atrás y recordemos nuestros comienzos cofrades. Se para el tiempo y con él una larga chicotá. Fotografías justas, depuradas y firmes, lejanas en el tiempo, en el recuerdo de nuestro recogimiento más popular y sentido.
Claman desde el cielo cien trompetas que lloran por su hijo despojado en su calvario por las oscuras callejuelas en su regreso al Santuario. El clamor de la aglomeración en el Paseo Redondo se hizo silencio con la entrada de las dos Imágenes.