En estas fechas tan cargadas de sentimiento, dispongo de tiempo para pensar sobre usted, Don Manuel, para recordarle entre nosotros.
Sabía del aprecio que tenía sobre mí, siempre me decía que escribiera, que podía hacerlo, pero nunca pensé que lo haría sobre usted, y menos, tan pronto.
Sin embargo, es justo recordar a los que se lo merecen.
Quizás no sea éste el lugar más idóneo, por su carácter público, mi más sentido perdón, pero tan solo deseo homenajearle por su gran labor docente y sabia.
Las palabras y expresiones a través de las cuales me dirijo a usted y las que me hizo aprender, no las utilizo ahora para que me apruebe o suspenda, si está bien escrito o no, si la “a” se escribe así, si a la “b” le falta el “rabito”…
Intento reconocer su gran trayectoria dentro y fuera de las aulas a lo largo de su vida profesional, caracterizada por esa labor altruista, por dar sin esperar recibir nada a cambio…por su amor al arte…por ser transmisor de conocimientos, no solo en su mero significado, sino por su forma de hacerlo.
Más allá del fin de las notas, lo importante para usted, Maestro, era el medio, buscar la formación de las personas como tales, para una mejor convivencia con la sociedad, en la vida cotidiana…basándose en el respeto.
Estoy seguro de que hoy en día, tal y como está el mundo escolar, padres de familia y profesores desearían tener esa actitud regidora de antaño que siempre se le ha caracterizado, o se aprendía o se aprendía, con rapapolvos mediante.
De seguir así, sobre usted seguiría escribiendo ríos y ríos de tinta hasta formar la gran sombra de su persona, que tanta huella ha dejado sobre la memoria de muchos. Ni lo apruebo ni lo suspendo, Don Manuel, persona envidiable, porque la nota o calificación que yo le pondría no existe ni podría figurar en un acta oficial.
Personalmente, me quedo con lo que me enseñó y dijo: LO MÁS IMPORTANTE ES SEGUIR APRENDIENDO”.
“Nadie es lo que fue, sino lo que es”
Para mí fue, es y será mi gran Maestro, descanse en paz.
Moisés Delgado Lancha